El profesor dijo que lo más importante era que uno de verdad quisiera desenamorarse. Que uno tenía que querer dejar de querer, pero de verdad.
Que luego era importante empezar a tratar al otro como a cualquier persona, ni mejor ni peor que a nadie y sobre esa idea centró todo el discurso.
Entonces, dijo:
Si tiene que hablar con esa persona, háblele, pero no busque excusas para hablarle si no tiene que hacerlo.
Si tiene que pasar por donde esa persona, pase, pero no dé las milquinientas vueltas para pasar por el frente de su nariz si no tiene que hacerlo.
No lo trate mejor que a los demás.
No lo trate peor que a los demás.
Cuando tenga que verlo o hablarle piense en cómo trataría a una persona que no le importa y dele el mismo trato.
Y deje al tiempo actuar.
Eso fue en 1998 en EAFIT. Uno de los profesores más queridos, aunque a pesar de eso se me haya olvidado su apellido, Gustavo algo... Un señor de más de 60 años con una cara de sabio impresionante; una persona de esas que uno se imagina que sabe de lo que está hablando. Un paisa sin pretensiones, tranquilo.
Uno debería empezar siempre por ahí, porque no importa si uno hace todo lo contrario, el amor se acaba, se diluye en el tiempo.