Adicionalmente, en una encuesta de Twitter en la que pregunté si los hombres se sienten torpes coqueteando, la respuesta, hasta ahora, es que más del 80 % ha dicho que sí.
Tipos, ¿ustedes se sienten torpes coqueteando?
— Ana María Mesa (@animesa) January 27, 2016
No sé bien a qué se debe eso, pero como siempre, este blog ofrece una hipótesis que podrá ser todo lo refutada y confrontada que quieran. Es la siguiente:
Independientemente de su calidad, los niños reciben mucha menos información sobre las niñas, que las niñas sobre los niños.
A las niñas nos sobre preparan para ajustarnos a las expectativas que tendrán los niños sobre nosotras, sobre todo si lo que se busca es que seamos "wife material": bonitas, femeninas, decentes, buenas mamás, sumisas, cariñosas, amorosas, comprensivas (los hombres necesitan muchísima comprensión), que seamos un buen apoyo, que los alentemos, que les pidamos que siempre sean mejores para que quieran serlo, que seamos nobles y compasivas.
Mi impresión es que la exigencia principal que se les pide a los niños es que sean exitosos y protectores.
No es que esos mensajes no funcionen, funcionan muy bien. Aquí va la humanidad, no estamos en peligro de extinción. Pero en primer lugar ni los niños, ni las niñas somos iguales todos, ni esos patrones de conducta valen tanto la pena como para seguirlos replicando, hay que reconocer que esos mensajes son un poco precarios. Puede haber formas mejores de relacionarnos.
Hablando con amigos, algunos me han dicho que realmente no tienen claro qué esperamos las mujeres de ellos y menos las mujeres "de ahora", aunque no sé bien eso a qué mujeres se refiera. Que los modelos femeninos evolucionaron y los masculinos no se han actualizado. Que al parecer queremos que los tipos sean sensibles, pero no amariconados. Que nos sigan seduciendo, pero que muchas veces nos sentimos agredidas por las formas que toma la seducción. Que se muestren machos y vulnerables, pero no tanto. Que nos abran la puerta. Que no lo hagan. Que nos ayuden a abrir el frasco, que nosotras somos capaces.
La revolución femenina y el feminismo se han encargado de hablar mucho sobre nuevos modelos femeninos y tal vez, si todavía no se instalan del todo, es porque falta hablar de nuevos modelos masculinos. Eso me han dicho mis amigos.
Creo que gran parte del problema de que los hombres muchas veces sean torpes en el trato a las mujeres tiene que ver con los mensajes sobre la diferencia de temperamento entre ellos y nosotras: cuando les dicen a los niños que "las niñas son temperamentales, hormonales, lloronas y muy emocionales" al mismo tiempo les están diciendo: 1. que eso es malo, 2. que ellos no lo son, o 3. que no pueden serlo. Y yo no creo que eso sea cierto. Tampoco creo que seamos iguales, pero no creo que los hombres sean ese animal básico que nos han pintado que solo piensa en fútbol y sexo.
Y así, esta sociedad (quiero decir sus mamás y papás), nos cambia unos niños sensibles y empáticos por unos tipos que no saben qué sienten y mucho menos lo saben decir.
Muchas veces con tipos que son muy queridos y buenas personas se encuentra uno con que "es que yo soy muy racional", que es una afirmación menos corriente en mujeres y que es una excusa que significa algo como "no tengo emociones", "no sé qué siento", "no sé qué quiero", "no quiero hablar", "no quiero hablar de eso", "este tema me pone incómodo", "no hablemos de nuestras emociones", "por favor, no llores", "no tengo nada para decir", "realmente, no tengo nada qué decir", "no, en este problema tan grande en el que es posible que pierda la relación que tengo contigo hace tantos años yo realmente no tengo nada para decir", "yo sí sé qué siento pero no sé cómo decírtelo", "no entiendo cómo te sientes porque yo no soy mujer", que es lo mismo que decir "no entiendo qué siente ese huérfano porque no soy huérfano". La empatía es la capacidad de ponerse en los zapatos del otro sin importar que sea diferente de mí.
Si tenemos alguna duda sobre que eso sea verdad, no nos imaginemos a los tipos que nos han tocado a las mujeres de mi edad o menores, sino a nuestras mamás. A esos hombres no les alcanzaba ni para decir eso. Simplemente no hablaban. Y sus esposas no esperaban que ellos lo hicieran.
No será lo más raro y creo que cada vez lo es menos, pero todavía es poco frecuente un tipo que sabe qué siente, sabe decirlo y no tiene miedo de decirlo.Y que además entiende lo que uno siente.
Con base en esas conversaciones con mis amigos, y con mucho respeto por todas las mujeres que en el mundo hay, sin pretender representarlas a todas, quiero dar pistas muy generales, sobre lo que las mujeres "de ahora" queremos y no queremos.
Las mujeres no queremos fórmulas de seducción, no queremos que nos enamoren con frases repetidas, no queremos que nos conquisten, si es que eso significa que nos dominen, no queremos patanerías por más que algunos repitan que solo nos gustan los guaches. A veces nos enamoramos de personas que resultan ser unos guaches, pero eso nos asusta y nos desenamora y a veces no sabemos cómo salir de ahí porque ya les hemos tomado cariño y porque todavía sobreviven patrones de conducta que no deberían ser. No queremos que piensen y que nos traten como si fuéramos débiles o frágiles. Ni mucho menos que nos traten como si fuéramos menos inteligentes o capaces.
Las mujeres queremos tipos que sepan quiénes son independientemente de nosotras. Tipos que sepan cuáles son sus cualidades y sus defectos. Tipos reflexivos que piensen en ellos mismos. Tipos que sepan cuidarse a sí mismos. Queremos que sean nobles, compasivos y buenas personas. Queremos un montón de cosas de las mismas que ustedes esperan de nosotras: que crean en nosotras, que nos impulsen a ser mejores personas, que nos comprendan (las mujeres necesitamos muchísima comprensión), que sean buenos papás y que digan que son feministas.
Las mujeres estamos esperando por la revolución masculina. Que sigan queriendo a sus mamás, pero que se liberen de ellas y que no nos busquen como su reemplazo. Que nos quieran y que nos necesiten, pero que no seamos indispensables.
Hay tipos originales, que dicen lo que sienten y que enamoran con lo que piensan. Que se tienen bien medidos. Que saben que todos estamos un poquito rotos. Que no temen exponerse. Que aprenden a hacerlo con gracia. Y que son inteligentes.
Las mujeres "de ahora" sí queremos tipos inteligentes.