domingo, 27 de septiembre de 2009

viernes, 25 de septiembre de 2009

Provocaciones

A raíz de un post anterior me recuerda un amigo, esas preguntas condicionadas y manipuladoras que nos hacen a veces quienes quieren que actuemos de tal o cual forma.  Por supuesto sus intenciones siempre son las mejores, porque la gente con buenas intenciones termina haciéndole a los demás la vida imposible.

Hay preguntas planteadas de tal modo que la única respuesta simpática lo deja a uno con una sensación de pérdida de la autonomía: ¿Usted no se va a peinar?

Pero como mantener la autonomía se vuelve un asunto de librar (y ganar) pequeñas batallas, entonces contesta uno: no.

No importa que después nos miremos en un espejo y tengamos un impulso importante por acomodarnos los crespitos, no. Uno muy digno y muy despelucado sale así a la calle a enfrentarse con el ancho mundo.

"¿Usted no es capaz de llamar a decir que no va a venir?" No. No soy capaz. Que es como decir que no me da la gana, pero como le preguntan a uno por sus capacidades, que no por sus habilidades sociales, pues uno, con tal de ganar esa batalla se declara sin pena un incapaz. Obviamente uno es muy capaz, porque uno sabe usar el teléfono que es toda la capacitación que requiere la cortesía esa de llamar a avisar que uno no va a ir, pero no es cuestión de andar perdiendo la guerra, hay que sentar un precedente, si van a preguntar así, así se les va a contestar.

"¿Usted ya se arregló para ir a donde la abuelita?, ¿si?" Qué puede contestar uno si eso se lo dicen viéndolo a la cara.  Qué puede contestar uno con simpatía: "sí, ¿por qué? ¿estoy mal?", ni de fundas ir a entregar así la dignidad. Uno contesta que sí y se va como un mamarracho para donde la abuelita. Porque lo importante aquí no es que los demás piensen que uno no tiene estilo. Lo importante es no perder la guerra de así soy yo.

"¿A Usted no le provoca pararse y barrer?" Pues no, no me provoca pararme y barrer, que cuentas que esté todo para caerse de la mugre, no me provoca, y la verdad es que ante esas preguntas no me provoca nada así me provocara 10 minutos antes.

Esas preguntas no me dejan salir de adolescente. Porque son preguntas para niña que no sabe todavía qué hacer ni cómo hacerlo. Y la rebeldía es la respuesta adolescente a las preguntas infantiles.

"¿A Usted no le provoca dejar de escribir sobre estas cosas?"
No, no me provoca.

Insolente presa

Si, pudiendo ser cazada, la presa descubre que su cazador no vendrá por ella, entretenido como está en otros trofeos, de los que, asunto irrelevante, no juzgará su valor; perderá por el cazador el respeto, habiendo descubierto no su falta de interés sino su desidia... y nada más patético que una perezosa vida.

martes, 22 de septiembre de 2009

Segundas partes

Iba en el avión pensando que esa ciudad se me parece a mi. Decir por qué, es presumir. Así que tenía la zozobra y la certeza de que conocería a alguien interesante.

Tenía una tarea, pregunté... Me indicaron que tenía que hablar con él. Ya lo había visto asomarse al foyer del Teatro donde estábamos asistiendo a un taller sobre administración de Orquestas Sinfónicas. Me había parecido interesante desde ese momento. No sé por qué, ¿su manera de hablar? nos invitaba a un concierto de piano preparado, ¿eso? ambas cosas... y eso que se llama química que es tan primario, pero que sabe reconocer a una persona, así hayan 10 millones de otros seres al rededor.

Nos sentamos a conversar. Llegó un tenor amigo suyo... él mismo es tenor, luego lo sabría. Entró hablando en alemán y él contestó igual. Me pareció una descortesía y un exceso de arrogancia... de ambos. Son tenores... muy del talante. Cerré como pude y me fui.

Al salir, decidimos con el amigo con el que estaba, dar una vuelta por la ciudad, típico plan de turistas luego de terminadas las labores oficiales a las que fuimos hasta Bogotá. En la séptima se nos cruzó otra vez. ¿Para dónde van? para ninguna parte... ese día concierto de flauta y guitarra y luego comida en su casa... mi amigo nos dejó solos... llegué a la casa de mis primas, donde me estaba quedando a las 2 de la mañana, con un saco y un gorrito suyos. Se bajó del carro para abrir mi puerta, me dio un abrazo de despedida y quedamos en salir al día siguiente para "mostrarte Bogotá"... esta bien.

Llevé su saco y su gorrito al día siguiente a su oficina. Había mucha más gente que el primer día. Había alguien para mirarme feo, con cara de territorialidad, de "esto es mío niña , no te acerques". Entregué todo y me fui... por segunda vez me pareció raro su ambiente. Ese día llegó el resto de mi comitiva, así que había que continuar con las tareas capitalinas... Almuerzo de trabajo: él, niña territorial que mira feo, el resto de mi comitiva y yo. Muy serios, considerando la noche anterior. Pensé que no habría plan, así que no cancelé el taxi que había reservado para que me llevara al aeropuerto al día siguiente como a las 4 de la mañana.

Hicimos el tour de rigor por el Teatro. En algún descuido del resto del grupo se me acercó a preguntarme si seguía en pie nuestra cita... contesté que si, sabiendo que no había cancelado mi taxi, pensando que si todo salía mal, yo ya tenía plan b. Me dijo que me llamaría para recogerme.

Así fue... Su jefe le había encargado al tallerista: un inglés que nos acompañó a comer, a recorrer la ciudad y por último a Salomé Pagana... ahí me dio un beso. Como pudimos nos deshicimos del inglés y nos fuimos para la casa de mis primas... juro que mi idea era bailar. No dimos un paso. Cancelé el taxi y él me llevó al aeropuerto, la hora de irme llegó demasiado pronto.

Ocho años después, este fin de semana que acaba de pasar lo he vuelto a ver... Los sentidos no olvidan ni un olor, ni un sabor ni un contacto. Solo algunas muy buenas segundas partes, resultan ser buenas segundas partes.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Olas y mar calmo


Olas cuando los sentidos nos acompañan y nos muestran su memoria. Olas, el placer de los sentidos es poderoso... y se rinde ante el deseo de llenarse con profundidad...

Las entretenidas olas te recuerdan, un mundo sin vértigos, sin nauseas, sin ansiedad. Cuando las olas están altas, el mar calmo se añora más.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Palabras de aliento

"Cómo te ves de bonita cuando te peinas", "tú con esa cara tan bonita, ¿por qué no te coges el pelo?", "¡empezaste muy animada! ojalá te dure", "ese novio está muy querido, ¿de dónde fue que te lo sacaste?", "estás muy bonita, todavía te falta adelgazar otro poquito", "como se te ve de bonita esa camisa, no te la quitas!", "tú eres muy inteligente y muy contestataria, ojalá no vayas a tener problemas por eso".

Claro, se preocupan.  Quieren verlo a uno solo bien: bien peinado, bien acompañado, bien articulado, bien flaco. Como si hubiera escape.  Si uno sale al mundo a equivocarse, a despelucarse y a ganar kilitos. ¿Quieren prepararme?, yo creo en la preparación que da la autoconfianza, que se construye exactamente al revés. Pero es solo mi humilde opinión.

Alguien tiene que hacer el trabajo sucio de forjarle a uno el carácter, para pararse en el espejo, mirarse, pensar en todas las cosas que le han dicho, sobreponerse y decir: a mí me gustan mis crespos, mis kilos, mi gente y mis divagaciones.

Y además, seguir simpática con las palabras de aliento y con sus dueños.

martes, 15 de septiembre de 2009

La política para qué?

Para poder.

Esos son los escenarios de los cambios fundamentales. Ahí es donde podemos hacer acuerdos y encontrar vías para hacer mejor nuestra convivencia. Para eso nace la política. Para acordar sobre lo fundamental.

Entonces yo expongo mi punto de vista, el otro expone el suyo. Yo soy capaz de oír al otro y el otro es capaz de oírme a mí. En lo que estamos de acuerdo y en lo que no nos encontramos. Y además somos capaces ambos de armonizar nuestros disímiles puntos de vista y encontrar una tercera vía que nos sirva a ambos... donde ambos ganemos y al ceder no perdamos tanto. Esto multiplicado por n... porque somos n los que tenemos que ponernos de acuerdo.

Y así, nacerá una política que tenga como fin el bien general. Somos generosos, desinteresados, estamos trabajando por encontrar la mejor manera de convivir como seres humanos, haciendo un uso racional de los recursos que tenemos y aplicando sobre ellos políticas que nacen en ese útero cálido de las relaciones que construimos con confianza en el otro.

Esas decisiones pueden no ser las mejores para algunos pocos, pero serán lo mejor para la gran mayoría, así que algunos pocos comprenden que deben ceder algo de lo que les interesa en bien de la gran mayoría y lo hacen con gusto... saben que en el largo plazo, que todos estemos lo mejor que podamos estar, será mejor a que algunos estén divinamente y la gran mayoría muy mal. Saben que las injusticias son el germen de la violencia. Y lógicamente no les interesa la violencia... ni las injusticias. Que es distinto a igualdad, ojo... y todos comprendemos que igualdad es a todos lo mismo y justicia es a cada uno en su medida... todos sabemos eso.

Así, los que han alcanzado menos, por lo menos tienen asegurado unos básicos que los que han alcanzado más se preocupan por proveer, para que haya dignidad para todos, que esa sí debe ser equitativa. Así que las semillas de violencia y de la maldad, que claro, no desaparecerán, porque están insertadas en nuestros genes, podrán ser controladas más fácil que si no se actúa de esta manera. No faltarán los violentos y los malvados, pero hemos acordado políticas para manejarlos y la justicia en este caso también opera guiada por hombres buenos y justos, que saben dar a cada uno en su medida. Si alguien roba para comer, es distinto que si alguien roba para comprar el último caballo de exportación.

Así, logramos muy buenos indicadores, sobretodo de humanidad. Y los otros, asociados a eso, también se comportan bien. Productividad, crecimiento económico, empleo y con lógica felicidad, interpretada como la satisfacción de la gente con la vida que lleva.

Solo falla una cosita... nosotros, todos, nuestra generosidad, nuestros intereses y desintereses, nuestra agenda individual, la capacidad de oír al otro, nuestra creatividad para encontrar terceras vías, la confianza que nos tenemos. ¿Será que no somos de fiar?

Creo que no. Creo honestamente que los hombres en masa no son de fiar. Tengo gente muy cercana que adoro, criada como yo, que han dicho cosas como "si las cosas están bien para ti, así como están, por qué quieres que cambien?" y la respuesta "porque no están bien para los demás" no genera un "ahhhh!!! Claro!"... sino una cara de incomprensión que hace eco en la mía...

No tengo fe en los hombres y menos en masa, soy una desesperanzada de que esto que llamamos mundo tenga buen fin. Creo que antes de que se apague el sol, nosotros ya habremos agotado esta relación que tenemos que tener entre todos y con nuestros recursos.

Entonces para qué la política? Ni siquiera he querido acercarme a ella, ni a lo que cobija. Me parece todo tan triste y yo soy tan sensible... si así lloro, más cerquita ni se diga.

Pero reconozco también que algo hay que hacer... creo que puedo dejar a un lado mis intereses, creo que puedo oír al otro, creo que soy creativa y puedo encontrar terceras vías... creo que puedo intentarlo... ¿seré muy inocente y cándida? sí, pero no boba... y creo que eso no va tan mal con como deben ser las cosas, que no con como son...

Así que me acercaré... ya veremos hasta donde.