miércoles, 21 de noviembre de 2012

Querido diario

Me toma mucho tiempo darme cuenta qué siento frente a alguna cosa particular.  Muy raro.  A pesar de ser tan emocional, o tal vez por eso, las emociones fuertes anestesian las menos importantes y de esas me percato cuando ya se han asentado ahí y llevan buen tiempo o cuando las otras les dan espacio para manifestarse, no sé.

El caso es que creo que cambié.  Pero bueno, uno siempre cambia.

Cuando estaba chiquita, después de bañarme, mi mamá me sacaba al antejardín de la casa a jugar y a recibir sol.  Cuando pasaba alguien yo acompañaba al desconocido hasta la esquina de la cuadra preguntándole cosas y me devolvía al antejardín.  Creo que esa escena ha definido mi carácter durante casi toda la vida y es frente a eso que ya no me siento tan cercana.

No soy cautelosa, confío en la gente con mucha facilidad, sigo siendo una persona simpática, no es que me haya vuelto precisamente un ogro y tampoco es que quiera exactamente definir qué es lo que ha cambiado pero siento cierta distancia entre eso y yo... hoy que le conté a mi hermana dijo "sosiego" y sí, algo como eso.

Deben ser las experiencias. La Experiencia. La edad. La madurez.  Alguna cosa de esas, no sé.  Pero eso llegó después de unas arrugas.

martes, 6 de noviembre de 2012

La Sociedad

Un collage de temas que es una opinión que tengo sobre La Sociedad.

1.
Hace unos años cantaba en un coro femenino.  Nueve mujeres.  No hay necesidad de ponerle mucha imaginación a eso para acertar y decir que era complicado conciliar nueve temperamentos femeninos.  Tuvimos muchos problemas de toda índole: musicales, por la ropa que usaríamos para cada concierto, por los planes que haríamos, por los ensayos que tendríamos, por lo que comeríamos y también porque algunas de las integrantes querían que como agrupación transmitiéramos algún tipo de impresión homogénea en la gente que nos conocía.  El grupo se llamaba Trocatinte, nos ganamos varios apodos:
trocstars, rock y tinto y trocatontas son los que recuerdo.

La gente no nos soportaba, nadie nos aguantaba, todo el mundo decía que éramos muy pinchadas.  O eso decía una de las integrantes de Trocatinte.  El día que le preguntamos quién era exactamente "todo el mundo" nos dimos cuenta de que era ella y tres o cuatro personas más, cercanas a ella, las que tenían ese montón de opiniones que reflejaban el sentir de La Sociedad.

2.
La mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo.
Qué dirán los demás.

Pero uno se pone a mirar detenidamente y no da.  Yo no he podido saber bien quién es, quién conforma La Sociedad esa que opina sobre estupideces como la forma de ser de uno.  Probablemente soy yo.  Y sí, yo opino mucho sobre los demás.  Pero dudo mucho que mi opinión tenga fuerza.  Tal vez tendría fuerza si esa gente sobre la que sin criterio he opinado le diera importancia a lo que yo opino y viniera a reclamarme.

3.
Una vez, cuando tenía 17 años, la mamá de una amiga me vio dándome unos picos con un ex novio que para la época ya tenía novia nueva, en una fiesta en el Club Manizales.  Como toda la noche había estado con mi mejor amigo la amiga mía supuso que el tipo con el que me había visto su mamá era ese y se puso a decirle a "todo el mundo" que yo me había encarretado con Marcelo.  Como lo que estaba diciendo era parcialmente mentira y como yo tenía 17 años y a esa edad uno libra unas batallas todas pendejas, yo me fui con Marcelo para donde mi amiga y le dije que me dijera en mi cara la mentira que estaba diciendo.  A ella le importó cinco centavos aclarar que había hecho ese supuesto y que entonces yo contara con quién me estaba dando picos... y me tocó contarle a Marcelo, que no quería a Julián - el de los picos -, el pecado que estaba cometiendo... que sí era medio pecado dado que el hombrecito tenía novia y a los 17 años esas cosas son gravísimas (a esta edad de pronto también).  Tragedias romanas del siglo pasado.  El caso es que uno aprende que esos pecados se manejan distinto, dejando que la gente opine enredada, por ejemplo.

4.
Pero lo que quiero decir no es eso, ni remotamente... lo que quiero decir es que no importa si la gente acierta o no cuando opina sobre uno.  Y que tampoco debe importarle a nadie lo que uno opine sobre ellos.  Son todos juicios sin contexto porque nadie lo conoce a uno lo suficiente y uno no conoce a nadie lo suficiente y además nunca la sociedad podrá ser tanta gente junta o podrá tener una forma tan cierta como para que una cosa de esas, un chisme, una mala opinión, tenga consecuencias reales más allá de las consecuencias que tenga sobre lo que uno piensa de uno mismo.

5.
En estas cosas pienso mucho cuando evoco a La Sociedad Manizaleña que dicen que opina mucho sobre uno, que es implacable.  Y yo me pregunto mucho quiénes son y en este caso particular a veces creo que sí sé... es una gente de la que estuvieron contando cosas entretenidísimas hace poquito y yo celebro que den motivos para que hablemos bien de ellos. Ojalá me inviten a una de sus swinger parties, aunque deben opinar que a estas alturas, como todavía me falta marido, no tengo con quién jugar.

Sí tengo. Que me invite La Sociedad que yo quiero opinar con ella.
O que no me inviten, para poder criticar.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Pelagra

Mi papá y mi hermana son dermatólogos.  Hoy en la mesa del comedor, como en más o menos tres de cada cuatro almuerzos familiares, ellos estaban discutiendo "un casito muy bonito" de una señora que encontraron perdida y que mandaron para el hospital psiquiátrico (especulo, esa parte de la historia me faltó, una licencia), y que fue remitida a dermatología porque tenía una enfermedad de la piel.  Resultó que la señora tenía pelagra que es la enfermedad de las tres D: diarrea, dermatitis y demencia y que se manifiesta en gente que se alimenta mal, y que como consecuencia de eso no tiene una vitamina que se llama niacina, y que puede terminar en la muerte.  Pero a uno le ponen la niacina y lo alimentan bien y rapidito, rapidito  - así dijeron - se alivia y queda otra vez de combate.

Este casito tan bonito fue discutido en una página que tiene la Asociación Colombiana de Dermatología para la que mi papá aportó la historia del ¿descubrimiento? de la enfermedad.  Como amo a mi papá y la historia me parece muy interesante la subo al blog.

Ahí va:

A mí me parece de mucho interés el conocimeinto de como se fueron encontrando las explicaciones de las cosa que dan en la piel. Hoy ya vamos en las moléculas, pero por algo más grande empezó la explicación de todo.  Brevemente y con la pelagra: el maíz. Lo llevó de América a Europa digamos que Colón – aunque no nos conste -, allá lo sembraron por todas partes porque daba un rendimiento de 80 y tantos granos por grano sembrado. El trigo sólo daba 4 granos por grano, ¡pucha!, la dicha para alimentar marranos y campesinos.  Aparecieron males mentales y calenturas en la piel en toda esa gente y nadie sabía el porqué.  Mató a más gente que la peste y que Hitler hasta que un gringo dos siglos después, un señor Goldberg en 1900 y tantos, notó que a los indígenas de México y vecinos de Centroamérica, no les daba pelagra... ¿y eso por qué si también comen maíz? Elemental, por un detallito, ellos al maíz para hacer su tortilla lo dejaban por la noche “cuajando” en agua de cal y esa cal hace que el maíz suelte triptófano, precursor de la niacina, ¿y qué pasa con los que toman isoniacida?, este antituberculoso lentifica la conversión del triptófano de la dieta normal a niacina. Eso es todo, queda uno como más fresco, ¿o no?
Quizás me faltó decir -para que se entienda bien- que el maíz que comieron los primeros enfermos de pelagra no tenía ni triptófano y mucho menos niacina.
Jairo


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Luego de contar eso y dado que mi mamá y yo nos interesamos en el asunto, mi papá y mi hermana se pusieron a hablar de un museo que está en París, que se llama L´Hôpital Saint Louis donde hay unos moldes en cera (moulages) que son representaciones realistas de las enfermedades dermatológicas.  Antes de las fotos así se enseñaba a los médicos a reconocer las enfermedades.  En Colombia también la Universidad Nacional tiene algunos moldes.  La parte de la historia de la medicina me parece una nota y la dermatología tiene mucho que contar dado que es una especialidad tan evidente, está todo ahí a simple vista.  Muy bacano.  En esos almuerzos familiares de contenido dermatológico uno de cada seis resulta interesante.