miércoles, 16 de diciembre de 2015

Restaurantes en Manizales

Ya he contado acá que cuando estaba en el colegio trabajaba durante las vacaciones de fin de año en la papelería de mi familia, La Veyco. Mi tío Aurelio era un buen jefe en el sentido de que insistía y no se aburría de insistir sobre las cosas que le parecían importantes para que el negocio funcionara bien, el inventario, el manejo de la caja, la bodega, la limpieza de los estantes, la limpieza del local, la presentación de quienes trabajábamos ahí y entre esas cosas, con muchísimo ahínco, insistía sobre la importancia del servicio.

"No dejen llegar a nadie hasta el fondo del local sin haberle preguntado qué necesita, ofrezcan siempre más de lo que la gente está buscando y ofrezcan opciones si no tenemos exactamente lo que necesitan. No digan que no, piensen siempre en cómo ayudar. No sean agobiantes, dejen que la gente explore. Sean amables y sonrían. Gestionen, logren, ayuden. Si no tenemos algo en este local búsquenlo en los otros locales. Si no lo tenemos en La Veyco díganle a la gente que tal vez lo tiene la competencia e indíquenles donde está. Lo importante es ayudarle a la gente y hacerlo con alegría". No estoy exagerando nada. Esa es la ética de servicio de mi tío que la debió haber aprendido de mi abuelo León que fue comerciante toda la vida. 

Él también hizo parte de la junta de FENALCO y recuerdo que durante esa época trabajó en este sentido. Nos decía que fuéramos a otros departamentos de Colombia para que nos diéramos cuenta de la diferencia en el servicio que había en Manizales, lo bueno que era.

Era.

Yo como mucho por fuera, en promedio tres veces por semana y por lo tanto conozco buena parte de la oferta gastronómica de la ciudad. También sé cuáles son los meseros buenos de cada uno de los restaurantes que frecuento. No soy una cliente problemática, no discuto con los meseros, no me gusta la gente que los trata mal y siempre que me preguntan si quiero pagar el servicio (la propina) digo que sí. Y me llama mucho la atención que en promedio ese servicio sea tan regular en la ciudad.

Servir no es un trabajo fácil, pero no creo que eso disculpe el mal servicio y que uno tenga que aguantarse cualquier trato por consideraciones sobre lo jarto que debe ser tener que hacer esa labor teniendo en cuenta que hay que estar todo el día sonriente con un montón de personas, no todas tan fáciles de manejar como yo (ejem…). Creo en la ética del trabajo de mi tío Aurelio y veo, después de los años, que quienes trabajamos con él en la papelería aprendimos algo sobre eso que nos ha servido para lo que hemos hecho después. La actitud de servicio es útil en cualquier trabajo, hace parte del perfil de cualquier persona con la que yo quisiera trabajar y es cualidad necesaria para el trabajo en equipo. No hay manera de hacer equipo con alguien que no está dispuesto a servir a ese equipo.

Ejemplos, porque tengo que sustentar todo esto que estoy diciendo, sin nombres de restaurantes, porque no quiero causarle daño comercial a nadie.

Hace poco un amigo pidió un cambio en un plato. Quería que le cambiaran el calentado por arroz solo. La mesera le preguntó con tono displicente que “¿qué sentido tiene?”. Le contestamos que era así como lo queríamos y la mesera hizo cara de “qué solicitud tan ridícula”.

En otro restaurante hice mi pedido y la dueña, que fue nuestra mesera, lo tomó mal y me trajo otra cosa. Una cosa muy distinta. Al hacerle notar que eso no era lo que yo quería me dijo que por qué no me lo comía de todas formas, no como regalo porque ya estaba preparado, sino en lugar de lo que yo había ordenado.  En ese lugar, además, los platos demoraron más de 45 minutos en llegar, los cubiertos no estaban completos y nos los trajeron en la mano mientras los secaban con un trapo. Las mesas no estaban limpias cuando llegamos y tampoco estaban bien puestas. No crean que era un restaurante en los que eso es lo normal, que también los frecuentamos. Era un restaurante muy cachaco al que no regresamos.

En un corrientazo medio elegantico donde solemos almorzar una vez por semana mis amigos y yo, las personas de la mesa en la que yo estaba llegamos en dos tantas. A los que llegamos de último nadie nos vio entrar, nadie nos vio sentarnos, nadie nos vio alzar la mano varias veces para ordenar. Nadie estaba atento a las mesas. Los platos tardaron más de media hora, llegaron fríos y con la comida cambiada porque se habían terminado las porciones. Y hubiéramos podido irnos sin pagar porque nadie nos quería cobrar.

En  general los meseros son lentos para atender, no están atentos a las necesidades de los comensales, no ofrecen opciones, no conocen la carta con la que trabajan, no saben qué traen los platos, no dicen su nombre, como ya se usa en otras ciudades donde sí le han trabajado a eso, es evidente que nadie les ha hablado sobre el trabajo de servir, no hay un sistema ordenado de atención, en muchos lugares una misma mesa es atendida por más de una persona, a veces hasta cuatro, lo que habla sobre el desorden y la falta de método. Los meseros no saben solucionar problemas, no saben dar la cara, no saben decir “no tenemos esto, pero le podemos ofrecer esto otro”, o “disculpe la demora, tenemos este inconveniente”, o “sus platos se demoran un poco porque esto y esto y esto”. Servir es todo eso.

En los restaurantes más caros donde tienen mesero principal el servicio sí suele ser muy bueno, te reciben en la puerta, te preguntan que si mesa para cuántos, el chef te explica los platos, el mesero tiene nombre, te llenan de vino (lo cobran, por supuesto), te dejan probar otras cosas mientras llega lo que pediste, te sonríen, te preguntan cómo estuvo todo, todo estuvo fantástico. También los hay.

Destaco a Buffalo Republic que sin ser un restaurante costoso está lleno de meseros con experiencia que lo hacen muy bien. Es tan excepcional este caso que me parece justo de resaltar.

Por último, no creo que la calidad de la atención sea culpa de los meseros, creo que es responsabilidad de todos los tíos Aurelios que no lo son. Y a los meseros también habría que decirles que, aunque no debería ser su principal motivación, a una mejor atención probablemente mejores propinas.


Alguien en Manizales tiene que trabajar en eso, creo que el llamado sigue siendo para FENALCO; aprovechar que estamos en el mejor vividero del mundo y que mucha gente querrá venir a conocer y a gastar en este paraíso. 

viernes, 11 de diciembre de 2015

Abogados

Esta es una idea a medio elaborar...

Creo que la parte que más me gusta de mi trabajo es la de conocer gente. Hoy me escribieron dos personas a las que conocí porque las entrevisté. Una quería dejarme una información, y creo que un detalle, y la otra quería darme más información sobre otras cosas que me interesan. Me gusta que sientan que fui útil para ellos y que tal vez por eso me busquen de nuevo. Soy afortunada con el trabajo que tengo.

Durante mucho tiempo fui infeliz trabajando y por eso entiendo cuando la gente se queja de lo que hace. Me parece un poquito brusco el comentario "si desprecia los lunes es porque no le gusta su trabajo y porque no se atreve a luchar por sus sueños" que creo que desconoce que tener un trabajo en esta vida —en este modelo económico— que sea verdaderamente satisfactorio es una chiripa.

No creo que quienes están en cargos de servicios generales, quienes recogen y procesan nuestra basura, quienes tienen puestos en los que deben ser serviciales y amables con una fila infinita y variopinta de personas hayan soñado con eso desde chiquitos. Ser pobre no es una condición mental, como muchos dicen de manera arrogante olvidando que tuvieron la fortuna de nacer en un mejor barrio, es una realidad de nuestra economía y de la escasez de oportunidades.

Pero también comprendo a las personas aparentemente afortunadas que tienen cargos de los que nos parecen más dignos, con buenos sueldos, para los que hay que vestirse bonito y que tampoco están contentos.

Parece que el Derecho, por ejemplo, promete La Justicia y entrega los trámites. La filosofía promete el mundo de las ideas y entrega un salón de clase lleno de colegiales o primíparos, la medicina promete El Servicio en una de sus formas más elevadas y entrega un POS y un sistema de salud que los explota. Tal vez las ingenierías sí cumplen lo que prometen y me parece que el periodismo promete mucho menos de lo que da. Puede ser que sea porque me gusta mucho, claro. Pero a los médicos también les gusta el ejercicio médico, a los filósofos las ideas y a los abogados... Bueno, no sé qué es lo que les gusta a los abogados.

Hace tiempo hablando con un amigo me decía que hay unos trabajos en los que es muy difícil calcular el nivel de contribución que uno tiene frente a los productos de la empresa en la que está. Es decir, si soy abogado en una oficina jurídica de una Universidad, ¿cuál es mi nivel de contribución al producto de esa empresa? ¿Qué tuve que ver con La Academia? Probablemente nada. Soy un eslabón necesario para tramitar la demanda, la tutela, el oficio, el decreto. Es más fácil para un operario en una fábrica de zapatos sentir su utilidad al ver la suela que él cortó haciendo parte de un mocasín, que para un abogado que elabora un acta de grado al ver 200 estudiantes que salen de la Universidad este semestre.

Hay trabajos que no retan, que no emocionan, que no inspiran, que no conmueven, muy bien pagados y muy bien trajeados. Deberían pagarles mejor o prometerles algo más parecido a la verdad.