lunes, 25 de junio de 2012

Gríngolas

Para limitar la visión panorámica de los caballos, el aparejo del cabezal tiene unas cosas que se llaman gríngolas.  Son esos pedazos cuadrados de cuero que les ponen al lado de los ojos y que hacen que los caballos solo puedan ver en una dirección, hacia adelante.

Así me ha parecido siempre la gente que cumple las normas y solamente las normas y que se niega a dejarse guiar por algo diferente de eso.  Algo como el sentido común, por ejemplo.  Muchos contadores y abogados me parece que sufren de una enfermedad que voy a denominar gringolitis y que consiste en la inflamación de ese apéndice metafórico hasta casi cegarlos.

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Cuando estudiaba en la Universidad las directivas tomaron la decisión de cobrar el uso del parqueadero como una medida para desestimular el uso del carro particular.  Parte de la medida contemplaba no cobrarle esa tarifa a los carros que llegaran con el cupo completo: cuatro personas.  Todos intentábamos cuadrar horarios y rutas para poder tener derecho al descuento.  Hubo otros - astutos - que se coordinaban con compañeros que iban a pie o en buseta para encontrarse una cuadra antes y presentarse en la puerta con la condición cumplida; pero me desvío, eso no es lo que quiero contar.  Lo que quiero contar es que un día llegamos en mi carro cinco personas legítimamente coordinadas para acceder al derecho del parqueadero gratis.  El portero insistió en cobrarnos, incluso después de que uno de nosotros abandonó el vehículo antes de pasar por la portería, porque la norma decía claramente cuatro personas por carro y no cinco, ni seis.  Cuatro, la norma decía cuatro.

Ayer estuvimos en un concierto de música popular en el que cantó Jorge Celedón.  No es la música preferida de mi alma, no me sé ni una canción, pero allá estuve muy en primera fila, mirando a Jorge desde muy cerquita, cogiéndole la mano cuando la estiraba, cantando los medios coros que me sé, admirada con la buena energía y lo bacano que canta y, sobre todo, pasando bueno con mis amigos que tenemos muy buena disposición para la fiesta así no nos maten los motivos.  Todo divinamente, hasta que la gente de logística se acordó de proteger al artista.  ¿De qué?  De nada.  Cuando se nos metieron por delante, atropellándonos y empujándonos, yo le pregunté a una - la única sensata - que de qué lo estaban cuidando si nadie estaba intentando quitarle la ropa ni nada por el estilo y ella, diminuta a lado de unos gigantones, me contestó que yo tenía toda la razón pero que esa orden les habían dado.  Seguramente alguien consideró, tarde, que de pronto la turba enardecida iba a acabar con Jorge Celedón y que para evitar eso había ahí una logística que no estaba usando y tal vez recordó un protocolo de seguridad que indicaba que una vez la fiesta se desata hay que controlarla, no sé.  Una vieja sí le tiró un brassier y le dio un beso.  Además de eso, nadie lo vilipendió. 

Y hay que ver a los revisores fiscales.  Uno pregunta que si puede hacer A y ellos dicen que no.  Entonces tal vez B. Tampoco.  ¿Cómo puedo hacerlo?  No, no se puede, no hay ninguna manera en la que sea legal hacerlo.  Ejemplo, porque van a decir que es bronca: ¿cómo puedo pagarle a facebook para hacer una de las campañas que ellos ofrecen para posicionar una marca y tener más seguidores en el perfil que tengo en esa red social?  No, no se puede.  No hay manera.  ¿Es en dólares? ¿Cuenta como importación?  Usted los puso a estudiar, entonces mejor no, no se puede.  Uno paga con la tarjeta de crédito personal y decide que después arregla con la empresa.  ¡Gravísimo!, nunca más volver a hacer eso.  ¿Cómo queda la empresa pagando en su tarjeta de crédito una deuda en dólares?  Muy mal.  No hay manera de justificarlo aunque sea perfectamente justificable.

Y ahora nuestro congreso.  Aprueban una reforma a la justicia que es un acto legislativo, es decir, modifica la constitución.  Para que la Corte Constitucional, que es la que tiene potestad en ese caso, pueda manifestarse al respecto, la reforma tiene que estar promulgada.  Pero si se promulga y entra en vigencia se arma el despelote jurídico del siglo: salen de la cárcel un montón de políticos que tienen procesos pendientes y los que están esperando fallo tienen que ser investigados nuevamente.  Que la ley puede ser archivada, no promulgarse, o convocar a sesiones extraordinarias para objetarla y hacerle las modificaciones que sean del caso - quitarle todos esos micos - pero que eso es absolutamente anticonstitucional, contrario a la norma.  Una medida política: como dejarnos entrar a cinco en el carro, no montar un cordón de seguridad cuando la turba se está comportando o permitir una compra en dólares de alguna manera.

Necesitamos caballos distintos o mejorar el diseño de nuestras gríngolas. Una de dos. Coz.  

jueves, 21 de junio de 2012

La parábola de los talentos

La parábola de los talentos cuenta la historia de un Señor que tomó sus bienes y los repartió entre tres siervos de acuerdo con sus capacidades.  A uno le dio cinco talentos, al segundo dos y al tercero un talento.  Cuando los llama a preguntarles por lo que han hecho con lo que él les ha dado, el primero y el segundo han doblado lo recibido, mientras que el último no hizo nada con el que le dieron y lo devuelve intacto.  El Señor felicita a los dos primeros y reprende fuertemente al último.  Los talentos son para usarlos.

Mi parábola es distinta:
Hay 3 hermanos a los que su padre ha dejado cinco talentos, dos talentos y un talento respectivamente.  El primero y el segundo, afortunados, dieron con dos mujeres con muchos más talentos que los suyos, así que lo que les correspondía mejor lo guardaron, tomaron decisiones seguras, pacatas, pobres.  El último, en oposición a su padre, mezquino siempre con él, tomó el suyo y se fue sus restos.  Ganó mucho, triplicó lo que le dieron y lo de sus hermanos.  Por malas decisiones, por oponerse a su padre también en su carácter y por la inoportuna intervención de la DIAN lo perdió todo.

Hay que ver lo que puede cambiar una parábola en la altura moral que encuentran los peleles que devuelven sus talentos intactos, frente a las equivocaciones acertadas de la gente osada.

En mi parábola a los 3 los va a reprender el Señor.

jueves, 7 de junio de 2012

Carta a mi hermana (1996)

En el 96, muchos años después de haber dejado de escribirle acrósticos a mi hermana en los que le pedía que por favor se alimentara para que no se desnutriera y un año después de que la vida me revolcó, le escribí a ella una carta formal que mi mamá guardó todos estos años y que es un "documento" que a mí me parece muy chistoso por el tono todo empeliculado con la vida y con esas certezas que tiene uno a los 21 años.  Reproduzco la parte que más vergüenza me da, que va después de una breve actualización sobre mi vida, que incluía un corte de pelo que recuerdo que sí me hice y una búsqueda de apartaestudio que no se concretó.  Ahí va:

"Te cuento que últimamente he tenido muchos problemas con mis amigos de este semestre porque somos muy intolerantes y muy bravos todos.  En este momento la cosa está como regular tres cuartos pero vamos a ver si se compone; de todas maneras yo mis problemas con la gente ya los solucioné y trato de arreglar los de los otros pero tampoco soy superman.  A mí eso me duele mucho porque tu sabes como soy yo de boba y como trato de que todos se amen como yo los amo pero maravillas y otros milagros sí no realizo fuera de horario de oficina; tenemos muchos defectos, somos orgullosos, rencorosos, intolerantes, ofuscados y hablamos feo, pero yo creo que de todas maneras nos queremos.  En fin, somos humanos.

Te dejo para que pienses esta frase que me dijo Clau, porque estábamos hablando de las burradas en general que a veces comentemos los seres humanos:

"Definitivamente... nosotros somos animales y nos creemos gente"

Si uno la analiza bien es muy cierta y muy triste.  ¿Qué tendremos que hacer para volvernos más civilizados?, unos piensan que Dios es la solución, otros que la guerra, yo pienso que hay que buscar adentro de cada uno y sacar todo el amor que se pueda sin importar que tan distintos seamos.  Ahí se resume todo, no vale religión, país, color, sexo, pendejadas.  Solo el amor; esa es la perfección y hay que tratar de ser perfectos.  Tal vez sea muy difícil pero no imposible, podemos seguir teniendo defectos pero si amamos a los demás definitivamente somos más civilizados, porque amar implica respetar ante todo, aunque no haya mucho que admirar de una persona y nos parezca bobo, tenemos que tratar de amarlo y respetarlo y no meternos en lo que no nos importa, pero para esto todos tendríamos que pensar así y desafortunadamente hay gente que cree que puede intervenir en la vida de otros activamente como Estados Unidos y no respetan, es decir, uno puede dar consejo cuando se lo pidan pero uno no puede cambiar a los demás.

También hay otra cosa que es importantísima, tal vez más, antes que amar a los demás.  Uno tiene que amarse a uno mismo y no atentar contra su salud ni su espíritu para poder dar amor a los demás este es el principio de todo.  Alguien que se quiere harto y está contento consigo mismo no tiene por qué cogerla contra los demás.

Ojalá todos fuéramos capaces de ser un poquito así y acompañar todo esto de buen humor, chistes, risas, fiestas, trabajo del bueno, gente, frescura y etc., etc., etc., todas esas cosas que hacen que la vida no sea monótona y así:

¡EL MUNDO SERÍA UNA RUMBA TOTAL!

Viviríamos delicioso y habría que acabar con el dinero, el poder, las clases sociales y esas porquerías que dividen a las personas en grupos, fronteras, religiones (todas), idiomas, dogmas, paradigmas, verdades absolutas y que la única verdad fuera que todo depende, que no existe ninguna verdad, que cada uno vive con su propia verdad y que no trata de imponérsela a nadie.

Qué dicha que todos fuéramos perfectos, pero como no es así, tocará seguir manejando las cotidianidades absurdas que nos hacen dar iras y que nos hacen también ser malas personas y madurar y al madurar dejarnos llevar por la corriente y por lo que se supone que es normal y socialmente aceptado, perdiendo las cosas más chéveres de la inocencia como la intrascendencia, la frescura y la facilidad para aceptar a las personas.

Tal vez por eso yo soy todavía muy inmadura, porque no quiero seguir con la corriente, pero cada día que pasa me monto más en este rollo y me bajo del idealismo y de la nube en la que vivo y me doy más cuenta de que la gente no es perfecta ni todos están interesados en amar a todos, ni siquiera en apreciar a todos, cada uno busca lo personal y ya nadie lucha por el conjunto y los que queríamos ser así nos cansamos de ser los únicos en tratar y tratar y ver que mientras se sufre por los demás, los demás ni cuenta se dan y todos tenemos un poquito de eso, tampoco soy Sor Juana Inés de la Cruz, ni me gustaría.

En fin, yo solo quiero ver a todo el mundo contento y me puse como trascendental, esa es mi lucha, entre el odio y el amor, la realidad y la fantasía.

Chao, T.A.
Anita, la hermanita que más te ama en el mundo entero, muérete después que yo".

viernes, 1 de junio de 2012

Una deuda

Me acerqué sobre todo porque me gustaba, o creía que me gustaba.  Es una de esas personas que uno mira y con verla calcula que puede parecerse a uno... entonces me gustaba o creía que me gustaba.  Tenía novia, así que con cautela me acerqué con dos seguridades que me acompañaron siempre: si me para bolas, qué bueno; si no me para bolas de todas maneras qué bueno un amigo como él.
Era ambiguo.  Nunca supe bien si le gustaba o no.  Decía una cosa - "soy fiel, el más fiel, nadie tan fiel como yo" - y actuaba otra: una coquetería morronga que sin ser culpable no podía ser inocente del todo.  Yo, apegada a la literalidad de los manes, siempre le creí lo que le oí decir, porque mejor eso que andarse haciendo ilusiones.  Aunque también las tuve.
Nunca le dije nada, ni una palabra.  Me contaba de su novia, yo le contaba mis historias y nos hicimos amigos, los más amigos, lo adoraba.

Un día decidí confesarle que me había gustado, que había estado hasta enamorada... no sé para qué hace uno esas estupideces aunque haya servido para ponerlo en evidencia.  Pensé, tontamente, que éramos esa clase de amigos que pueden con esas verdades.  ¿No han sentido nunca que ustedes pertenecen a una raza extraña de personas que tienen las relaciones más especiales, indestructibles, que nadie, nadie, quiere como ustedes quieren? Esa idea siempre es falsa.  Cobarde, como muchos amigos ambiguos, me mandó una razón sobre su incomodidad con alguien más y nunca, jamás, me explicó ni una palabra de lo que le molestó ni tampoco me volvió a hablar.  No se la puse fácil, esta es tal vez la primera o segunda noticia que él tenga acerca de lo que yo sentí en ese momento, actué con lealtad y con temor porque sé de la fuerza de sus palabras y no quería someterme a malos tratos ni a medir mi dolor con lo que sea que él estuviera sintiendo.  Pero me dolió.

Este blog lo abrí por él, porque él me lo sugirió.  Así que aquí le quedan consignadas por si quiere cobrarlas las últimas palabras que me quedan sobre él.