viernes, 28 de agosto de 2015

¿Es Usted una Diva Tuitera?

Twitter, el escenario para los aplausos fáciles y los egos agrandados. ¿Se le ha subido a la cabeza? A todos en algún momento se nos ha salido una actitud del tipo "apláudanme, por favor". Responda el test y descubra si ya es hora de que verifique su cuenta y de que consiga un CM.

Deje a un lado la modestia que le pide que diga "¿Diva yo? Yo no soy diva, yo soy lo más sencillito que hay en ese lugar que sí está lleno de divas", y conteste con sinceridad.

Anótese un punto por cada respuesta positiva.

Carácter de base, principio tienen las cosas:

1. ¿Es usted hijo único o el menor de 17 hermanos?
2. ¿Ya desde chiquito se veía que lo que usted necesitaba era un escenario?
3. ¿Nunca le molestó ser el centro de atención?
4. ¿Siempre ha sido el "sutanito es graciosísimo/un plato/un pato" de la familia?
5. ¿Llegó a Twitter con el objetivo preciso conseguir seguidores?
6. ¿Todos sus tuits son ingeniosos/aforismos o ingeniosos aforismos?
7. ¿Hace juegos de palabras?
8. ¿Le da rabia cuando no le están parando muchas bolas?
9. ¿Borra los tuits que no reciben 5 RTs y 5 Favs?
10. ¿Se ha salido de Twitter solo para volver a entrar y que lo salude todo el mundo?
11. ¿Anuncia que no sabe cuánto tiempo se quedará esta vez?
12. ¿Espera que "se caiga" Twitter cuando cumple años? 
13. ¿Se cae?
14. ¿Está suscrito a un servicio de esos que le informan cuántos seguidores nuevos tiene y cuántos unfollows ha recibido?
15. ¿Pide," por fis", que la gente haga o no haga tal cosa?
16. ¿Les da órdenes a sus followers del tipo "lean", "difundan", "compartan"?
17. ¿Indica qué es lo cool para usar, para decir, para hacer, para comer, en la vida?
18. ¿Tiene un diploma que lo acredita como persona muy cool? ¿El diploma se lo dio usted mismo?
19. ¿Le parece que su fama tiene todo el sentido del mundo? 
20. ¿Es lógico que la gente lo ame como dicen amarlo porque Usted es de verdad, no es por nada, sensacional?
21. ¿Piensa que sus tuits hacen parte de su propiedad intelectual?
22. ¿Ha considerado escribir una antología de sus mejores tuits?
23. ¿Ya se lo han propuesto?

Acreditaciones, la carpetica con los recortes de prensa:

24. ¿Salió en la lista de los tuiteros más influyentes de Quantico Trends? 
25. ¿Le gustó verse ahí?
26. ¿Su familia cree que Usted es famoso?
27. ¿Buscó a sus conocidos y se alegró de que estuvieran por debajo de Usted?
28. En esa lista hay muchas celebridades de la televisión y los medios así que seamos sinceros, ¿de no ser por Twitter usted no tendría influencia alguna más que con su mamá y su papá?
29. ¿Las marcas lo contactan para que les preste sus servicios como influenciador?
30. ¿Ya salió en el #PerfilTuitero de El Colombiano?
31. ¿Se pregunta por qué no lo han llamado al #PerfilTuitero de El Colombiano? 
32. ¿Cree que se lo merece más que otros que ya han salido?
33. ¿Algún tuit suyo ha salido en los medios colombianos? 
34. ¿Les hace RT a los seguidores que amablemente le toman la foto al recorte de prensa?

Las fotos y la multimedia:


35. ¿Su foto del avatar fue tomada... qué digo tomada, se "la hizo" un profesional?
36. ¿Le dijo al profesional que quería que la foto pareciera "tomada"? 
37. ¿Tiene Instagram lleno de selfies? (El indicador que define "lleno" es más de una selfie por cada cinco fotos de otras cosas).
38. ¿Tiene selfies en ropa interior?
39. ¿Tiene selfies haciendo ejercicio?
40. ¿Tiene selfies o fotos con celebridades que conoció, reconozcámolo, gracias a Twitter?
41. ¿Tiene Snapchat y ya bajó Periscope?
42. ¿Usa esas tres redes sociales como ese escenario que estaba esperando desde niño?

Interacciones, sus interlocutores


43. ¿No responde menciones?
44. ¿Responde menciones solo a un exclusivo grupo?
45. ¿Borra las menciones que hace y deja a los demás, como si fueran hongos, hablando solos?
46. ¿No responde menciones hasta que no tiene una respuesta ingeniosa?
47. ¿Solo le hace RT a otras cuentas de Twitter iguales de cool que la suya? ¿Gente toda de más de 10K seguidores?
48. ¿Hace show cuando lo dejan de seguir?
49. ¿Hace show cuando lo bloquean?
50. ¿Deja de seguir a la gente que lo deja de seguir?
51. ¿Tiene comité de aplausos? ¿Esa gente que le dice que Usted es "lo más" que hay?
52. ¿Hace parte del comité de aplausos de alguien más? ¿Gente a quien usted le dice que es "lo más" que hay?
53. ¿Reclama cuando le roban tuits?
54. ¿Cuando la gente le hace "mongoreplys" los avienta con la turba tuitera, sus muchos seguidores, con algún comentario diciendo que la gente no ha prendido el sarcasmómetro?
55. ¿Es demasiado cool para pertenecer a la policía tuitera?, Es decir, ¿usted opina que su nivel de importancia no le permite tener "cualquier" tipo de interlocutores?
56. ¿Cuando lee peleas en Twitter piensa "que se maten esos adolescentes"?
57. ¿Pero sobre todo piensa "participar en esto no le hace bien a mi imagen"?

La autoreflexión

58. ¿Tiene un blog en el que hace tests donde se proyecta en los demás?

Respuestas:

Entre 1 y 10 puntos: está fuera de todo peligro. Es más, usted es importante, usted vale, tome este aplauso por modesto para que se vaya tranquilo.

Entre 11 y 30 puntos: deje de pedirle a la gente que no se ponga crocs, que no coma piña o que no se pongan jeans sin bolsillos. La gente es libre. Sí, como usted es libre para pedirle esas cosas a los demás. Pero usted es cool, no se preocupe, está en el límite, pero todavía es cool.

Entre 31 y 40 puntos: entró en la zona de peligro, cálmese un poquito o contrate unas porristas.

Más de 41 puntos: esto se le salió de las manos, ya no le dio tiempo de cerrar la cuenta y mantener la cordura, consiga un trabajo en radio o en televisión, cobre duro, justifique tanta bulla. 

jueves, 20 de agosto de 2015

Los pisahuevos blancos

La tía Ángela me habló ese día adentro de mi cabeza. Iba para clase de ballet al ensayo de El Lago de los Cisnes que presentaríamos en la clausura de diciembre todos los grupos de primaria, desde kinder hasta quinto.

Me estaba poniendo la trusa azul, el tutú rosado y los pisahuevos blancos. El uniforme de ballet que llevaba en una tula. Me daba trabajo cambiarme de ropa sola. Ese día no había nadie más en el baño.

Y de pronto mi tía empezó a hablar.

Mira, mijita, pon cuidado. Anita, mija, pon cuidado. Gordita, pon cuidado. Anita, Anita, Anita, Anita. Pon atención. Pon cuidado. No, así no. Pon cuidado. No, mijita, así no. Pon cuidado, Anita. Anita, Anita, Anita, Anita. Pon cuidado, Anita. Anita, hazlo mejor. Anita. Anita, así no. Anita, presta atención. Anita. Mijita. Gordita.

La voz de la tía es estridente, pero ese día sonaba lejos en mi cabeza. Como si estuviera parada justo en la mitad de mi cerebro, equidistante a cada una de mis orejas y desde allá repitiera ese sonsonete irritante, pero apagado por la distancia y por el resto de cosas que tengo adentro de la cabeza. Lejos. Anita. Mijita. Gordita.

Primero la parte de abajo de la trusa. No, Anita, no, pon cuidado, así no. La parte de arriba que se pone como un vestido de baño enterizo, primero las piernas, luego por los brazos, hasta arriba. Pon cuidado, Anita, así no es, mijita. El tutú rosado por encima de la cabeza hasta la cintura. Así no, así no. Anita, Anita, Anita, Anita. Los pisahuevos blancos. No, Anita, así no.

¡¡Ya me vestí!!

Se fue apagando la tía Ángela mientras caminaba hasta el auditorio del ensayo con el uniforme de diario adentro de la tula, con la moña que me había hecho mi mamá por la mañana medio desbaratada por las maniobras de ponerme el tutú. Caminando incómoda en los pisahuevos blancos. Ya no la oía más. A bailar, a ballet. Qué incomodidad los zapatos nuevos.

Adela Sierra empezó a dirigir los primeros ejercicios con las posiciones típicas del ballet: primera posición, segunda, tercera, cuarta, quita, sexta, séptima, octava. Despelucada e incómoda en los pisahuevos blancos. Ahora de puntillas. Incómoda en los pisahuevos blancos. Despelucada. Acalorada. Ahora con los brazos como si fueran mariposas. Con los brazos por encima de la cabeza como en arco, de puntillas, desde aquí hasta allá. Despelucada. Que se acabe ya esta clase. Me quiero quitar los pisahuevos blancos.

Una niña se río señalando mis pies.

Me había puesto los zapatos al revés.

La tía Ángela, que ya está muerta, todavía me alega a veces adentro de mi cabeza.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Negocios

Solo he hecho un negocio en mi vida. En rigor. Comprar carro no me parece una transacción que le permita a uno mucho margen de negociación. El carro, nuevo o usado, tiene un precio más o menos definido. Pero, bueno, para ser rigurosa, contando los carros, he hecho dos negocios. Hablemos del carro.

Compré un VolksWagen modelo 76 en el 2001 por once millones de pesos. No creo que haya sido un gran negocio porque uno no compra un carro de esos para salir ganando sino porque se las da de romántico. Romántico y pobre, los VolksWagen necesitan mucha inversión. Cuando uno compra una pulga (que así les decimos en Manizales) lo que está comprando es una entretención costosa. Le cambié el piso completo porque estaba podrido y yo andaba casi como Pedro Picapiedra, con los pies por fuera. El tapete también porque, como no tenía piso, tampoco estaba en buenas condiciones. Le cambié las llantas porque el dueño anterior le había puesto unas anchas y yo además de romántica me las di de purista. Bueh... La vendí en 2002, cuando ya estaba bonita, por lo mismo que la compré. Mal negocio.

Y en 2011 hice otro negocio, uno del que sí me siento orgullosa. Hacía algunos años me había ido a vivir sola y mis muebles eran herencias de familiares que me regalaron la cama, un sillón y otras cosas que yo fui comprando con los años. Ecléctico el estilo, había desde Art Deco hasta muebles de esos de ármalo tú mismo que realmente no son fáciles de armar. Y en 2011 aproveché que iba a cambiar de casa y traté de ponerle orden al despelote.

En el directorio telefónico de Manizales salen poquitos lugares de venta de antigüedades, tres. Los visité. Hay uno en la avenida del Centro. Paso por ese sitio con regularidad, pero jamás lo había visto. No creo que nadie lo vea. Es una bodega taponada por muebles. Decir que entré es exagerar, el sitio está atiborrado hasta las banderas. Para poder entender qué hay ahí tiene que ser uno el dueño. Además a mi hermana le pareció que ese lugar tenía que estar lleno de ratas. No nos entendimos.

El otro es en la calle que queda detrás de ese lugar. El señor tenía tres cositas. Tampoco pudimos hacer negocios.

Y el tercero queda en la 23 en el centro, entre las calles 19 o 17, no recuerdo bien. Un segundo piso de lo que alguna vez fue una casa de familia y que ahora es un depósito de muebles viejos y destartalados pero con futuro. Encontré cuatro cosas que me gustaron: un escaparate, un chifonier, un sillón y una mesa.

El escaparate estaba pintado de color vinotinto con pintura de aceite y le faltaba el espejo del frente. Creo que tenía espejo porque en su lugar había una lámina de madera aglomerada que no se parecía al resto de la madera con el que está hecho. Lo pelé, apareció el cedro negro, una madera hermosísima y le puse el espejo.

El sillón y la mesa hacían parte de un conjunto. También estaban mal pintados, también los pelé, también apareció una madera bonita. La mesa me gusta porque tiene tres patas y la base es triangular con puntas redondas. Rara. El sillón lo hice tapizar con una imitación de cuero blanco. Suena mal, pero quedó hermoso.

El chifonier solo tiene de gracia la forma, más alto un lado que el otro lo que hace una base en la que tengo puesto mi televisor. La madera no es bonita y el señor que la pintó no me entendió lo que yo quería. Ese mueble sigue en proceso. Pero tiene futuro, yo sé.

El dueño del negocio hizo el avalúo de mis muebles: la cama, el sillón, un cajonero, una mesa, cuatro sillas. Creo que ninguno de mis muebles era tan lindo como el escaparate de cedro negro. Pero estaban en buen estado.

Acordamos fácil que yo le encimaba doscientos mil pesos y él se encargaba de los trasteos. Creo que nadie salió perdiendo. Es la única vez que me he sentido negociando como siento que negociaba mi abuelo que sí tenía para eso tremendo talento. Tremendo talento que no sé si tengo.

Aquí quedé fifty fifty.