martes, 18 de agosto de 2009

La mosca


Sale del huevo y vuela... sin perder el tiempo, que solo tiene 24 horas para reproducirse y morir. Come, porque tiene que hacerlo, para reproducirse y morir. Descansa, porque tiene que hacerlo para reproducirse y morir. Solo la supervivencia de su especie instintivamente la apremia.

Será porque la extinción de la nuestra es una idea que se nos hace tan lejana, que nosotros le hemos metido a esto la necesidad de ser médicos, arquitectos, ingenieros, abogados... productivos... y no hay más sentido en la vida que la de acumular títulos y posesiones... total, pensamos, como especie no vamos a desaparecer, por lo menos no en el futuro cercano... así que no hay que pensarlo mucho, hay que hacer, lo que hay que hacer... sin transcendentalismos. Los muy creyentes le dan sentido a su vida en la medida en que la dediquen a Él. Pero aunque Dios exista, quisiera encontrar un sentido a esto en si mismo. Un para qué nos mandó Dios acá.

Quién, sabiendo que le quedan 24 horas de vida, se dedicaría a cuadrar un presupuesto, a dejar todo listo en la oficina, a cumplir con la entrega del proyecto que es para mañana. Quién se dedicaría a tirar, a comer, a dormir... Por qué no podemos como especie, realizar un mundo que nos de espacio para ser... fuera del placer y del deber.

No somos moscas... pero tampoco somos más importantes. De la vida lo bailado.

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