viernes, 29 de octubre de 2010

En el taxi II

- Ya empezó pues el Festival de Teatro
- Sí señor
- Deben estar trayendo la marihuana en camionados
- (Silencio mudo)

- Cómo ha decaído ese Festival
- ¿Por qué lo dice?
- Ya no le hacen publicidad ni nada
- ¿Usted cómo se enteró?
- (Señalando por la ventana del taxi hacia un poste del que colgaba un pendón) por esos pendones que hay colgados en la calle
- (Silencio mudo)

Cuando todo es malo.

Cuando no hay con quién discutir.

lunes, 25 de octubre de 2010

Soy la persona más egoísta que conozco

Cuando tenía 3 años y medio nació Julia.  A mi me mandaron, mientras todo ese proceso, para Pereira a donde unos tíos y unos primos que adoro.  No sé bien por qué.  Creo que fue porque como a Pili le hicieron cesárea necesitaba unos días sin Ana María de 3 años demandando atención, que creo que era mucha.  El caso es que de esa época recuerdo oír que "a la niña nunca le da mamitis".  Yo salía de mi casa y no me volvía a acordar de mis papás.

Cuando me fui a vivir a Medellín, en el 92 para hacer Administración de Empresas, ellos empezaron un ritual de llamar todos los días a preguntar qué había de nuevo.  Un día les dije que me llamaran día de por medio, que yo todos los días no tenía mucha cosa que contarles.  Muy obedientes, llamaban día de por medio, pero igual, yo no tenía novedades tan frecuentemente.  Así que al finalizar la carrera hablábamos tal vez una o dos veces a la semana.

Ahorita que estuve en Buga en el XV encuentro coral de música colombiana, los llamé una sola vez a decirles en dónde podían ver la transmisión por Internet de una de las presentaciones.  Y bueno, mi mamá me llamó el jueves (justo el día en que salí) a decirme que se le había olvidado que me iba y que me estaba esperando para almorzar... es decir, no soy la única rara de esta relación.

Llamo a los amigos, aunque poco y no para conversar, llamo a lo que llamo y ya.  Les escribo gracias a que existe el mail, el chat, facebook y twitter, pero si esas comunicaciones dependieran de la compra de sellos y del desplazamiento hasta los buzones, yo jamás me pondría en contacto con ellos.  Soy desapegada, desprendida y desagradecida.

Y a pesar de los amores y cariños intensos que he sentido, han carecido de la fuerza del vínculo que proyecta una vida con otro.  Sigo construyendo un yo que se nutre de mis relaciones con los demás, soy, a pesar de mi generosidad, el ser más egoísta que conozco.

Pero quiero cambiar.

jueves, 21 de octubre de 2010

Acumulando

En la mesa del comedor de mi casa se han ido acumulando cosas... las estoy viendo mientras escribo esto: un cd que me regalaron, una revista que no sé de dónde salió, las partituras de La Habanera y de la Canción por la Esperanza que ya canté y que tengo que ¿archivar? ¿botar? (nunca sé bien qué hacer con las partituras viejas), unas velas aromáticas que no sé dónde poner, un separador de libros, una chequera de una sociedad que ya liquidé, una caja de advil desocupada cuyo contenido viajó al exterior, una banda elástica, un portaminas, un cortauñas y un cortauñeros, una candela que dejó Juan Pablo tirada en el piso y que por haberla recogido estamos hablando muy bien de mi, una billetera linda que le compré a Daniel, las revistas del malpensante que tuve que sacar del revistero para que este fuera usado como soporte de la tambora con la que mañana me tengo que encartar vía Buga y que no cargaré yo.

Tuve un jefe que decía que papeles en el escritorio eran decisiones demoradas... creo que tenía razón...

Eso se acumula en esta mesa, para no hablar del corazón.

Eres una represa.  Me vas a dejar fluir.

viernes, 15 de octubre de 2010

Encuesta

Una pregunta que de verdad quiero que me contesten y que de todas maneras me da pena hacer.

Quieren que haga una lectura de algunas de las cosas que he publicado acá en el marco de "Jazzperiencias" un festival del arte que se realizará en Manizales entre el 16 y el 20 de noviembre.  Me pueden decir, amables seguidores de este blog, ¿cuál o cuáles son las que más les gustan?

Muy queridos...

sábado, 9 de octubre de 2010

Mi temblor

Es una sensación muy bonita la de cargar a un niño dormido.  Mi mamá no va midiendo la velocidad del carro y con las curvas y los quiebres de la ciudad Sofía puede despertarse en cualquier momento.  Levanta la cabeza y con sólo tocarla vuelve a recostarse en mi hombro donde sospecho que ya tengo una mancha de babas que amaré, porque son de ella.

Pasamos por el estadio y pensamos que es mejor hacer des-coordinar un matrimonio y un partido del Once Caldas.  Dónde parquean su carro los testigos, dónde parquean su carro los amigos.  Si no es posible des-coordinar ambos eventos, es mejor decirles que lleguen a pie, las calles del barrio estrella son el parqueadero de quienes van a ver el partido.  No es lo que sucedió hoy.  Hoy están coordinadísimos un matrimonio y un partido.  Estando tan cerca del estadio oímos todos sus gritos.  El juego parece estar bueno, cuando salimos de donde el tío el marcador iba dos - uno ganando nosotros contra el Deportivo Independiente Medellín.  Allá están los papás de Sofía... y las cámaras de televisión que transmiten el partido para la gente que está en Bogotá.

El apartamento de mi abuelita se mece con los gritos del estadio... histeria colectiva: 5, 4, 3, 2, 1 temblor... últimamente siento que tiembla cada dos minutos, donde mi abuelita la sensación es real.  Cuando llegan los papás de Sofía nos cuentan que el partido estuvo regular.

Hoy cayó ceniza del volcán, es probable que le dé por estallar, es probable que le dé por temblar.

Yo quiero temblar.
Yo quiero estallar.
Es todo en lo que puedo pensar.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Pinches Tiranos

No es bueno nunca hacerse de enemigos
Que no estén a la altura del conflicto
Que piensan que se hacen una guerra
Y se hacen pis encima como chicos
Que rondan por siniestros ministerios
Haciendo la parodia del artista
Que todo lo que brilla en este mundo
Tan solo les da caspa y les da envidia.

Al lado del camino, Fito Paez

¿Qué sería de la vida sin los pinches tiranos?

Esas personas que parecen querer hacernos la vida imposible.  Que se dedican a atormentarnos la existencia porque no se aguantan la nuestra.

Hasta hace un año, tuve que lidiar durante uno y medio con tres personas que se amangualaron para ejercer en ese cargo.

Nunca pude decirles lo que pensaba de ellas.  Me tocó, en condición de mi posición, aguantar con silencio y siguiendo los caminos establecidos para ese tipo de problemas, todo lo que estas personas se atrevieron a decir de mi, a pesar de saber que no era cierto.  Tuve muchas reuniones en las que me tocó defenderme con altura y llanto (no sé como congenié ambas cosas, no sé si lo logré, creo que no del todo), los ataques bajos de estas personas.  Fue evidente para quienes ejercieron de jueces la dimensión de lo que estaba teniendo que afrontar y eso me salvó.  Su odio se expuso solo.  Su manera de mirarme y de no mirarme, aclaró cualquier duda que los demás pudieran tener sobre mi comportamiento.  Y por supuesto, también abogué a mi favor y tuve quién me defendiera.

Muchas veces me dije que tenía que escribirles o escribir sobre eso, para liberarlo, para salir del dolor de no poderles decir en su cara la traición que sentí de su parte, la deslealtad con la que me trataron y lo mentirosas que fueron.  La manera cómo odié que tomaran mis palabras para darles otro sentido.  Lo claro de sus intrigas y la evidencia de que ni para eso trabajaron bien.

Hoy estuve conversando con alguien que fue testigo de todo eso, me dijo: Todos necesitamos un pinche tirano, para no dormirnos, para seguir alerta.

Creo que no estoy preparada para ese tipo de personajes.  No quiero pintarme como la más buena, porque no lo soy, pero me cuesta mucho trabajo aceptar que me pueden rodear personas decididamente mal intencionadas.  Sé que es posible comprender su comportamiento con una dimensión amplia de su realidad.  Hice ese esfuerzo para poder continuar, para no odiarlas definitivamente.

Pero ni sabiendo que me tuvieron alerta durante todo el proceso, ni pensando en el aprendizaje de esa época, puedo terminar de agradecer su existencia.

Algo de lo lindo que habita en mi, de la niña de 5 años que le conversaba a cuanto peludo pasara por el frente de su casa, se ve seriamente afectado por estas personas.  Odio los golpes de realidad que me alejan de la esencia de mi infancia.

viernes, 1 de octubre de 2010

Razas

Yo crecí en fincas de fines de semana.  A mi abuelito, más que gustarle ser cafetero, le gustaba comer naranjas, guayabas, nísperos, guamas, mandarinas y mangos; y, por ese motivo, tuvimos finca con la excusa del café para el sembrado de frutas y cítricos de León.  Le gustaban las frutas maduras, entonces nos mentía diciéndonos que arrancarlas verdes dañaba los árboles... nos comíamos los mangos en la situación en la que son un problema para los cepillos de dientes y para la seda dental.  León dejaba madurar todo el paraíso de frutas, para comerse tres mandarinas, dos naranjas, cuatro guayabas y un mango, uno, unito, como a él le gustaban.  Igual era el dueño de la finca, ¿qué podíamos hacer? Hacíamos: cogíamos los mangos verdes y decíamos que se habían caído... las frutas verdes no se caen, pero, o no tenían manera de comprobarnos la mentira o se hacían bien los tontos.

Crecer en fincas hizo que el color de mi piel durante toda la infancia y hasta los 14 o 15 años fuera más oscura que clara, yo crecí jurándome morena.  Tenía como referente además a mi abuelita materna que es morenaza, a mi mamá que también tiene un color de piel más bien oscurito y a un tío que, aunque es ñatihinchado y todo, se siente blanco, o no sé qué es lo que tengo que entenderle cuando se declara racista; tal vez no le gustan los rubios.

Dejamos las fincas atrás.  Creo que mi abuelito se dio cuenta de que las frutas las vendían muy buenas en el supermercado y dejó de sufrir con el precio del café.  Nos volvimos gente de ciudad de sol escaso, la piscina se volvió un plan exótico y cualquier día una amiga me dijo: fulanita es así, tan blanca como tú.

¿Cómo que blanca como yo? ¿Blanca? ¡si yo soy morenaza!

No entiendo a qué hora me volví "blanca".  No me siento blanca, me siento desteñida.  Siento que lo que me falta es algo de finca para volver a ser de la raza a la que pertenezco, creo que un poquito de sol soluciona la confusión de todos los que ahora insisten en decirme que soy blanca.

Y es que no soy blanca.  Y no sé qué soy.  Un cruce de negro (mi abuela y mi tío contribuyen con esta teoría), con india (mi mamá tiene unas fotos en las que sale idéntica a la india Catalina), con blanco (porque tengo un montón de apellidos que suenan a mono), una revoltura en la que no me hace falta sino el nipón, y eso que mirándome bien el ojo "razgao" pueden generarse suficientes dudas como para una investigación.

No soy sino el resultado de la mezcla de siglos de gente que se tenía ganas y a quienes no le importó estar "dañando la raza".

Me siento orgullosa de ellos, orgullosa del revuelto resultante... no quiero ser pura por ningún lado.