viernes, 5 de octubre de 2018

Octubre 4 2018 Jairito

En primer lugar, mi mamá, mi hermana y yo queremos agradecerles a todos por acompañarnos en este momento y por todas las manifestaciones de cariño para nosotras y para mi papá. Sobre todo, nos conmueven mucho quienes tienen un recuerdo cercano de él. Quienes fueron sus alumnos, sus amigos, quienes lo acompañaron y lo cuidaron. Y quienes lo han hecho también con nosotras. Un saludo muy especial a sus amigos, que sabemos que pasan por un dolor similar al nuestro porque fueron también su familia: la Tata, Jenny, Guillermo, Gustavo, Roger, Mario y todos los que no alcance a nombrar, me perdonan por no mencionarlos a todos, para ustedes también va un abrazo. Tres personas a quienes hay que resaltar por el trato que dieron a mi papá, a pesar de que no los unía con él más que la coincidencia: Gloria Osorio, la empleada de la casa de mis papás que hizo este último tramo de mi papá más amable; Lina Aguirre, la enfermera de los fines de semana de mi papá; y, muy especialmente a Leonardo Patiño, el enfermero de todos los días, con quién la calidad de vida de mi papá cambió radicalmente. El empeño, dedicación, minuciosidad y amor con el que hace su trabajo fueron decisivos en este espacio de la vida de mi papá. Les agradecemos nosotras tres y les agradecemos en nombre de mi papá que sé que tendría palabras más amorosas que las mías para decirles, si hubiera podido. A él se le notaba en la cara el agradecimiento que sentía por estas personas que le ayudaron tanto.

La generosidad de mi papá con su vida y con su historia, nos dejó muchas anécdotas y lecciones que, para mí, siempre estuvieron llenas de esa sabiduría de quien ha sabido equivocarse –¡y vivir!– y que nos servirán para recordarlo siempre. Frases como “no traguen entero”, “no se dejen poner etiquetas”, “no les importe lo que opinen los demás sobre sus cosas”, “yo soy yo y mis circunstancias”... Para nosotros está fue primero una frase de Jairo que de Ortega y Gasset. Tangos como “Se va la vida”... Las historias de su vida profesional como profesor y como dermatólogo, la página web de asocolderma donde pudo ser generoso con todos sus colegas, nos ayudarán no solo a recordarlo a diario, sino a hacer eso que los hijos de padres amorosos tratamos de hacer cuando tenemos alguna circunstancia en la que hubiéramos querido contar con el consejo de ese papá… Esas historias nos ayudarán a preguntarnos “¿qué hubiera dicho Jairito?” y a obtener sin mucha dificultad una respuesta -ayudada por la memoria- para buscar la grandeza en las emociones y la ética en las actuaciones, desde la honestidad del corazón.

Esa generosidad de mi papá con Julia y conmigo era deliberada. Una vez mi hermana le preguntó de dónde había sacado el ejemplo o la motivación para ser ese hombre tan maravilloso que nos correspondió por papá.... Él le contestó que en ese minuto en el que se convirtió en padre se había propuesto ser un papá especial. Fue nuestro amigo. Nunca, mientras nos formaba, nos trató con condescendencia, sino como pares. Siempre nos dio argumentos racionales antes que argumentos de autoridad. Nunca nos dijo “no, porque soy su papá y yo digo que no”. Debía ser agotador tener que estar buscando siempre los argumentos para explicarnos por qué no podíamos hacer esto o aquello y creo que la clave fue la honestidad. Perdonen a los padres que han dicho eso, pero me parece admirable que en todo el tiempo que estuvo con nosotras él no lo hiciera. Buscar bien dentro de él los motivos por los que le parecía que algo debía ser de una forma y no de otra, nos enseñó que siempre es posible debatir, explicar, argumentar, y que la razón no le pertenece a nadie. Ante los argumentos, muchas veces mi papá no tuvo problema en cambiar de forma de pensar o de darnos un permiso que primero había negado, por poner un ejemplo tonto. Todo lo que nos enseñó lo reforzó con el ejemplo, y cuando no tenía un buen ejemplo para darnos, lo reconocía y nos hablaba como adultas para que entendiéramos que la condición humana nos gobierna a todos y que por eso debíamos ser personas compasivas con los demás, con él, con mi mamá, pero sobre todo con nosotras mismas. Hay cosas que uno aprende y otras no, a pesar de eso nos seguimos dando mucho palo, como él, porque el ejemplo enseña más que cualquier cosa.

Mi papá luchó mucho toda la vida para ser lo que era, una lucha que peleó principalmente con él mismo, con lo que había aprendido, con lo que nos enseñan, con los convencionalismos, con eso que entendemos como “la sociedad”, cosas a las que muchos de nosotros no les encontramos sentido. Yo por eso les pido que recordemos a mi papá como era, para rendirle honor a ese deseo suyo de ser una persona auténtica, única como lo somos todos, con defectos como lo somos todos, pero también con grandes virtudes, principalmente esa de nunca dejar de luchar por ser lo que podía ser, lo que quería ser y por tratar de formarnos con esa libertad.

Gracias a todos por recordar a mi papá con cariño y con generosidad, la misma que él nos dispensó a todos.