Por supuesto que somos las víctimas. No intento decir que es culpa nuestra. Pero es duro admitir que no nos amamos tanto como tratamos de hacerlo. Yo intento pensar bien de mí misma: que soy inteligente y bonita y que no importa que a veces sea tan inútil porque de alguna manera he triunfado con mi vida y la tengo bajo control casi todo el tiempo, o al menos sé que si venzo a mi abulia soy capaz de hacerlo. Pero en el fondo no lo logro. No me convenzo. No me lo creo. Nos enseñan a sentirnos siempre insuficientes y culpables, gordas, feas, brutas, locas.
Ese problema de amor propio tampoco es nuestra culpa, no es que no seamos o no estemos suficientemente buenas. Es que el estándar es imposible. Imposible para mí, en todo caso. Y tengo que aprender a quererme a pesar de eso, para no permitir nunca más que alguien manipulador perciba mis vacíos y los llene con su aprobación y desde ahí tenga el poder para destruirme.
Creo que decirlo ayuda, matar el tigre sin asustarse con el cuero. Las palabras obran de maneras que a veces se me parecen a la magia. Esperemos.
2 comentarios:
Me gusto mucho el texto y me identifique con cada palabra. ��
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