lunes, 4 de mayo de 2015

Quiero tener un cuento para contarle a un niño

Quiero tener un sueño nuevo cada día,
Quiero tener el fuerte abrazo de la vida.
Quiero tener un sueño para cantarle al aire,
Quiero tener una razón para morir por alguien.

—¿Usted sí hizo arreglar la llanta de repuesto para irnos para Medellín sin contratiempos?
—Sí.
—Acuérdese que esa llanta estaba muy mal remendada y tenía un zapato.
—...
—¿Seguro?
—Que sí, hombre.
—Hm... Ojalá no vayamos a tener problemas.

Quiero ser agua fresca paloma en vuelo,
Quiero ser lo que esperas de mí,
Y escuchar tu sonrisa que alegra el alma,
Compañera de viaje hasta el fin.

—Esto por acá cómo está de solo.
—Es que ya está tarde, ya todo el mundo se fue a dormir.
—¿El carro está jalando para un lado?
—...
—¿Será que nos pinchamos?
—Venga ayúdeme a cambiar la llanta.

Caminar por la arena con los pies descalzos,
Contemplando una puesta del sol,
Y perderme a tu lado contando estrellas,
Deshojando una noche de amor...

—¿¡Se volvió a dañar la llanta!?
—¡Jueputa!
—¡Vio que usted no había hecho arreglar la llanta!
—No me fregués más que estoy tratando de pensar qué hacemos.
—¡Esto no hubiera pasado si hubiera hecho arreglar la llanta como yo le dije tantas veces!
—¡Dejame tranquilo!
—¡Una curva duró la llanta de repuesto!, ¡una curva!
—¿Vas a alegar toda la noche o me vas a ayudar a pensar qué hacemos?

Quiero tener las manos llenas de ternura,
Quiero tener la risa blanca de la espuma,
Quiero tener un cuento para contarle a un niño,
Quiero tener un sitio al sol donde vivir contigo.

—¿Para dónde va mi papá?
—A hacer arreglar la llanta que se nos pinchó a Medellín, mi amor.
—¿A pie?
—Con alguien que pase por aquí y lo quiera llevar hasta allá.
—¿Solo? ¿Nosotras no vamos con él? ¿No le va a pasar nada?
—Trata de dormir un rato como tu hermanita, mi amor.

Quiero tener la dulce calma del que espera,
Quiero tener la puerta abierta del que llega,
Quiero una mano amiga para curarme el alma,
Quiero tener una canción para ponerle alas.

—¿Qué hora es?
—Las tres de la mañana.
—¿Ya llegamos a Medellín?
—No, tu papá está cambiando la llanta.
—¿Si la arregló bien esta vez, mami?
—Sí, mi amor.
—Mami, ¿cambiamos la música?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó!

Mine dijo...

Historia adorable. Nada más que decir.

Mónica Palacios dijo...

Qué bueno leerte, Ana María

Ana María Mesa Villegas dijo...

Gracias a las tres por leer. : )