lunes, 31 de octubre de 2011

¿Para qué sirve Twitter?


Imagine que tiene la oportunidad de estar en una sola calle con TODO EL MUNDO… ok, imagine que no es tanta gente, solo algunos, pero incluya ahí a todas las personas a las que usted quisiera oír hablar: bien porque le interesa su opinión sobre los temas coyunturales, bien porque hablan sobre su área de interés específica o porque son personas cercanas a usted de quienes quiere conocer su opinión respecto de asuntos variados.

En twitter se conversa de manera abierta, transparente y horizontal sobre todos los asuntos que quiera imaginarse… es la exposición máxima de las ideas e intereses de los demás y, en un mundo de coincidencias y diferencias, puede acercarnos a personajes con los que jamás pensamos que pudiéramos tener la oportunidad de conversar.

En esa calle imaginaria, usted tomará la decisión de ser un personaje activo o pasivo… como en una mesa en la que algunos lideran la conversación y otros observan lo que sucede a su alrededor… pero también puede proponer temas, participar de todas las conversaciones que le interesen y encontrar de esa manera otras personas que estén de acuerdo con usted o que, aunque no lo hagan, podrán aportarle algo de perspectiva a su punto de vista.

Encontrará también las mismas limitaciones que tienen las relaciones humanas en otros escenarios, porque eso es twitter sobre todo, un escenario en el que convergen muchas personalidades diferentes, así que encontrará ironía, irreverencia, verdadero interés, personas simpáticas y amables así como su contraparte… el tono y la manera de participar se entrena y se perfecciona haciéndolo, entrando en las conversaciones.

Puede ser verdaderamente adictivo si a Usted le gusta relacionarse con los demás y no teme exponerse y exponer su punto de vista, e incluso, si solo quiere entrar a mirar puede conocer su faceta más voyerista porque siempre es bueno espiar a los demás.

(Mi hermanita me pidió este texto para su página de dermatólogos y lo cuelgo aquí por si acaso...)

viernes, 14 de octubre de 2011

León

En el colegio me daba mucha pena decir que mi abuelo se llamaba León.  Mi abuelito todavía se llamaba 'abuelito' cuando me enteré de que había un animal que era el león... después de eso supe que él se llamaba como ese animal.  A mí eso me parecía fuera de todo orden y absolutamente vergonzoso.  Así que yo no decía nunca el nombre de mi abuelito y, había que dar gracias, casi nunca me lo preguntaban.  Una vez la madre superiora del colegio en el que estudiaba me preguntó delante de mis compañeritas que si mi abuelo era León Villegas Toro; yo le contesté que no... ella me miró y me preguntó otra vez que si mi abuelito no era el dueño de la papelería Veyco, Don León Villegas Toro y yo volví a contestar que no entre desesperada y humillada.  Ella insistió por tercera vez y yo negué 3 veces a mi abuelo ese día antes de que cantara el gallo.  Me daba pena con mi abuelo detestarle el nombre y avergonzarme de eso, pero mi problema no era con él, era personal: me hacía sentir incómoda, distinta, cursi, perteneciente a una familia que tomaba decisiones de mal gusto.  Cuando uno está en kinder estos problemas son muy serios.
Luego aprendí a burlarme de mis "defectos" antes de que lo hicieran los demás.
Maria Paula Jaramillo me preguntó ese día, como 9 años después, el nombre de mi abuelito para despedirse apropiadamente:
- Tigre.
Me miró con cara confundida mientras yo le devolvía una mirada seria pero tan directa que la hizo sospechar, así que fue a preguntarle a mi mamá:
- Pilar, ¿cómo se llama tu papá?
- León.
María Paula se devolvió muy seria hasta donde mi abuelo mientras yo insistía que ese sí era su nombre a las carcajadas:
- Hasta luego, que esté bien.
Graciosos Don Bernardo Villegas y Doña Camila Toro a quienes se les ocurrió ponerle nombre de fiera a una persona que tendría que llevar, además, otra en el apellido.  Y así salió.  Siquiera nunca se enteró de que en kinder yo no tenía carácter.