domingo, 31 de agosto de 2014

Una reseña del FIT de Manizales: El amor de las luciérnagas.

El amor de las luciérnagas, presentada por Los Guggemhein de México.
Escrita por Alejandro Ricaño.

Es la historia de una escritora joven, María, que en medio de una tusa decide irse a Bergen, Noruega, donde no hay nada qué hacer, más que emborracharse. En un mercado de las pulgas compra una máquina de escribir que está embrujada y en medio de una borrachera escribe que quisiera tener un clon que no tenga ninguno de sus defectos y que se haga cargo su vida porque ella ya está muy cansada. El deseo se hace realidad. Como el clon es perfecto y, por lo tanto, puntual, se apodera de su vida porque llega primero a todo: al aeropuerto, a México, donde su mamá, donde su ex novio. Solo su mejor amiga, Lola, la acompaña a tratar de encontrarse a ella misma en un viaje por todo Centroamérica; allí se ha ido el clon con su ex novio. En el camino María conoce a Ramón, un constructor de laúdes, con quien vive un "tórrido romance", es decir, se lo come una sola vez. Cuando por fin la encuentra se ve a sí misma en una relación tranquila y plácida que ella sabe que no sería capaz construir y decide abandonarle su vida al clon y devolverse para donde Ramón, ese campesino sosegado, con quien sabe que vivirá una vida menos exigente que la que ha dejado atrás.

De esta obra me gustó todo: los actores, la escenografía —200 lucecitas colgadas del techo, un piso en tablones de madera—, los colores de la utilería, la historia y el modo de contarla. En la reseña del programa de mano dice que es comedia y uno sí se desbarata de la risa, pero a mí me parece tragicómica, puede ser porque yo salí llorando.

Para destacar y seguramente es de lo que más me acuerdo porque me pareció chistosísimo: la confesión de María con un cura que ha decidido vender un paquete promocional tres por uno que consiste en bautizo, primera comunión y confirmación. Durante la confesión el cura pregunta si María se masturba. Ella le dice que para qué quiere saber eso. Él le dice que no es él quien quiere saber sino el Señor. María pregunta que cuál señor. Ahí la narración se desvía y cuenta de las relaciones sexuales de María con Rómulo (el ex novio), y de cómo él aprendió, leyendo en una revista, que los hombres deben preocuparse porque sus parejas tengan orgasmos. Cuando Rómulo logra que por primera vez María tenga varios orgasmos ella se empieza a masturbar continuamente, en todas partes, recordando ese momento y dice que cuando el cura le preguntó si se masturbaba lo que temió fue que hubiera alcanzado a oler en ella que acababa de hacerlo en el baño de la iglesia.

Para mí fue la mejor obra de todo el festival y la segunda que vi el día de la inauguración. Chistosa, bonita, conmovedora, inteligente. Bella.

Voy a ver si soy capaz de escribir sobre las otras obras que más me gustaron: Tebas Land de Complot, Matando el tiempo. Primer acto inevitable: nacer de La maldita vanidad y Un poco invisible de Maleza. Y también de lo que menos me gustó: Caperucita galáctica de Insectotropics.

Este blog no promete nada.

(La foto la tomé de aquí: http://chilangabanda.com/2012/09/03/teatro-el-amor-de-las-lucirnagas-todo-septiembre/)

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