lunes, 21 de noviembre de 2011

Boccherini

No me gustaba ir a la finca de Ana.  Ella era una niñita malcriada que no tenía ni idea de ser anfitriona y que además contaba con unos papás ultimizos, a los que su nacimiento tomó por sorpresa; ya tenían tres hijos hombres, el menor de ellos le llevaba 10 años.  Unos padres demasiado viejos y cansados para corregirla o enseñarle como tratarme o como tratar a los demás con la consideración que hay que tenerle a cualquier persona.
Y yo era muy educada y, sobre todo, muy boba, como para exigir una cama para mi sola, por ejemplo, aunque su cuarto tuviera una cama para ella y otra adicional que se guardaba debajo de la suya.  Dormíamos juntas y ella, que me llevaba como 10 centímetros, se apoderaba de casi todo el espacio y de todas las cobijas.  Yo dormía al borde del precipicio y muerta de frío.  Jugábamos lo que ella quería jugar, íbamos a donde ella quería ir, molestábamos a los hijos de los agregados por la ropa que usaban o cualquier otra estupidez de ese estilo porque ella no conocía la caridad y porque yo, que sabía que eso estaba mal hecho, no conocía el carácter.
Tenían una pastor alemán brava que se llamaba Toña y que una vez me mordió en la cintura jugando la lleva... no me mordió duro, fue una bobada, pero estoy segura de que en otra casa me hubieran tratado con más consideración debido a ese mordisco.  No, allá me indicaron que era mejor que no corriera porque asustaba a la perra.
Pero lo que más pereza me daba de ir a esa finca no era eso o que no hubiera ni piscina ni televisor (dos cosas que a mí a esa edad me parecían imprescindibles en una finca de tierra caliente).  Lo que a mí más jartera me daba era que en esa finca las duchas eran eléctricas.  Uno se metía solo y sin la adecuada capacitación a subir la cuchilla (break o breque) y a enfrentarse con una instalación más bien deficiente de ese aparato.  No creo haber quedado bien bañada nunca en esa finca.  Me metía con una toalla que yo juraba incapaz de conducir la electricidad y con esa herramienta abría y cerraba la llave de la ducha muerta del pánico de morirme electrocutada y empelota en una finca llena de desconocidos hermanos mayores.  Una tortura.  No sé por qué seguía yendo y fui muchas veces.
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Cuando mi papá me dijo que me iba a hacer un regalo y fui a verlo, supe que no podía vivir en un sitio que tenía instalada una ducha eléctrica llena de cables alocados con remiendos de cinta aislante.  Yo, que me dejé crecer el carácter, le dije a mi mamá que viviría un tiempo en ese apartamento, pero que si no era capaz de hacerlo agradable para mí lo vendía y me iba para otro lado, con mucho pesar de la decepción que eso pudiera causarle a mi papá.  Entre otras cosas le puse unos muebles que me gustan, le cambié el color a las paredes, puse mis cuadros y mis cosas e hice la instalación del gas que la empresa de la ciudad demoró dos meses y medio y que hoy, parece que por cuenta de sus imprevisiones, no sirve... no hay.

Pero no importa, parece que el carácter se fortalece a punta de agua fría.  Espero que salgamos hechos unos monstruos caractudos los manizaleños después de todo esto, solo así habrá valido la pena.

Y este es mi mensaje de paz y amor para esta navidad.  Sigue un villancico:

Noche de paz....

martes, 8 de noviembre de 2011

La leyenda de lo que somos

En este blog tengo varias entradas en las que critico ciertas actitudes manizaleñas que me parecen típicas y en diferentes escenarios he hecho comentarios sobre lo mismo: somos muy pinchados, vivimos pendientes del qué dirán, somos expertos en crear y mantener apariencias, entre otras cosas... cada que hablo de eso, con mucha calma, salen algunos personajes a recordarme que aquí también hay gente tranquila y sencilla, putas y maricas que no se esconden y que, en definitiva, es imposible que la ciudad, toda, sea de equis o ye manera. La leyenda se construye sobre exageraciones que de tanto ser repetidas no solo parecen ser ciertas sino que aparecen como la norma.  Yo, y todos, hemos hecho nuestra contribución en ese sentido.

No quisiera armar otro debate, otro foro, otro conversatorio para encontrar la "identidad del manizaleño", porque a veces parece mucho - demasiado - el tiempo que le dedicamos a conocernos y saber quiénes somos; solo quisiera que cuando hablemos de eso, de lo que somos, nos reconozcamos todos.

Pero como eso ha parecido unirse a nuestras desgracias de estos días y se ha dicho que si no protestamos es por creídos, pues uno se pone a revisar el asunto:  ¿por qué no protestamos? ¿será cierto que no lo hacemos?

1. Sí hemos protestado.  Pocos y tal vez menos de lo necesario, pero lo hemos hecho.  Creo que ha faltado visibilidad de esas protestas y con eso me refiero a los medios y específicamente a La Patria que, en mi opinión, ha debido darle más espacio a las voces de los manizaleños como se lo dijimos a @fernalonso, su editor, hace algunos días en twitter.  Como respuesta a eso abrimos un blog que el primer día contaba con 19 entradas de personas que no se querían quedar calladas (manizalessinagua.blogspot.com).  Se han organizado protestas, marchas y plantones.  Insisto en que el gesto político de orinar la Alcaldía es poderoso, pero eso no tiene trascendencia si no sale en ningún medio y menos si el gesto no se entiende.  Nuevamente, el llamado es al periódico de casa.

2. Sí hemos tenido disturbios.  Pero me pregunto, ¿tendremos que asesinar a alguien para que se sientan satisfechos quienes azuzan revoluciones? ¿tenemos que linchar al Alcalde para parecer seres humanos civilizados que se indignan y se duelen con lo que sucede?  En la entrada anterior a esta me preguntaba qué debemos hacer para protestar.  Concluyo que son importantes dos cosas: a) marchas, plantones y manifestaciones pacíficas que muevan la opinión pública, para lo que es importante que sean numerosas y que por lo tanto deben ser convocadas por todos: medios, universidades, sociedad civil, en fin... muchos entes importantes se han quedado muy callados y b) utilizar los mecanismos legales de participación y los que sean necesarios para exigir a los responsables que paguen las consecuencias de sus actos si es que se demuestra que la tienen.  Tampoco podemos los manizaleños andar juzgando por derecha al Alcalde y a los de Aguas de Manizales por muy evidentes que sean sus faltas, para eso hay mecanismos legales.  No sé si es porque esperamos a que sucedan estas cosas por lo que nos llaman cobardes ya que casi nunca terminan en nada, pero entonces reclamo la valentía de los que nos alientan a la guerra: vengan y háganla con nosotros... todos, sobre todo los que han partido, que tienen tan clara esta sociedad y que antes que quedarse a proponer cambios para todos se van para donde sea mejor para ellos.  Cada uno que haga sus propios exámenes de conciencia porque yo no quiero señalar a nadie, hay unos que desde lejos ayudan más que otros que están acá.

Por otro lado, ¿por qué no protestamos más?

1. Hay cosas más urgentes que protestar.  Sacar a la gente de los escombros, ir por agua.  Lo dijo @jdlaverde en El Espectador y es así de contundente. Alguien más dijo "La gente no se ha rebotado porque de todas estas montañas sale un chorro de agua", lo que pasa es que hay que ir por ella.  La famosa frase del Alcalde "agua sí está llegando, solo que de otro modo" hubiera podido completarse con un "y así los tenemos ocupados".
2. Somos mansos... tal vez es la contradicción a todo esto que digo, pero sí, tenemos un carácter tranquilo... que no es exclusividad nuestra.  No sé si sea por ser un país en las montañas que se apega a la institucionalidad no porque le crea, sino como respuesta a tantos años de una guerra que no acaban y de una guerrilla sin sentido.  O ¿cuál es la gran revolución civil colombiana a tantos otros ejemplos de corrupción y tantos robos que nos han hecho?
3. ¿Porque no han llegado las facturas?  Me sigo preguntando qué pasará cuando lleguen y por qué no llegan.

Amanecerá y veremos.

Dicho todo eso, algo de la columna de Héctor Abad me gusta: disfruto sabiendo que la lee el Alcalde y toda la dirigencia manizaleña que sí pertenece a esa clase que él describe, me gusta que nos digan ese pedacito de nuestra verdad con tanta inquina y tanta rabia... qué importa que sea exagerada, eso pica donde tiene que picar... y hemos dado el papayazo perfecto para que nos digan todo eso que nos acaban de decir: "vio, eso les pasa por creídos, aterricen y sacúdanse tantos idiotas de apellidos dignos que los dirigen, hagan algo, ¿quién lo quiere liderar?".  Es una columna para lograr un efecto, él quiere que hagamos algo, pero en eso también se queda corto.  Parece que nadie sabe cómo se hace la revolución, pero todos esperan que nosotros seamos el conejillo de indias.

Mientras tanto, mañana habrá una marcha por los muertos de Cervantes a las 6 de la tarde que saldrá de la facultad de arquitectura, la gente recoge donaciones, plata, alimentos, ropa; son muchas las muestras de solidaridad y de gente movilizándose por los demás... hay mucha gente hablando menos y haciendo más... los que hablamos tanto sobre la leyenda de lo que somos, hablemos de eso.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Sin agua

No sé ni qué pensar de la reacción de Manizales ante la falta de agua.

Carrotanques, baldes, pastillas potabilizadoras, nacimientos, colas interminables de personas, porrones en todas las esquinas, gente que trae agua de Pereira y la vende en cualquier calle, alguna que otra reacción astuta como la de inventarse un incendio para hacer llegar un carro de bomberos; 4 marchas y un plantón más o menos permanente al frente de la alcaldía que el primer día de llamado orinó esa institución.

El Alcalde sentencia que "el agua sí está llegando pero de otro modo" y el Gerente de Aguas de Manizales nos revela que "el mundo no se acaba en Chinchiná" para explicar la decisión de invertir en un negocio en Perú antes que en la reparación de la Planta de Niza.  Y a mí solamente esas dos frases me dan ganas de irles a decir que les quedó faltando una pela cuando estaban chiquitos para que aprendan a hablarle con respeto a esta ciudad.  Ese no debería ser su tono ahora, insultando la inteligencia de la gente que se da perfecta cuenta de que hay algo que no hicieron bien por más justificados que pretendan estar.

Luego de 14 días sin agua parece que ya nos acostumbramos a esta nueva realidad, rápidamente nos hicimos a la idea de que en nuestra cotidianidad tenemos que separar unas horas para volver a llenar los baldes, hervir el agua durante 15 minutos antes de poderla usar para cualquier cosa, lavar la ropa donde unos amigos en Villamaría, bañarnos bien cada 3 o 4 días, comer solamente cosas que no requieran mucha preparación e intentar dominar el cuerpo para poder entrar al baño el menor número de veces posibles.

Y hay algo que no hemos podido encontrar: el tono y la forma de la protesta.  Tenemos todo el derecho de exigir soluciones y responsables, pero no sabemos cómo hacerlo.  Nos quedamos reflexionando sobre si orinar la alcaldía está bien o no... a mí, que el gesto me encantó, me sorprenden mucho - y me alcanza a dar una rabia sin sentido - las opiniones de personas cercanas a mí a las que eso les parece muy incivilizado y me pregunto qué es entonces la civilización... yo que estuve ahí y que pude leer esa reacción como un acto lleno de sentido en una ciudad que no tiene cómo entrar al baño, me encuentro con personas que aunque están igual de bravas que los demás tampoco saben cómo reaccionar, pero que tienen claro que así no... yo no sé, pero me parece que nos pasamos de bien educados.  Mugrosos, pero obedientes y bien comportados.  Tal vez me paso de impulsiva, puede ser.

Ayer en el Concejo se discutió el cobro del cargo fijo de la próxima factura y nos enteramos de que solo se puede suprimir con un aval de la Superintendencia de Servicios Públicos.  De lo contrario, no... pero ni un qué pena con ustedes... no, a los manizaleños lo que nos toca es entenderlo todo, comprenderlo todo, aceptarlo todo, como una esposa maltratada que se aguanta porque qué más puede hacer, porque hacer lo que hay que hacer es más doloroso... decirse la verdad, se dejó joder.

Dudo mucho que los señores de Aguas de Manizales estén imprimiendo esas facturas por ahora, pero en algún momento tendrán que llegar... y yo no sé qué esperar de esta ciudad.