martes, 22 de septiembre de 2009

Segundas partes

Iba en el avión pensando que esa ciudad se me parece a mi. Decir por qué, es presumir. Así que tenía la zozobra y la certeza de que conocería a alguien interesante.

Tenía una tarea, pregunté... Me indicaron que tenía que hablar con él. Ya lo había visto asomarse al foyer del Teatro donde estábamos asistiendo a un taller sobre administración de Orquestas Sinfónicas. Me había parecido interesante desde ese momento. No sé por qué, ¿su manera de hablar? nos invitaba a un concierto de piano preparado, ¿eso? ambas cosas... y eso que se llama química que es tan primario, pero que sabe reconocer a una persona, así hayan 10 millones de otros seres al rededor.

Nos sentamos a conversar. Llegó un tenor amigo suyo... él mismo es tenor, luego lo sabría. Entró hablando en alemán y él contestó igual. Me pareció una descortesía y un exceso de arrogancia... de ambos. Son tenores... muy del talante. Cerré como pude y me fui.

Al salir, decidimos con el amigo con el que estaba, dar una vuelta por la ciudad, típico plan de turistas luego de terminadas las labores oficiales a las que fuimos hasta Bogotá. En la séptima se nos cruzó otra vez. ¿Para dónde van? para ninguna parte... ese día concierto de flauta y guitarra y luego comida en su casa... mi amigo nos dejó solos... llegué a la casa de mis primas, donde me estaba quedando a las 2 de la mañana, con un saco y un gorrito suyos. Se bajó del carro para abrir mi puerta, me dio un abrazo de despedida y quedamos en salir al día siguiente para "mostrarte Bogotá"... esta bien.

Llevé su saco y su gorrito al día siguiente a su oficina. Había mucha más gente que el primer día. Había alguien para mirarme feo, con cara de territorialidad, de "esto es mío niña , no te acerques". Entregué todo y me fui... por segunda vez me pareció raro su ambiente. Ese día llegó el resto de mi comitiva, así que había que continuar con las tareas capitalinas... Almuerzo de trabajo: él, niña territorial que mira feo, el resto de mi comitiva y yo. Muy serios, considerando la noche anterior. Pensé que no habría plan, así que no cancelé el taxi que había reservado para que me llevara al aeropuerto al día siguiente como a las 4 de la mañana.

Hicimos el tour de rigor por el Teatro. En algún descuido del resto del grupo se me acercó a preguntarme si seguía en pie nuestra cita... contesté que si, sabiendo que no había cancelado mi taxi, pensando que si todo salía mal, yo ya tenía plan b. Me dijo que me llamaría para recogerme.

Así fue... Su jefe le había encargado al tallerista: un inglés que nos acompañó a comer, a recorrer la ciudad y por último a Salomé Pagana... ahí me dio un beso. Como pudimos nos deshicimos del inglés y nos fuimos para la casa de mis primas... juro que mi idea era bailar. No dimos un paso. Cancelé el taxi y él me llevó al aeropuerto, la hora de irme llegó demasiado pronto.

Ocho años después, este fin de semana que acaba de pasar lo he vuelto a ver... Los sentidos no olvidan ni un olor, ni un sabor ni un contacto. Solo algunas muy buenas segundas partes, resultan ser buenas segundas partes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con el ánimo de contribuir a la exactitud y veracidad de la historia, este anónimo corresponsal reporta que el Tenor y su amigo Tenor, al caer en cuenta del terrible agravio extendieron sus mas rendidas excusas y solicitaron el perdon humano; que les fue generosamente otorgado con la gracia de la Divina doña Anita.

Ana María Mesa Villegas dijo...

:)

Esa es la historia exacta y veraz... muy lindos el par de tenores... más uno que otro...