viernes, 14 de enero de 2011

Quién eres con los que quieres

Yo me empeño en no nombrarte y entonces sueño contigo.

Anoche todos vivían allá donde tú estás.  Papá, mamá, hermanos... y yo estaba de visita.  No sé cómo era posible que yo estuviera alojada en tu casa porque nada había cambiado pero ahí estaba.  

Fue uno de esos sueños que comienzan, se interrumpen porque medio te despiertas y luego vuelven a comenzar...

La primera parte fue tuya y mía.  Otra vez te vi y te quise.  Van dos veces esta semana.

En la segunda parte abría el ojo desde un colchón tirado en el piso con ganas de llamarte para que me presentaras a toda tu familia, pero antes de poder gritar tu nombre te escuché hablando con tu papá.  Le explicabas cómo pagarías una deuda académica... no quise interrumpirte.  Me pudo la curiosidad por saber cómo funciona esa relación con tu papá.

Deben ser esta cantidad de cosas tuyas que no conozco las que me hacen soñar contigo y llenarme de certezas a punta de imaginación.

Tu papá te quiere... una duda menos, pronto dejaré de soñar contigo.

5 comentarios:

Camilo dijo...

Que mal momento el mio para leer un post como este.... ahhh.... si estos síntomas son universales por qué será que no hay un analgésico universal para ese dolor en el alma?

Ana María Mesa Villegas dijo...

Debe ser que algo necesita saber uno de ese dolor... Me hiciste volver a leer, ahora encuentro esta entrada lejana a lo que siento en este momento sin dejar de ser amor y sin dejar de ser dolor... pero cada vez duele menos.

Hernández-Morales dijo...

Hermoso Ana... puede ser lejano, pero solo una mujer, puede describir magníficamente eso que pocos nos atrevemos a sentir.

Saludos!

Camilo dijo...

Seguramente me sucederá igual, pero espero que suceda pronto, que el dolor se vea ya como algo lejano.....

Ana María Mesa Villegas dijo...

Yo creo que sobre todo lo que lo hace lejano es que los suenos son muy efímeros... y además efectivamente el dolor cede y lo reemplaza (cuando uno quiere seguir queriendo a la gente) un amor distinto, compasivo... que también es lindo y que ya no duele.

A mí me pasa así...