Como los lectores de este blog sabrán, y si no, pues de una vez, soy una administradora de negocios que fue arrastrada por la vida, sin que yo opusiera mucha resistencia, hacia el periodismo. En este ejercicio me he encontrado con el escenario de los consejos de redacción que son espacios de discusión de las notas periodísticas que se van a producir para un medio de comunicación. He encontrado que los consejos de redacción me recuerdan mucho a las lluvias de ideas en las que participé mientras ejercí la carrera que estudié.
Aquí va un paralelo entre ambos ejercicios en el que, advierto de una vez, idealizo a los consejos de redacción y vitupero a las lluvias de ideas, pero todo con ánimo constructivo.
1. Sobre las ideas:
Mientras que en una lluvia de ideas se espera que usted, que lleva toda la semana trabajando en una cuadrícula de excel, de repente tenga un espacio de distensión para ser hipercreativo, en el consejo de redacción se espera que lleve para su discusión una, dos o tres ideas. Usted las lleva listas, no las produce ahí en cinco minutos. A veces las lluvias de ideas se realizan por fuera de la empresa: "nos vamos para una finca, nos vamos para el campo, para que cambiemos de ambiente y nos dispongamos mejor para la creatividad". En mis años como administradora recuerdo un ejercicio así del que jamás recibimos las conclusiones o el material para poner en práctica lo que habíamos hecho en dos días de trabajo en medio de un ambiente con pajaritos.
2. Sobre la propiedad de esas ideas:
En el consejo de redacción sus ideas son suyas, usted las sustenta y las defiende. Con la vida si es necesario. Los ataques a sus ideas son duros, tenaces, vienen de todas partes, no solo de su editor, también sus compañeros critican su idea, no es escenario para espíritus débiles, pero ese ejercicio logra dos cosas importantes: descubrir las malas ideas rápidamente y mejorar las buenas. Eso se logra por la relación horizontal que hay entre periodistas. Por mucho que se intente, en la administración hay una relación de verticalidad difícil de superar. ¿A su jefe no le gustó su idea? Chao idea. ¿Refutar al jefe? Claro, sí, los más atrevidos. ¿Refutar a un compañero y quedar como un sapo? por lo menos no como se logra en un consejo de redacción. Es tímida la réplica de un asistente de dirección frente al Presidente de la Junta de la empresa, comparada con la reacción de la encargada de orden público de un periódico vendiéndole una idea al editor general del medio. Ella es quien maneja el tema diariamente, ella tiene el contexto completo, ella es quien habla con la fuente, el editor no tiene idea de lo que habla, no conoce la región, no ha visto a la gente denunciar el tema diez veces, ella le explica, le dice Nando, parce, o güevón. El editor no se ofende ni ve minada su autoridad, insiste, esa nota no puede salir así, no es el enfoque que necesita. ¿Y si cambiamos el enfoque? ¿Y si le damos la vuelta?
3. Sobre la pretendida libertad:
A las lluvias de ideas suele convocarse a todo el mundo, a todos los que participan en la empresa, a quienes jamás son tenidos en cuenta: "llamemos a Wilmer, el portero, él tiene relación directa con la gente que entra a este negocio, seguro tiene muy buenas ideas para aportar". Gente a la que normalmente le piden que siga un manual de pronto le dicen que puede ser libre, totalmente libre. Sé libre. Di todo lo que se te ocurra, hoy te vamos a tutear, think outside of the box, no hay ideas malas, tranquilo, trata de unir estos nueve puntos con solo cuatro líneas, tú puedes. Luego sus ideas no son tenidas en cuenta para nada, nadie les cuenta qué pasó con eso. Tan bueno que pasamos ese día que jugamos con cartelitos de colores.
Ese es un ejercicio que requiere entrenamiento y un consejo de redacción es eso, un entrenamiento en la creación de ideas y productos periodísticos. Se hace regularmente, diariamente en muchos casos. La gente se entrena en encontrar ideas y en encontrar argumentos para sustentarlas, y una vez la idea triunfa esa misma persona la desarrolla y la ve convertirse en realidad.
4. Sobre el alcance y las restricciones:
En el consejo de redacción se tienen en cuenta todas las limitaciones de tiempo, recursos, fuentes, información y posibilidades reales para producir una pieza de información. En las lluvias de ideas no. Se pierde mucho tiempo echando globos que no tienen ninguna posibilidad en el mundo real. En lugar de decir "qué se les ocurre que podemos hacer para aumentar las ventas con un presupuesto de un millón de pesos", proponen "cómo nos convertimos en una empresa líder en la venta de zapatos en toda Latinoamérica" o "este es un ejercicio de planeación estratégica". Limitar el alcance de las ideas es productivo, aterriza las propuestas, aunque parezca una idea contraria a la libertad que vende el concepto "lluvia".
En conclusión, el consejo de redacción logra entrenar la libertad que se necesita para ser creativo, propositivo y argumentativo y entiende que demasiada libertad no es buena, ni cierta. Las lluvias de ideas en cambio, en las que participé, por lo menos, no pasaron de ser anécdotas para desperdiciar la mañana, la tarde o el día entero y comer refrigerio de cuenta de la empresa. No fue del todo tiempo perdido cuando el refrigerio fue bueno.