domingo, 28 de diciembre de 2014

Madroños

Cuando manejo no me gusta parar en carretera. Venía pensando en eso y en que debe servir como metáfora de la vida. Me da pesar ser de destinos y no de recorridos. ¿Para dónde voy? Listo, cuanto antes debo llegar allá. Qué afanes tan tontos. Hoy vi en la carretera puestos de todo y me dieron ganas de todo, pero no paré, porque qué demora, qué pereza tener que volvérmele a pasar a todos esos camiones, qué ganas de llegar a descansar. De pronto si uno hiciera el viaje parando se cansaba menos, quién sabe. Seguro sí se goza más. Como la vida que se la pasa uno tratando de llegar a una parte toda vaga e indefinida y se pierde de lo demás.

Claro que yo sí creo que en la vida he sido del recorrido, lo que no sé es por qué no me comporto así cuando quiero parar por madroños.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Un turpial

No sé en qué irá la educación musical de niños y adolescentes por estos días. No sé si ahora dejan cantar a todo el mundo, si lo intentan con todos, si le dan una esperanza a los arrítmicos y desafinados. Creo que cantar puede ser para muchas personas una actividad gratificante aunque no lo hagan bien o incluso si lo hacen muy mal. ¿Por qué habría que privar a alguien de cantar solo porque no lo hace? ¿Solo porque no sabe que eso que hace no se llama cantar sino hablar con largas vocales hay que decirle que no lo haga? Tampoco sé si hay estudios que prueben que cantar tiene un efecto claro sobre la salud o sobre alguna otra cosa, pero sin duda tiene un efecto sobre el espíritu. Yo me desaburro cantando, si estoy sola canto, si estoy con amigos canto; la música que me gusta es la que puedo cantar, la que me sé. Y casi que exclusivamente es la música que oigo, la que puedo cantar o la que me gusta lo suficiente como para aprenderme su letra. Cuando pongo música clásica —cada vez menos, qué pesar— voy directo a las obras que alguna vez monté y a los pedazos que todavía recuerdo. Y si es de esa que no tiene letra entonces tarareo. Lo que me gusta es reproducir sonidos con la voz, cantar. Por lo mismo, si tengo que hacer algo que me exige concentración, no puedo poner nada que conozca, porque cantar le va a ganar a cualquier otra actividad. Por eso paso mucho tiempo en silencio, porque luego se me olvida poner música y porque cuando la pongo es porque quiero cantar. Cantar, cantar, cantar.

___________.

Cuando estábamos en sexto o séptimo de bachillerato llegó una profesora de música nueva al colegio. Guitarra terciada y todas las capacidades para, por fin, armar un coro decente para cantar en las misas y en los actos de clausura del Gimnasio los Cerezos. Empezó con las clases y nos enseñó un canon sencillo. Repetimos el canon hasta el cansancio y después vino la audición para pertenecer al coro.

Nos hicimos todas en fila y cada una cantó el canon completo sola y a capella. Al lado mío estaba Pamela. Yo sabía que Pamela no cantaba porque uno sabe esas cosas y porque además ella y yo nos íbamos juntas todos los días en la ruta del colegio, cantando. Cantábamos casi siempre. A veces pienso que soy buena contralto de coro por ese entrenamiento que hice con Pamela —y con otras niñas del salón— de cantar una línea afinada sin importar qué estuvieran cantando ellas. Pamela no cantaba. Creo que es por un problema de respiración: ella exhala aire de sobra para cada sílaba y así no hay nota que afine. Es como tratar de que una bomba llena de aire emita un sonido por su boca entrecerrada, si uno logra controlar la salida de aire se produce un pito, pero si lo deja salir todo muy rápido... Bueno, no suena nada. Creo que ese es su problema, el aire, no el oído. En teoría creo que Pamela podría cantar si aprendiera a controlar la salida de aire, pero en la práctica, no canta.

Ese día sucedió un milagro. Pamela cantó el canon perfectamente de principio a fin. Todas las notas. Yo la miraba impresionada y ella veía a la profesora con esa autoconfianza de mentiritas que no dejaba saber que estaba insegura; yo sabía que estaba asombrada de sí misma y que eso no era lo que esperábamos que sucediera. Mientras cantaba cada una de las sílabas del canon yo la miraba —y ella lo sabe— como esperando a que el acróbata se resbalara, con la misma angustia y el mismo deseo de tenderle una red debajo de la cuerda floja. Ese día el canon, que es cortico, se me hizo eterno en la voz de Pamela:

En-la-ra-ma-del-no-o-gal
Can-tay-tri-na-un-tu-ur-pial
Tra-la-la-la-la-la-la-la-la-la-lá
Tra-la-lá
Tra-la-lá

Pamela terminó de cantar y me miró con cara de satisfacción. Yo la miré y me alegré sinceramente. Todo ese entrenamiento coral de la ruta del bus había surtido efecto. Creo que las dos terminamos pensando ese día que ella sí cantaba y que habíamos estado equivocadas todo el tiempo. Y lo mismo pensó la profesora, Pamela entró al coro.

Lo terrible sucedió días después cuando la profesora se dio cuenta de lo que nosotras ya sabíamos. Ya lo sabíamos, pero eso no impedía que Pamela estuviera feliz de pertenecer a un coro al que probablemente no tenía mucho que aportarle musicalmente, pero en el que de todas maneras hacía algo que la mantenía contenta: cantar.

La profesora decidió un buen día que había que hacer otra audición con el fin único y exclusivo de sacar a Pamela. Ese día repetimos el ejercicio y el mismo milagro no podía suceder dos veces. Pamela se desafinó y al final la profesora decidió que todas volvimos a pasar al coro, menos ella.

Hoy nos da mucha risa acordarnos de eso, pero creo que es de las cosas más crueles que nos pasaron en el colegio. Darwin, la supervivencia del más fuerte y un turpial desafinado al que le dicen que mejor lea.

sábado, 25 de octubre de 2014

10 maneras de pasar una noche de frío desde la soltería sin ansiedades

Esta entrada de blog pretende llenarte de inseguridades que no sabías que tenías. Estar solo es terrible, porque claro, estás solo, pero sobre todo y lo más importante, se ve mal. Hay maneras de disimular. Aquí te ayudamos a pasar una noche —viernes, digamos— en la soledad de tu casa sin ansiedades y sin que nadie lo note. Toma papel y lápiz, anota:

1. Si un árbol cae en la mitad del bosque y nadie está ahí para oírlo, ¿hace ruido al caer?:
No hay necesidad de publicar en redes sociales que estas solo un viernes. Desaparece. Que todos crean que estás de rumba. Al día siguiente puedes publicar en Facebook que tienes mucho guayabo, poner un tuit diciendo que te duele la cabeza o una foto en Instagram del suculento desayuno con un sugestivo hashtag #CaldoLevantamuertos. Todos pensarán que te fuiste de rumba y que no estás desaprovechando la vida.

2. Compra un litro de helado:
Sí, hace frío y estás solo, pero el helado en soledad reconforta. Qué bueno que no tienes que regalarle ni un pedacito a nadie. Alégrate, ese litro es únicamente para ti. El azúcar tiene ese efecto maravilloso que simula la felicidad. Qué importa que no lo sea, solo necesitas un par de muletas emocionales para atravesar el trance de una noche de soledad... O diez.

3. Mal de muchos, qué bueno que tuyo no. O de cómo fortalecer tu amargura:
Piensa en todas esas parejas que pasan por mal momento y agradece que no eres una de ellas. Agradece con fuerza. La vida es mejor así, solo. ¿Para qué se necesita gente? La gente es un estorbo. No llores. Mejor solo que mal acompañado. Pero no llores. Que no llores. Está bien, llora. Pero no le cuentes a nadie.

4. ¡Fiesta para uno!:
¿Quién dijo que necesitas amigos o pareja para emborracharte? Compra dos botellas de vino, comida,  pon música y prepárate para una noche loca en compañía de ti mismo. Cuando estés borracho no temerás los juicios y publicarás sin temor de Dios las fotos, videos y estatus de lo divertido que puedes ser tú solo. No solo no te harán ningún juicio por ser capaz de entretenerte solito sino que despertarás la admiración de los acomplejados que recurren a los primeros tres trucos.

5. Plumas en el nido muy a las ocho de la noche:
Así, sin más. Prepárate para los comentarios "¿ya?", "¿tan temprano?", "¿a esta hora?". Contesta si estás de humor, o no contestes, como quieras.

Esta entrada debía tener 10 puntos, pero no se me ocurren más. Qué importa, este género literario no se caracteriza precisamente por el rigor. Así que hasta aquí llegamos.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Ortega y Gasset

Uno es un montón de cosas y también, en buena parte, la consecuencia del momento por el que pasan los papás cuando lo están educando. Lo digo de manera compasiva.

Es decir, uno es rápido para juzgar a los papás despiadadamente, pero lento para entender que son falibles y que además no necesitan, ni pueden esperar, por el permiso de uno para serlo. Son como pueden. Como hijo uno tiene un montón de expectativas puestas en unos adolescentes. Unas personas que comienzan a educarlo a uno cuando no han ni empezado a comprenderse.

Mi papá era, es, un adolescente. Al que amo, por supuesto. Durante mucho tiempo lo admiré por eso, por ser un rebelde de siempre. Sus circunstancias son las suyas —un papá muy bravo, esa educación paisa, su juventud en los 60—; no quiero explicarlo a él, pero terminé psicoanalizándome con base en eso. Ejercicio de navegación del que soy fan, solo que esta vez creo haber encontrado tierra.

Jairo nos educó para ser seres humanos y no para el rol de mujeres. Es por eso que, creo, mi hermana y yo no somos detallistas, ni especialmente tiernas, ni las más dulces, ni atentas o serviciales, ni muy maternales, ni tenemos esa costumbre femenina y paisa de andar cuidando a los otros. No se nos ocurre preguntar si los demás tienen hambre para luego irnos a la cocina a preparar algo. No somos las mejores anfitrionas; hacemos un esfuerzo demasiado consciente cuando nos toca. Cocinamos lo que hemos tenido que aprender: en mi caso algunos platos complicados que me salen más o menos bien y en el de mi hermana huevo con arepa. No tenemos la cocina llena de coquitas y, aunque nos encantan los implementos culinarios, no compramos nada de eso porque sabemos que para qué. Nos molesta que en la familia subsistan costumbres como "sírvale a su tío Aurelio" cuando él es perfectamente capaz de servirse solo y hemos dado un montón de peleas, cada una a su manera, con el único objeto de conservar la independencia de criterio en una cultura paisa que no es muy dada a tolerar eso.

"Yo soy yo y mis circunstancias", "no me etiqueten", "no permitan que las etiqueten", "vivan y dejen vivir", "no traguen entero", "lo que la sociedad opine no importa", "no te metas en mi vida que yo no me meto en la tuya", "tú verás, ya estás muy grande", "sé auténtica, sé tú", entre otras, fueron algunas de las frases de mi papá para educarnos a mi hermana y a mí. Creo que las dos compramos el paquete completo porque mi papá no solo las decía sino que las practicaba, daba ejemplo. Fue un papá absolutamente respetuoso de nuestra independencia y exigía para sí mismo ese respeto de una manera radical, incluso cuando hubiéramos tenido derecho a hacer alguna exigencia no se nos permitía. Y todo tiene un límite, pero nosotros creo que conocimos poco de ese.

Cuando pienso en los valores que esos mensajes llevaban, —la independencia, la libertad, la autenticidad— concluyo que son valores que preparan para la soledad. Y mi papá también en eso ha dado ejemplo, es una isla.

Muchas veces me pregunto por qué no he compartido mi vida con nadie, no solo con una pareja, sino también con los amigos y la familia. Que Ana María es muy independiente es una frase que he oído desde chiquita, pero que con los años se ha vuelto cada vez más repetitiva. Y creo que la explicación es esta. No cabe alguien cuando uno tiene tan poco terreno dispuesto para ceder.

Mi papá nos educó durante su adolescencia rebelde. Durante su deseo de ser él sin que nadie lo jodiera. Y nos educó para no dejarnos joder por nadie, así, con resistencia. Creo que estas son las consecuencias. Termina uno escribiendo sobre estas cosas porque en la soledad solamente jode uno, que jode más que suficiente.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Trocatinte

Este debe ser el décimo sexto intento de escribir sobre Trocatinte.

Hace 15 años pertenecí al primer coro de cámara de mi vida. Éramos nueve mujeres. María Adelaida Robledo, que en esa época estudiaba Licenciatura en Música en la de Caldas, nos convocó a todas. Creo que ha sido una de las experiencias más tremendas por las que haya pasado en mi vida.

Como uno siempre piensa que las cosas que le pasan son las más especiales que hay, yo estoy convencida de que contar la historia completa de ese coro daría para novelón. Me propongo apenas una entrada de blog. Tengo que resumir. Vale la pena mencionar algunas cosas puntuales para que se entienda qué hizo esa experiencia tan impresionante en mi memoria:

  • En primer lugar habría que decir que esa experiencia fue enriquecedora musicalmente, pero eso no fue, ni de lejos, lo más importante.
  • Ensayábamos dos veces a la semana por un espacio de dos horas. Pero lo cierto es que llegábamos a las 7 de la noche y no sabíamos a qué hora sería la salida. Siempre, casi sin excepciones, teníamos que discutir alguna cosa: el vestuario, el nombre, el repertorio, las presentaciones, el compromiso con el noneto, el comportamiento general de todas, el temperamento de aquella y la cosita que me chocó de esta.
  • De las nueve integrantes del coro tal vez tres tenían un temperamento tranquilo. 
  • Yo era la mayor, tenía 26 años. La menor tenía 16. En promedio éramos unas adolescentes.
  • Si no hubiera sido por Paula Restrepo, que era sensata, nos hubiéramos terminado matando. Todas reconocemos eso.
  • Varias de las amigas que todavía tengo y que más quiero pertenecieron a ese coro. Las experiencias intensas unen como si fuera pegaloca. 
Y algunas anécdotas para ver si se alcanza a apreciar qué fue todo lo que nos pasó ahí:

Lo primero que hicimos fue El Canto de la Rana de José Sanchís Sinisterra, una obra de teatro con Tuto Muñoz y su compañía Punto de Partida. Un monólogo donde Cosme Pérez, que es un actor, trata de librarse, en medio de una borrachera, del personaje que ha venido interpretando durante toda su vida. Ahí Trocatinte participaba como las alucinaciones musicales del borracho. Con esa obra nos fuimos para Venezuela a participar en el Festival Itinerante de Occidente de ese país. Estuvimos 15 días montadas en una furgoneta recorriendo el occidente venezolano.

Muchas cosas nos pasaron en ese viaje pero voy a escoger una sola para contar aquí. Jenny Moreno, para la época mezzosoprano de Trocatinte, había sido diagnosticada recientemente con nódulos en los pliegues vocales. Le habían prohibido hablar, cantar, musitar, suspirar y respirar. Estaba llena de paranoia porque podía ser que no volviera a cantar nunca. En medio de su terror exageró en el tratamiento y se alivió rápidamente, pero la paranoia subsistió y nos la contagió a todas. Dentro de las recomendaciones que le habían hecho para no empeorar la situación estaba la de no hablar ni cantar en carros, buses, busetas, ni en nada que tuviera un motor que exigiera un esfuerzo vocal. Debido a eso todo el recorrido que hicimos desde Manizales hasta Venezuela y dentro de ese país estuvo marcado por un silencio de monjas de clausura como recomendación y con la vigilancia de Jenny. Llegando a Santander yo intenté cantar un poquito de lo que estaba sonando en el radio y de inmediato me reconvinieron desde la parte de atrás del carro: "Anita, shhh", con picada de ojo para aligerar el regaño.

Trocatinte, colores mezclados, nos pareció perfecto, ajustado a la cantidad de personalidades que había que representar con un nombre. Ahí llegamos después de varias discusiones eternas. Nueve mujeres que se habían propuesto decidir todo por consenso. Al día siguiente de haber tomado la decisión resultó que a algunos familiares y amigos les había parecido que eso era muy enredado, muy feo y que sonaba a trabalenguas. Casi naufragamos. Aprendimos, en medio de una discusión, que no se puede esperar que a todo el mundo le guste lo que uno hace o las decisiones que toma. Eso, que suena tan obvio, no lo era para nada. Al parecer no queríamos que nadie nos criticara por ningún motivo y muchos de los problemas que tuvimos en Trocatinte se dieron porque "de nosotras dicen que somos muy creídas", "de nosotras dicen que somos muy alborotadas" y cosas por el estilo. Para colmo de males el nombre dio para mil chistes y fuimos conocidas como "Rock y tinto", "Trockstars" y mi preferido "Trocatontas". 

Otro momento memorable de Trocatinte fue cuando no sé cómo decidimos que unas fotos bien femeninas para hacernos con el grupo podían ser unas donde las nueve estuviéramos desnudas. Wow, qué idea tan maravillosa. Paula, la sensata que mencioné antes y que contaba con toda la credibilidad dentro del grupo, nos convenció del potencial de esas fotos. Nueve mujeres, desnudas, bien divinas, medio tapadas con unas pashminas, en unas poses totalmente inocentes y, por supuesto, en blanco y negro. Nada vulgar, qué tal. ¡Gran idea, qué belleza! Hubo algunos comentarios en contra pero fueron acallados con palabras como "mojigatas", "eso no tiene nada", "no se trata de salir pierniabiertas", "a nadie se le va a ver nada", etc. Pues nos tomamos las benditas fotos en bola. Creíamos que sería fácil, cuestión de ponerse ahí y actuar natural. Un fracaso. Se necesita toda la actitud y se necesita emparejar nueve actitudes. Yo creo que nos faltó trago. Salimos en todas las fotos haciendo pucheros de incomodidad. De ese tema no volvimos a hablar. 

Pero lo más tenaz fueron tantas discusiones. Éramos románticas, adolescentes, apasionadas y convencidas cada una de su propia forma de querer hacer las cosas. Y por eso mismo, después de cuatro años, se terminó Trocatinte. Aprendimos y repasamos nuestros defectos. Todas salimos con una lista bien completa de las debilidades de carácter que teníamos. Yo supe que soy torpe, mandona, intolerante, impaciente, agobiante, creída,  rosquera, sabionda y medio hijueputa. Eso sí, afinada y muy juiciosa para estudiar. Estoy segura de que cada una podría contribuir aquí con su propia lista de defectos y virtudes de las que tuvo conocimiento gracias al feedback de las otras niñas del coro.



La lista de Trocatintes da más de nueve por circunstancias que harían más larga esta entrada y ya quiero terminar, pero sí quiero dejar constancia de sus nombres. En la foto de arriba: Paula Restrepo, María Adelaida Robledo, Jenny Moreno, Mónica Aranzazu, Ana María Mesa, Juliana Zuluaga, Tatiana Londoño, Yolima Hurtado y Lorena Zuluaga. En la foto de abajo sale Carolina Guacaneme de primera a la izquierda. Luego pasaron por el coro otras niñas, pero esas diez componen la formación inicial y la que pasó por lo más difícil. Con cada una de las que se iba saliendo se iba acabando algo de la magia que hizo que eso fuera tan duro y tan bueno.



En la música siguen María Adelaida, Jenny y Mónica. Esta semana oí cantar a Jenny después de muchos años, ella se fue para Portugal a estudiar, todavía estoy asombrada con la voz que le oí y que es otra distinta de la que tenía cuando cantábamos juntas, "un profesor", fue lo que me dijo "en Manizales no hay escuela de canto". Le dije que teniendo por fin ese punto de llegada de pronto era capaz de escribir esta entrada.


domingo, 31 de agosto de 2014

Tebas Land, otra reseña del FIT de Manizales

Tebas Land de Complot de Uruguay.
Escrita por Sergio Blanco

Es una historia de amor entre dos hombres, mi planteamiento favorito en el mundo mundial. Un escritor, S, quiere escribir una historia sobre un parricida, Martín. S también es el narrador de la obra. Y el actor que hace de Martín también hace de Federico, el actor que interpreta a Martín. Un actor que hace de un actor, Federico. Y un narrador que hace de un escritor, S.  Para resumir, son 4 personajes en escena.

La historia se desarrolla en una cancha de basquet enjaulada que es donde suceden los encuentros entre S y Martín y que es el sitio en el que se van conociendo, muy despacio, y en el que se van encariñando.

Luego me encontré con Sergio Blanco y lo entrevisté sobre la obra, le dije mi idea esta que tengo sobre las historias de amor entre dos hombres (sobre la ausencia de drama) y me dijo que él no opina lo mismo que yo. Que todas las historias pueden ser dramáticas, entre dos hombres, dos mujeres, un hombre y una mujer. Y sí tiene razón, pero creo que yo también. Me gustan las historias de amor entre dos hombres porque no ve uno mucho empalague, tengo que precisar que a eso es a lo que me refiero. Puede ser que sí haya drama, por supuesto, pero creo que lo que me gusta particularmente de esta obra es que uno ve el amor sin que nadie lo ponga en evidencia. Sin que nadie mate la magia de que todos sabemos que están enamorados y ninguno dice la palabra amor. Pura magia eso.

Me parece absolutamente hermoso.


La foto la tomé de aquí: http://www.deboralachter.com.ar/lo-que-hicimos/el-festival-de-teatro-de-rafaela-anuncia-la-programacion-de-su-decima-edicion/

Una reseña del FIT de Manizales: El amor de las luciérnagas.

El amor de las luciérnagas, presentada por Los Guggemhein de México.
Escrita por Alejandro Ricaño.

Es la historia de una escritora joven, María, que en medio de una tusa decide irse a Bergen, Noruega, donde no hay nada qué hacer, más que emborracharse. En un mercado de las pulgas compra una máquina de escribir que está embrujada y en medio de una borrachera escribe que quisiera tener un clon que no tenga ninguno de sus defectos y que se haga cargo su vida porque ella ya está muy cansada. El deseo se hace realidad. Como el clon es perfecto y, por lo tanto, puntual, se apodera de su vida porque llega primero a todo: al aeropuerto, a México, donde su mamá, donde su ex novio. Solo su mejor amiga, Lola, la acompaña a tratar de encontrarse a ella misma en un viaje por todo Centroamérica; allí se ha ido el clon con su ex novio. En el camino María conoce a Ramón, un constructor de laúdes, con quien vive un "tórrido romance", es decir, se lo come una sola vez. Cuando por fin la encuentra se ve a sí misma en una relación tranquila y plácida que ella sabe que no sería capaz construir y decide abandonarle su vida al clon y devolverse para donde Ramón, ese campesino sosegado, con quien sabe que vivirá una vida menos exigente que la que ha dejado atrás.

De esta obra me gustó todo: los actores, la escenografía —200 lucecitas colgadas del techo, un piso en tablones de madera—, los colores de la utilería, la historia y el modo de contarla. En la reseña del programa de mano dice que es comedia y uno sí se desbarata de la risa, pero a mí me parece tragicómica, puede ser porque yo salí llorando.

Para destacar y seguramente es de lo que más me acuerdo porque me pareció chistosísimo: la confesión de María con un cura que ha decidido vender un paquete promocional tres por uno que consiste en bautizo, primera comunión y confirmación. Durante la confesión el cura pregunta si María se masturba. Ella le dice que para qué quiere saber eso. Él le dice que no es él quien quiere saber sino el Señor. María pregunta que cuál señor. Ahí la narración se desvía y cuenta de las relaciones sexuales de María con Rómulo (el ex novio), y de cómo él aprendió, leyendo en una revista, que los hombres deben preocuparse porque sus parejas tengan orgasmos. Cuando Rómulo logra que por primera vez María tenga varios orgasmos ella se empieza a masturbar continuamente, en todas partes, recordando ese momento y dice que cuando el cura le preguntó si se masturbaba lo que temió fue que hubiera alcanzado a oler en ella que acababa de hacerlo en el baño de la iglesia.

Para mí fue la mejor obra de todo el festival y la segunda que vi el día de la inauguración. Chistosa, bonita, conmovedora, inteligente. Bella.

Voy a ver si soy capaz de escribir sobre las otras obras que más me gustaron: Tebas Land de Complot, Matando el tiempo. Primer acto inevitable: nacer de La maldita vanidad y Un poco invisible de Maleza. Y también de lo que menos me gustó: Caperucita galáctica de Insectotropics.

Este blog no promete nada.

(La foto la tomé de aquí: http://chilangabanda.com/2012/09/03/teatro-el-amor-de-las-lucirnagas-todo-septiembre/)

miércoles, 2 de julio de 2014

Diligencias

El primero que me atendió fue el guarda de seguridad que me indicó que tenía que pasar a una ventana (la número cinco) en la que me darían el dato que necesitaría para hacer el resto de la averiguación que fui a hacer a esa oficina del Estado. No me choca esa actitud de dueños del negocio que tienen los guardas de seguridad, a veces parece que son los únicos que saben bien cómo funcionan las cosas en medio de tanta burocracia.

Esa ventana a la que me dirigí en primer lugar es una "oficina" que le acomodaron a una esquina que estaba hecha para ser esquina y que convirtieron en dependencia a las malas. Tiene una entrada incómoda y está instalada contra una ventana de una oficina interna. Es decir, de ergonomía, ambiente propicio para el trabajo y salud ocupacional, nada.

La señora que me atendió ahí me preguntó la cédula y buscó mis datos en un computador. Se enredó porque a nombre mío le salían tres resultados y yo solo estaba preguntando por uno de ellos. Así que para desenredarla le dije que necesitaba los tres. Que me hiciera el favor de pasarme los tres datos.

Imprimió cinco hojas y media. Y media. Cortada por la mitad. La impresora está mal configurada e imprime texto encima de la línea divisoria que hay entre hoja y hoja. Un desperdicio de papel increíble para tres datos que necesitaba.  Por esta parte del trámite me cobró $3.600. Por buscar tres datos en un computador y pasármelos impresos en cinco hojas y media.

Antes de irme de esa ventana la señora me dijo que tenía que escribir los datos que me había dado en una hojita pequeña para poder hacer la averiguación completa en las ventanas siguientes. Es decir, las cinco hojas y media que me pasó no servían para pasarlas a la persona que con esos dato ubicaría mis papeles. No. Yo tenía que escribir los datos nuevamente en una hojita pequeña. Es decir, ellos saben que esa cantidad de papel para tres datos es innecesaria, estorbosa, poco eficiente, hay que buscar mucho y quieren que uno reescriba los datos impresos en una hojita pequeña. Para lo cual, como no, tienen dispuesto un mesón de banco con hojitas pequeñas y lapiceros amarrados por cadenas para que nadie vaya a robar la propiedad del Estado.

Hice lo que me ordenaron porque soy obediente.
De ahí en adelante todo fue más fácil, eso sí.

Fui a la ventana número uno donde me informaron que debía cancelar $40.000 por toda la averiguación. El señor se ofuscó porque en el papelito en el que anoté los datos no puse también mi cédula y sin ese dató cómo podía saber él a nombre de quién iba a hacer la factura. El señor en la ventana número uno es el que hace las facturas. La ventana número uno sí es una ventana hecha para ser ventana en propiedad. Tiene su entrada muy cómoda y está ubicada en un espacio diseñado para que una persona preste un servicio, que en este caso es la generación de una factura.

Pasé a la ventana número dos. En esa pagué los $40.000 y me entregaron la factura generada en la ventana número uno. El señor de la ventana número dos tiene también un sello que me puso en la factura para que constara que ya había pasado ahí.

No había nadie en la ventana número tres aunque existe esa ventana y hay un puesto de trabajo listo para ser usado. No sé por qué no ponen ahí a la señora de la ventana número cinco que está tan incómoda en esa esquina fría y apartada.

En la ventana número cuatro la señora me exigió la factura con el sello y revisó los papeles que salieron de la fotocopiadora y que eran, en definitiva, los que yo había ido a buscar. No sé qué fue lo que revisó, pero los miró uno por uno, muy rápido y con esa información tomó la decisión de cómo iba a poner el gancho de la grapadora. Le puso un sello a cada hoja, otro a la factura y me los entregó. Ella también tenía un sello y sabía cómo usarlo.

Yo fui la única persona que atendieron otras cuatro durante los más o menos 10 minutos que duró todo el trámite.

Me gusta todo ese empleo que genera el Estado. Qué ineficiencia, eso sí.

martes, 1 de julio de 2014

Dos adultos

(Hablar sobre mi papá sería más cómodo si este blog no lo visitara nadie, pero igual hay cosas que uno tiene que hacer así lo estén mirando dos o tres personas).

Hoy le expliqué a mi papá por qué desde hace mucho tiempo no le cuento casi nada.

La verdad es que recuerdo muy bien el día que tomé la decisión de no volver a hablar sobre mis cosas con mi papá y mi mamá. No recuerdo el motivo, pero me comprometí a fondo con eso. Mi papá se dio cuenta muy rápido porque éramos muy amigos y me lo reclamó varias veces. Nunca pude explicarle bien por qué no quería hablar de mis cosas.

Pero mi papá y yo logramos tener hoy esa conversación.

Y le dije y quiero que él pueda leerlo siempre que se le olvide:

Entiendo que se preocupe por mí, es perfectamente entendible que un padre se preocupe por lo que le pasa a un hijo, eso no lo voy a discutir, ni tampoco quisiera que cualquier noticia mía le valiera huevo. Sin embargo hay dos cosas que me molestan cuando trato de contarle algo:

1. Aunque sus palabras, las que salen de su boca con la conciencia clara de quererme decir algo son de apoyo a la persona que soy, muchos de sus actos, o esas otras palabras que se dicen sin querer, como reflejo durante una conversación, son de desconfianza con lo que hago o lo que quiero hacer. Sé que he dado muchos motivos en el pasado, entiendo que haya temores frente a mi manera de hacer las cosas, porque además he resultado "rara", difícil de entender, distinta. Pero yo no puedo cargar con ese tipo de desconfianza porque pesa espantosamente. Así que suelto la carga a un lado y sigo con mi vida sin esa presión.

2. No me gusta que me den consejos. Como a él. En eso somos idénticos. Soberbios. No nos gusta que nos opinen sobre nada de lo que hacemos. Así que cuando me dice que con relación a tal cosa yo debería hacer tal otra he contestado muchas veces con palabras muy fuertes que son las mismas suyas para exigir respeto por su "yo con yo". Y como los dos somos adultos, pues ahí está, ya no podemos irrespetar el derecho que tenemos de querer ser islas.

Además dije que aunque tiene todo el derecho de opinar lo que quiera sobre mí o sobre lo que hago, también es cierto que yo tengo todo el derecho de no prestar ni cinco de atención a esas opiniones. Y que aunque tiene todo el derecho de decirme lo que cree que debo hacer, yo tengo todo el derecho de no hacer nada de lo que me dice. Y que eso es lo que generalmente hago, por una cosa muy sencilla: yo no soy él.

En estos días pensaba que mi papá me crió para independiente, crítica, auténtica y libre. Creo, y no quiero que suene a sarcasmo, que estas son las consecuencias. No me gustan del todo, creo que han terminado por aislarme de mucha gente, de él, entre otros.

Luego de todo eso le conté la historia que desató esta conversación y mi papá hizo un esfuerzo bello por oírme sin juzgarme y sin darme consejos. Aunque no lo logró del todo lo amo por eso.

lunes, 30 de junio de 2014

Casados

En estos días le preguntaba a un amigo por qué los tipos casados echan los perros tan descaradamente —de acuerdo con mi experiencia personal, así es— y le ofrecía una hipótesis: los tipos casados coquetean descaradamente porque tienen a mano la excusa de salida. "Yo te advertí que soy casado, amo a mi esposa y jamás me voy a separar; no puedo darte nada más, solo puedo ofrecerte esto, sé que no es mucho, sé que no puedo darte todo lo que te mereces, quisiera darte más, pero realmente no puedo, yo te lo dije desde que empezamos a hablar". Así que la responsabilidad es toda de uno. Uno verá si, después de semejantes advertencias, se mete en algo como eso a sabiendas de que terminará lastimado. No lo recomiendo. Se ve muy poco que los tipos casados terminen por separarse. Y en caso de que lo hagan se ve muy poco que los tipos casados comiencen una relación seria con la persona que estuvo ahí en medio del triángulo amoroso. Y en caso de que terminen casados con la tercera en discordia, la nueva pareja suele cargar con la culpa de haber hecho infeliz a otra persona en el proceso. Sobreviven pocos parejas como estas al final de todo el alboroto, debe ser amor verdadero. Digo todo esto desde mi alcance del mundo, puede ser que esté completamente equivocada.

He visto varias amigas que se meten en cosas como esas bien advertidas de que eso —amantes— es todo lo que serán y que después reclaman y exigen. A mí, que no me gusta quebrar los compromisos que hago, me ha parecido que eso es desleal, aunque no sea una relación basada precisamente en el valor de la lealtad. Cuando mis amigas se han puesto a decir  cosas como "él tiene que tomar una decisión ahora que me ha dicho que me ama" puede que tengan razón, pero a mí me parece que iban con esta idea desde el principio y que lo que querían era sonsacarse al tipo y no tanto "amarlo así como es, con todo y su matrimonio" que es lo que inicialmente proclamaban. Aunque tengan razones válidas para reclamar responsabilidades sobre las cosas que pasan una vez el tipo asume una relación por fuera de su matrimonio.

Qué tema tan enredado y difícil.

El caso es que mi amigo me dijo algo para que deje de ser injusta con los tipos casados: "los hombres podemos ser unos hijueputas, pero unos hijueputas no es lo único que somos". Sí, tal vez deberían empezar por no coquetear nada, nada. Ni una sonrisa, no abrir la puerta de la simpatía porque por ahí se mete el deseo, no sé. Pero también es cierto que muchas veces son tipos que no calculan hasta dónde puede escalar una sonrisa y que no tenían intención de que escalara a ninguna parte. Luego las consecuencias de un coqueteo inocente parecen tener vida propia. El deseo, la novedad, el enamoramiento, la curiosidad son motores muy poderosos.

Espero no sonar moralizante porque soy del modo de pensar de que arrieros somos y en el camino nos encontramos. Este tipo de cosas no hacen a la gente buena o mala. Son cosas que pasan y ya. Esa es la vida, un montón de riesgos y no es posible escapar de todos ellos. Evitar el dolor de la gente que amamos es un buen propósito, pero a veces no será posible que lo hagamos si es que, además, queremos hacer felices a la primera persona que nos encargan: nosotros mismos. ¿Muy egoísta? Sí. Alguien dijo que soy "buena hija de mi época" y este que nos tocó parece que es un mundo muy individualista.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Espectáculos

Si me ponen una orquesta sinfónica voy a mirar al instrumentista que más se mueva.
Si me ponen una orquesta sinfónica con un instrumento solista, voy a mirar al solista.
Si me ponen una orquesta sinfónica con un instrumento solista y un coro, voy a mirar al coro. (Esto tal vez sea deformación profesional).
Si me ponen una orquesta sinfónica, con un coro y un cantante solista, voy a mirar al cantante.
Si me ponen una orquesta sinfónica, con un instrumento solista, con un coro, con un cantante principal —una soprano, un tenor o lo que sea— y me ponen una persona bailando, voy a mirar al que baila, aunque lo haga mal y aunque no esté adelante de todo eso, por el mismo motivo por el que si me ponen una orquesta sinfónica voy a mirar al que más se mueva.

Me encanta ver bailar.

El que baila bien lo pueden poner solo en el escenario y para mí es un montón de entretención.

lunes, 19 de mayo de 2014

Cómo querer de vez en cuando

Arránquese el corazón. Deposítelo en un plato a un lado. No lo vuelva a determinar y déjelo irse arrugando. Examine semanalmente que sigue latiendo constante. Sin mucho cariño ni atención revise que todavía salte.

No se quite la sonrisa. No pierda la sonrisa. La necesitará para enamorarse. Entienda que para estirar unos músculos faciales solo se necesita la voluntad de que permanezcan de esa manera, rígidos hacia los lados. Ríase con la cara completa, no olvide los ojos y las cejas. Si no lo logra imite a alguien. Si después de eso sigue sin saber cómo ejecutar una sonrisa honesta hágalo con el hígado, nadie notará la diferencia.

Y quiera. Desee. Déjese llevar por esa emoción que se llama enamoramiento. Pero no ame. Llénese de emociones que no encuentren dónde situarse. Sáquelas también desde cualquier parte. El corazón no es el único lugar de su cuerpo con la capacidad para sentir y eso Usted lo sabe.

Cuando haga falta tome el corazón del plato. Póngalo en su lugar y déjelo que haga su parte. Por fortuna el corazón actúa rápido. No lo deje más de media hora. Retírelo cuanto antes.

De manera simultánea apiádese de Usted mismo y evádase. Déjese ir. Esto no dura lo suficiente como para que el desamor lo mate. Antes llegará un buen cáncer.

Y no llore, es receta para corazones débiles que no frágiles.

Si ya entendió la mecánica lea nuevamente. Cámbielo todo, haga exactamente lo contrario. Deje de cuidarse con cinismo el corazón y ame.

Publicado originalmente aquí para +Oscar Rodriguez 

Cualquiera

Lo maluco de hablar de política es que hay que sustentar las posiciones. Hablar en público, digo. Y no tengo como sustentar nada de lo que voy a decir porque me falta leer teóricos.

El caso es que no me gusta la democracia porque me parece mala idea que CUALQUIERA pueda ser presidente, o senador, o concejal, o diputado, o miembro de una junta de acción comunal, o administrador de un edificio. Eso no debería ser para cualquiera, debería ser para personas capacitadas para hacerlo, para un buen candidato entre los ciudadanos que quieran hacerlo. O algo así, la idea es esa.

La democracia tiene eso de bonito: cualquiera, ay, qué lindo. Pero bonito no es bueno. Es una bonitura como la de las buenas intenciones que tapizan el camino hacia el infierno. Que es exactamente donde nos encontramos. Usted está aquí.

Sí, muy bonito y como para idealistas ingenuos y cándidos, que CUALQUIERA pueda ser senador. Y por eso tuvimos a ese señor lustrabotas en el Concejo de Bogotá. Y qué pena pues yo lo poco respetuosa de nuestras instituciones, y qué pena también discriminar al señor lustrabotas, pero, ¿qué puede hacer un lustrabotas de este país, educado en este país, educado de una manera en la que solo alcanzó a ser lustrabotas porque las oportunidades que le dio este país no le dieron para más, por este país? Nada, no puede hacer nada, lo único que puede hacer es sentarse en su curul el tiempo reglamentario para ganarse una pensión vitalicia que pagamos todos, ¿por hacer qué? Nada. Y creo que ni nada hizo, porque no fue.

Algo de justicia tiene eso, también. Claro. Este país que le niega una oportunidad de buena educación a este señor, es el mismo que colectivamente vota por él por un sentimiento de entre compasión y "nos hace mucha gracia" —decisión marcada también por la ignorancia— y equilibra en algo la distribución de la riqueza.

Pero, ¿puede devolver el señor lustrabotas algo de lo que el país le da? No, no puede. No puede y no hay cómo exigírselo. Sería injusto en todo caso.

No me gusta la democracia. Cualquiera puede ser presidente. Y eso tendremos, cualquiera. Y da lo mismo, cualquiera.

Gente que vive en China

¿Por qué están entrando a mi blog?
Abajo pueden dejar sus respuestas.
Abrazos, saludes desde Colombia.

PD: ¿Algún tema que les gustaría que tratara?

martes, 29 de abril de 2014

Informe de lectura por correspondencia

Bueno. Primero que todo, el huevo y la gallina no es sobre un huevo y una gallina. Eso para estar claros. Segundo. Tuve que leer eso varias veces porque, sí, no es fácil de entender. Tercero. No sé y no
creo que vaya a decir sobre qué se trata el huevo y la gallina cuando diga lo que creo que quiere decir Clarice Lispector cuando habla del huevo y la gallina y, de todas maneras, este me parece un ejercicio pretencioso. Pero yo creo que se trata sobre ella. Ahora, ella sobre ella misma podría decir muchas cosas y de hecho las dice todo el tiempo, pero en este caso creo que habla de algo sobre su alma, o su esencia, o algo que habita dentro de ella y que es perfecto. "Alma" tiene connotaciones religiosas y no
creo que ella esté hablando de religión... De pronto por eso es que le dice huevo. Y ella es la gallina a la que me parece, pero puede que yo no sepa leer, que la describe como algo muy inferior al huevo. Creo que el huevo es algo como el alma, pero más perfecto que decir alma, y que es difícil que sea en todo su potencial porque está contenido por una gallina. Y ya no voy a decir más porque me siento incómoda tratando de decir lo que yo creo que significa eso que sí me parece tiene mucho de fondo, por supuesto, pero voy a seguir defendiendo mi idea de que para todo ese fondo existe una sola forma que se mantiene en todo lo que he leído, que son unos escritos que ella hacía para ganar plata en el Journal do Brasil y no sus novelas, ese dato de pronto es importante para que quede claro por qué siento que he leído muchas cosas con la misma forma... Me falta leer más a Clarice Lispector.

Un tema musical que no sabemos si tiene alguna relación con el asunto para amenizar su lectura.


"El huevo es algo con lo que hay que tener cuidado. Por eso la gallina es el disfraz del huevo. Para que el huevo atraviese los tiempos existe la gallina. Las madres son para eso".

De pronto es sobre la reencarnación.
No sé de qué se trata el huevo y la gallina.

jueves, 24 de abril de 2014

La Persia

El sendero tiene un metro y medio de ancho en sus partes más amplias. Luz Amparo Arias sí me advirtió que no bajara en tacones. Yo desestimé la advertencia porque como siempre estoy en zapatos bajitos me siento súper canchera. A pesar de la arrogancia no me caí, pero tuve que poner mucho cuidado; el camino tiene tramos de barro anaranjado que es resbaladizo como jabón, hay un nacimiento en plena vía pública y por lo tanto está todo embarrado, en los tramos más estrecho se me enredaba el saco en los cafetales, y al final de la tarde, cuando estaba descansando, me di cuenta de que tenía naturaleza enredada en los crespos. Por lo demás, no tenía idea de que tan cerquita de Manizales hubiera algo tan bello como eso que conocí. Bosque de niebla, un guadual inmenso que hay que atravesar, montañas, un paisaje hermoso y, al final de 15 minutos de camino, La Persia, la finca de Luz Amparo.  Antes de llegar un montón de fincas pequeñas una tras otra.  Pobreza, claro, en medio de la riqueza del paisaje y de la tierra. Corrupción: hay una bajada por otro lado, mucho más empinada pero más cortica, que fue contratada por la Alcaldía para que le hicieran 100 metros de huellas en cemento de las cuales el contratista hizo solo 50. Que se le acabó la plata en vueltas.  Luz Amparo está organizando a los vecinos para que entre todos terminen ese trabajo.




 Mi interés era conocer los procesos productivos que tiene Luz Amparo en su finca, todos orgánicos.  Lo que me encontré fue a una enamorada de la naturaleza... O de su hijo, geólogo, que es a quien le está siguiendo la corriente de hacerlo todo de esa manera y ella critica: "mi hijo es geólogo, o sea que con la geología él daña la tierra y yo la estoy organizando", y se muere de la risa.



La Persia son cuatro cuadras de tierra en las que Luz Amparo tiene gallinas "quiquitas", que son de adorno y de las de poner, gallos (uno no dejó de cantar durante toda la entrevista y el audio quedó todo lleno de "ruido"), dos patos, dos gansos, dos piscos, siete perros recogidos en la calle, cuatro vacas, un caballo, peces y abejas. Y siembra de todo. Para que sea claro me contó que solo merca arroz, panela, chocolate y lo de aseo. Y yo salí de allá con remesa de plátanos, bananos y flores "aves del paraíso".  El paraíso.

Sobre sus procesos productivos orgánicos me impresionó lo que me contó sobre los tomates, ese sembrado que parece imposible sin químicos porque todos los gusanos, los moscos y las hormigas se lo quieren comer.  Luz Amparo va tres veces a la semana entre 5:00 p.m. y 6:30 p.m., que es la hora en la que salen esos bichos, a quitarlos todos uno por uno (!).  También lo fumiga con una preparación con hongos, ajo y ají que ahuyenta las hormigas y que aprendió a hacer en el SENA donde ha tomado todos los cursos que hay sobre agronomía.  No pude probar el resultado porque Luz Amparo está volviendo a montar el invernadero de los tomates que le tumbó un vendaval, pero ella dice y yo le creo, que los tomates producidos así saben muy distinto, y que se ven raros, porque no son simétricos.  Con eso creo que queda clara la dedicación y determinación que Luz Amparo tiene de producirlo todo así.



Quedé impresionada por lo bello y por la capacidad de trabajo de Luz Amparo. Y yo rendida con 15 minutos de camino en subida.  Luz Amparo me dijo que tenía que volver, y de verdad tengo que volver, pero voy a esperar a que se me olvide la cara de comprensión y paciencia de Eliécer, el niño de 11 años de la vecina, que me ayudó a llevar los plátanos y los bananos y que me tuvo que esperar y caminar despacio. Cuando vuelva le llevo a Luz Amparo un diploma de agrónoma.



(No sé cómo hacer para que no salga mi foto en los archivos de Soundcloud :S)

domingo, 20 de abril de 2014

Ocho personas

La verdad es que solo recordé a la abuela Alba cuando había que pensar cómo nos íbamos a acomodar en el carro para irnos y para regresar. Cuando había que pensar en asuntos que pertenecen a la logística de las cosas, más que al disfrute de las cosas. Sentí un poquito de culpa cuando se lo confesé a mi mamá, pero dijo que también se acordó de ella cuando pensó que había que llamar a decirle que la íbamos a recoger. Aunque seguro mi mamá la recuerda mucho más. Pensando en eso caí en lo otro, ese fue el primer paseo familiar sin abuela.  Restando: ella, el abuelo, la tía Ángela y todos los primos que viven lejos... Quedamos pocos. No me gusta esta diáspora de las familias por el mundo y ese verse con la gente por etapas. En agosto viene Natalia. Vamos a ver si en diciembre puede venir María Antonia con Álvaro. Santiago, Andrea y las niñas están decidiendo cuándo pueden venir. Camilo regresa en mayo. María Paula viene fácil porque San Pedro de los Milagros o alguna parte del norte de Antioquia queda allí (queda en la porra). Lina también porque Bogotá por lo menos es el mismo país. Marce, Ale y los niños vienen el viernes. Julia regresa del todo en diciembre... —¿Si va a volver a vivir en Manizales? Yo no creo. —Sí.

Ahora la familia está compuesta por ocho personas.
Queda más tiempo para leer, eso sí.

miércoles, 16 de abril de 2014

Descontrol

No me definas, no me digas quién crees que soy, no me llenes de ideas sobre la idea de mí. Y yo no te digo lo que pienso de ti. Ni que creo que eres así o asá y tú no me dices que cómo soy de esto o aquello. Y nos dejamos para que podamos ser a veces todo lo contrario de lo que creemos que somos, que cuando uno le dice al otro lo que cree que es le limita las posibilidades de ser. Déjame yo soy, y sé tú. Y amemos la sorpresa que somos a veces.

lunes, 14 de abril de 2014

Cálculos

Como esos malabaristas lanzacuchillos que ponen a su ayudante amarrada contra una pared que gira y le lanzan navajas esperando no lastimarla. Como hacer el ejercicio y buscar la respuesta al final del libro para comprobar que uno fue impreciso y solamente estuvo cerca. Como dar un paso para saltar un charco y quedar a medio camino todo lleno de pantano. Como cantar sin haber ensayado y confiar en que el del piano sepa acompañarte toda la canción. Como depositar una responsabilidad: lo digo y ahora este problema no es solo mío, mire a ver qué hace usted con esta información... Algo, usted tiene que hacer algo. Es egoísta, pero no le queda a uno otra opción:

Te amo.
... No, yo todavía no.

martes, 8 de abril de 2014

Sola

Me subo al carro, prendo la música, canto.  Busco la vía que me saca de Manizales.  Se me olvidó echarle gasolina al carro.  Creo que tengo suficiente, más adelante busco una bomba.  Olvidar eso, Ana María, ahí estoy pintada.  Como no hay nadie que me regañe yo me encargo.  Me perdono ese descuido y pienso que no sé si con lo que tengo en el tanque alcanzo a llegar a Riosucio, voy a calcular que sí porque es el pensamiento más práctico.  Es viernes y hay muchos camiones.  Adelanto camión tras camión tan rápido como puedo.  Resulta ser muy despacio, hay que poner cuidado.  No me importa, no tengo afán, voy sola, no estoy en competencia, a quién le importa.  Sigo cantando... Canto más duro... Saco la mano por la ventana porque ahora interpreto las canciones, no solo canto.  Repito una canción hasta que sale como me gusta, la repito hasta el cansancio.  Me gusta esto del carro solo para mí, la carretera solo para mí, el pelo alborotado porque llevo las cuatro ventanas abiertas.  La libertad se debe parecer a llevar las cuatro ventanas abiertas y el pelero alborotado.  Paro en la carretera porque ya me eché a la pena, no voy a llegar temprano.

Riosucio ya empezó la fiesta y yo no he comido para poder emparrandarme con ella.  Como y me voy a sentar en las escalas del atrio de la iglesia, justo al frente del centro de la tarima donde se presentarán varias agrupaciones riosuceñas esta noche.  Otra cosa buena de estar sola, pienso, es que es muy fácil conseguir un buen puesto para una persona.  Me converso: linda la música; el señor del guitarrón es el único de este grupo que saluda al público cuando terminan cada tema; los cuatro integrantes de este grupo se ven lindos desde acá, seguro de cerquita no son ni la mitad de guapos, así es siempre; este del báculo que va conversando con todo el mundo tiene que ser uno de los locos del pueblo... Y mirá otro, ¡ah! este camina parado en las manos, ¿está borracho?, admirable, gran proeza.  Mirá ese tipo, el morenito, ¿está como lindo? Está como lindo ¿Viene para acá?  Viene para acá, disimulemos.  Ah, conoce a las de adelante.  Noooo, pero qué simpatía, qué alegría, qué empalague.  Ya no me parece tan lindo, qué pereza tanto dulce.

Llegaron las dos personas que conozco en este pueblo.  Sin saberlo quedé sentada en medio de un montón de amigos, qué buen cálculo, Ana María.  Mucho gusto, Don César.  No, no quiero tomar ahora, Don César.  Está bien, claro que le recibo un aguardiente, Don César.  Después de que le dije que no la primera vez usted sabe que lo único que necesitaba era que me insistiera otro poquito.  ¿Otro? Otro. Ah, conocemos también al morenito empalagoso.  Mucho gusto.  ¿Otro aguardiente, Ana María?  Otro.  Me conversa el morenito.  Ya no me parece que sea tan empalagoso.  Con este montón de trago seguro la simpatiquísima soy yo y ni me importa, ni me doy cuenta.  No tengo con quién verificar esta información pero yo creo que nos gustamos.  

Me queda el resto del fin de semana, sola, para comprobarlo. 

lunes, 31 de marzo de 2014

¡Mirá la hora!

"No es que no quiera, tía, sino que con quién.  Uno, quiero decir yo, pero seguro no soy la única, tiene el problema de andar por la vida diciendo lo que piensa y eso parece que no lo convierte en material para esposa.  O lo convierte en material para amiga de gente que piensa como uno, y que cuando decide casarse lo hacen con mujeres muy distintas. Como mi papá, que amó a una a la que luego llamó "puta" y se casó con mi mamá, una buena mujer.  Me parece, creo.  Resulta que los señores siguen prefiriendo para esposas mujeres que sean más silenciosas.  El recato y la prudencia siguen siendo valores importantes para cultivar si uno quiere ser señora de tal... Y a mí me cuesta, tía.  O tal vez es que no quiero y me justifico.  No sé.  Y no es que yo sea la única que anda por la ciudad viviendo la vida, todas vivimos mucho la vida, pero tal vez soy de las pocas que no esta dispuesta a decir que no la ha vivido para hacer sentir cómodo a un señor que, tal vez, tiene inseguridades frente a tamaños y desempeños.  Y tampoco es que vaya por la vida gritando que he vivido, pero si me ponen el tema generalmente opino, como ahora... E incomoda, ¿estás incómoda?"

La tía miró el reloj, dijo que se le había hecho tarde.  Se levantó y se fue.

domingo, 16 de febrero de 2014

El tío Aníbal

Se murió el tío Aníbal. "El mejor de los Mesa", dijo mi papá.  Que no es que sea difícil, pero tampoco fácil.

Los tíos paisas son seis, y teniendo en cuenta que hay hasta a una monja, la expresión de mi papá no deja de ser cierta.

Era muy creyente, que no es que sea una virtud en sí misma, pero vivía su fe en serio y sin joder a nadie, que, si van a ser católicos, es como los prefiero.  Era un tipo de esos que aman la familia y tiene (y construyó) una muy linda.  Sabía de todas las cosas, era muy querido, nunca lo vi bravo, era charro y simpático, y era el huevo aglutinador de la familia, el que nos reunía.  Además se murió habiendo dejado de ser uribista y eso ya me suena casi a milagro y conversión.  Creo que el único defecto que tenía es que si uno le preguntaba cualquier cosa se exponía a no terminar nunca esa conversación y a veces uno quería hacer otras cosas.

Le dio cáncer de páncreas que es uno de los cánceres más agresivos que hay.  Él mismo, médico patólogo, cuando hace dos años recibió la noticia y se hizo lo que había que hacerse, dijo un día a la hora del almuerzo sin levantar la mirada del plato: "la supervivencia de este cáncer después de 3 años es del 30%...".  Nadie dijo nada.  Pésimas estadísticas.

Y no se quería morir.  El cáncer le ganó a punta de fuerza porque él no se rindió o no nos dejó saber si lo estaba haciendo.  Y tenía razón en querer vivir más porque no solo estaba joven sino que además se gozaba la vida y pasó muy bueno.  Si la vida no es por lo larga sino por lo intensa, también en eso les ganaba a sus hermanos y entonces habría que decir que se murió el mayor de los Mesa.  El mayor y el mejor.

"Juntate con los inquietos", fue el único consejo que me dio.  Ahí quedó a medio armar un tren de juguete de los que echan humo y hacen bulla.  Eran su obsesión.

Fe de erratas: donde dice que había dejado de ser uribista hay que decir que me informa la esposa del tío (Mayté) que estoy mal informada y que él iba  a votar por él para el senado. Así que por mí al tío siempre le corresponde un poquito de limbo antes de ascender a los cielos.

lunes, 27 de enero de 2014

Break a leg

Buenas noticias: tengo trabajo nuevo. Ya no son tan nuevas, pero no importa.

Estoy muy entusiasmada.  En mi caso, yo que me he tomado a pecho en la vida eso de "vive solamente el presente" y he evitado hacer muchos planes, puedo dar fe de que si uno no toma decisiones la vida las toma por uno y parece ser que no se equivoca.  Este trabajo es como perfecto.  Seguro no lo es, porque nada lo es, pero se siente como cuando uno manda a hacer ropa a la medida.  Espero estar preparada y hacerlo bien.  Seguir las indicaciones que me dio una amiga: que se te note la personalidad que tienes, es importante tener una identidad; nada de saperías ni lambonerías, nada de vulgaridad, nada empalagoso, ni con la risa, ni sensiblerías.  Claridad, serenidad, sencillez y no olvides el humor".  Todo eso me recuerda cuando en ensayo del coro la directora dice: "en esta parte quiero que hagan un crescendo y luego en el segundo tiempo del último compás empiecen un diminuendo hasta el final.  Presten atención a la palabra Deus, ahí quiero que sientan que están hablando con Dios, ¿reconocen la importancia de eso?  Ojo con la respiración, no quiero que se oiga ni una sola respiración.  No vayan a cortar la frase, pueden respirar después de la palabra sanguinet. Tienen que pararse bien, la postura es fundamental.  Mantengan la actitud y no olviden la dicción.  No tensen ningún músculo del cuerpo, no se tensionen que todo eso se nota en la voz.  No quiero que canten con partitura, todo de memoria desde ya; vamos a ensayar así para que lleguen bien preparados al día de la presentación".  Y uno hace malabares con ese montón de indicaciones y al final del día, cuando llega el momento del concierto espera que se pongan en marcha, solas, todas las cosas que uno ha ensayado antes conscientemente, porque lo que no se ensaya no sale.  Se terminaron mis ensayos y el lunes tengo función.

martes, 21 de enero de 2014

U235

Voy a exagerar: a mediados de los años cincuenta del siglo pasado llegó el comunismo al suroeste antioqueño. Lo llevó mi papá, Jairo Mesa Cock, en compañía de su primo Eugenio Saldarriaga Cock.  La historia es así:

(Empieza con el enredo genealógico, pero esta parte realmente no tiene tanta importancia, más que para mis familiares, los demás, si quieren, se la saltan).

Jesús María Uribe, tuvo tres fincas en Andes en la vereda Tapartó.  Los datos se confunden, pero mi papá y mis tíos creen recordar que se llamaban La Seria, La Coqueta y El Porvenir.  Como él no tuvo hijos -- se especula que era homosexual -- dejó esas propiedades a cuatro sobrinas: Carola, monja, y Paulina heredaron La Seria; a Rosalía, que era la menor, le heredó La Coqueta y a "Mamá" Tulia, la abuela de mi papá, le dejó El Porvenir.

Mamá Tulia, mi bisabuela tuvo diez hijos con Alfonso Zacarías Cock: Teresa, Hernán, Aníbal que se murió joven de tuberculosis, Pepita (¿Josefa?), que fue de monja y que dice mi papá que era hermosa, pero hermosa, hermosa; Judith, Gustavo, Alfonso, que se fue a vivir a Cali y no tuvo nada que ver con la finca; Cecilia (Chila), Myriam, la mamá de mi papá y Alberto, que también se murió joven.


Teresita, la hermana mayor, se casó con Eugenio Saldarriaga que fue el administrador de la finca junto con Hernán y Gustavo, los Hombres de la Familia ya que para la época en que Mamá Tulia recibió la herencia su esposo se había muerto.  Tenían funciones diferentes y Eugenio, al ser cuñado y no hijo, respetaba las decisiones fundamentales que tomaban los otros dos sobre todo lo que sucedía en la finca.


Todo sucedió en El Porvenir que era una finca extensísima, cultivada en café y caña principalmente y que contaba con un beneficiadero y una molienda en las que se procesaban los resultados de las respectivas cosechas.  Llegar hasta allá era un paseo de doce horas que empezaba en tren y terminaba en "bestias", al que había que llevar el mercado desde Medellín y que una vez allí condenaba a la libertad del campo porque no era fácil volver a salir.

La finca era administrada como una propiedad feudal que recibía el nombre de aparcería.  Las aparcerías eran pedazos grandes de terreno administradas por aparceros que de acuerdo con las instrucciones de los señores feudales debían ser sembradas en caña o café. El negocio que las aparcerías hacían con La Finca se llamaba "a la cuarta", que quería decir que una cuarta parte de la cosecha era para La Finca y tres cuartas partes eran para el aparcero.

Pero en la práctica la relación cambiaba.  La Finca cobraba por el uso de la molienda o del beneficiadero y como eran los tíos de mi papá, los señores feudales, los que hacían el negocio de vender el resultado de todo eso, les cobraban también por la intermediación, con lo que a los aparceros finalmente les tocaba una cuarta parte del negocio y a La Finca, tres.

Sin duda era una relación inequitativa e injusta.

Mi papá y Eugenio, un primo hermano suyo, eran más o menos de la misma edad, 18 años aproximadamente.  Mi papá acababa de entrar a la Universidad de Antioquia a estudiar medicina y Eugenio estaba preparándose para ser cura.  Un médico y un cura en (pre)potencia. Imagino el respeto que eso debía infundir en ese montón de tías antioqueñas.

Además de estudiar medicina, mi papá leía con asiduidad el U235, periódico estudiantil de su Universidad (se llamaba así porque ese es el isótopo de Uranio, el que lo hace explosivo), de línea editorial clarísima de izquierda en medio de los cambios sociales de los 60 y 70. Y Eugenio, por su parte, también debía estar leyendo material de sensibilización social.

Cualquier día que Hernán y Gustavo —los tíos, los señores feudales— no estaban en El Porvenir, los aparceros acudieron ante Eugenio y le pidieron que intercediera por ellos: querían que les dieran botas para trabajar, porque descalzos —¡trabajaban el campo descalzos!— se cortaban constantemente las piernas y los pies con los machetes y con las matas.

Eugenio le contó de la solicitud a mi papá y entre los dos, indignados con las condiciones de trabajo de los aparceros y motivados como estaban por sus lecturas de izquierda, los reunieron a todos un domingo a las 2 de la tarde y les inocularon la semilla del mal: el comunismo.

Les dijeron que ellos tenían derechos —qué horror— y les informaron que había una legislación nueva que obligaba al patrón a darle dotación a los obreros.  Eugenio y mi papá, con los servicios de mi tío Alfonso que tenía 13 años y que ejercía de secretario, redactaron una carta con errores de ortografía intencionales que fue firmada por todos los aparceros exigiendo un trato justo y condiciones laborales dignas, además de las botas en cuestión.  Esa carta debería ser enviada a Medellín para que llegara simultáneamente con la familia al terminar las vacaciones.  ¡Qué encanto, qué heroísmo!

Como ese día era domingo, mi papá, Eugenio y Alfonso volvieron muy orgullosos a la casa principal a rezar con Mamá Tulia —la matrona—, sus hijas y todos los primos los mil jesuses, un trisagio (tres rosarios) y un salterio, que es una oración larguísima, para reemplazar la misa a la que no podían asistir por estar en esas lejanías.  Antes de empezar con los rezos mi papá levantó la mano:

- Mamá Tulia, pido la palabra —dijo mi papá con la seriedad revolucionaria de sus 18 años—.
- Claro, Jairo —accedió Mamá Tulia un poco sorprendida por el cambio en el protocolo, pero con el respeto que en Antioquia se les tiene a los varones, con mayor razón si están estudiando medicina—.
- Mamá Tulia, yo quisiera proponer que en lugar de rezar todo ese montón de cosas que son la repetición de la repetidera y que no significan realmente nada, hiciéramos una reflexión en torno a la figura de Jesús y a la realidad social de este país.
- Ah, claro, mijo, como no...

Y mi papá tomó la palabra, seguido por Eugenio, seminarista, con tremendos discursos que ni Mao Tse Tung ni Fidel Castro. Muy sospechoso todo, pero nadie sospechó nada. Les debieron parecer muy inteligentotes y preparados. Qué orgullo.

Terminaron las vacaciones, la familia volvió a Medellín, llegó la carta y Myriam, la mamá de mi papá, fue convocada urgentemente a una reunión extraordinaria en casa de Mamá Tulia en la que se determinó que ni Eugenio ni Jairo podían volver a la finca y se concluyó que mi papá se había vuelto comunista.

- ¿¡JAIRO!? ¡Jairo es ateo! ¡Jairo es ateo! —cuentan que repetía la tía Judith sentada voleando pierna en una mecedora—.

A la siguiente reunión familiar, la fiesta de los 80 años de Mamá Tulia, mi papá no quiso ir.  Lo llamaron mucho y terminó mandando razón con mi tío Alfonso que repitió delante de todo el mundo que "como Jairo es un hijueputa comunista y ateo no piensa venir a importunarlos a todos".

Ninguna condición cambió para los apareceros.

martes, 14 de enero de 2014

Volvamos a los blogs

Hoy puse en Twitter que deberíamos volver a los blogs.  Y como uno es comprometido con lo que dice aquí estoy intentando escribir sobre cualquier cosa.  Sobre por qué no he vuelto al blog, por ejemplo. Escribamos sobre eso, pienso en serio y entonces esto.

Yo creo que el gran culpable es Twitter que le escurre a uno los pensamientos y no le deja mucho para elaborar.  O agota la elaboración, o nos vuelve perezosos para elaborar.  No sé.  El caso es que estoy segura de que de no tener twitter escribiría mucho más en el blog.  No sé si escribiría tanto como cuando empecé, tengo meses de una entrada semanal y a veces más, qué ridiculez, pero escribiría más, seguro.  Porque la necesidad de decir cosas sigue ahí.  De lo contrario no tendría Twitter, que me escurre los pensamientos y entonces me quedo sin nada para venir a contar aquí.

También creo que parte del problema es que creo que no tengo tema para el blog, pero eso no es del todo cierto porque:

1. Tengo un tema.  Lo que pasa con este tema que tengo es que me da trabajo porque no sé cómo escribirlo sin molestar a algunas personas que quiero mucho.  Cuando tengo un tema así, atragantado sin poder salir, siento que no puedo escribir sobre nada más hasta que no haga esa tarea.  Debe ser algún tipo de TOC que me impide pasar al postre sin haberme comido las habichuelas.  En todo caso, el tema del que quiero hablar con más "seriedad" es el machismo y el feminismo.  Ahí me queda la tarea escrita para comprometerme.

2. Me pasan muchas cosas últimamente.  Podría escribir sobre eso, pero creo que me da trabajo escribir sobre coyuntura.  Incluso mis temas coyunturales me dan trabajo.  Pero también podría intentar una entrada sobre eso porque al fin y al cabo son temas que me ponen contenta.

3. El tercer asunto es que creo que asumí que este blog tiene un tono y uno solo, entonces todo me tiene que quedar así, redactadito en esa tonalidad menor que luego modula a mayor y que cierra en perfecto primer grado para no dejar sin resolver.  Creo que eso es algo que me hace perder naturalidad y que me embolata los temas de los que quiero hablar y que simplemente no tienen remate, como dejar una costura empezada porque solo quiero hacer medio escarpín.  Eso me pasa con la mayoría de las cosas que he empezado aquí... Que no sé para dónde van y que creo que es porque no van para ninguna parte y entonces no los dejo ni ser hasta medio camino.  Qué bobada, como si yo tuviera con este blog algún tipo de compromiso comercial.

Y para perder, haciendo esta entrada, por lo menos una de las disculpas...

Dejo hasta aquí.