viernes, 15 de marzo de 2013

Basado en hechos reales

Llevan varios años durmiendo en cuartos separados.  Patricia tomó esa decisión después de soportar durante mucho tiempo que Jaime prendiera la luz o el televisor a las tres de la mañana y después de haber dormido durante muchos años con un borracho roncador.  Debe ser que todo tiene un límite, y Patricia encontró el suyo hace unos 4 años cuando las dos hijas ya habían abandonado el hogar y ella podía acomodarse cómodamente en uno de los cuartos contiguos.

Su matrimonio es una cómoda incomodidad donde ambos encuentra más motivos de orden práctico que romántico para quedarse.  Con los años, sin embargo, han aprendido a llevarse bien y ahora tienen una relación mucho más amable y amigable que la que fueron capaces de sostener mientras dormían juntos.

Jaime padece una hipoacusia avanzada que no lo deja escuchar bien un 70% de las conversaciones que sostiene pero que le irrita el oído cuando oye ciertos sonidos o frecuencias.  Tiene también un temperamento explosivo que a sus 76 años todavía no domina y que le ha ocasionado muchos problemas en su matrimonio, con su familia y también uno que otro en su vida profesional.  Pero Jaime es sobre todo una persona auténtica, simpática y muy inteligente.  Una persona muy especial a la que todo el mundo quiere.  Patricia es una esposa 10 en conducta.  No habría nada qué reprocharle excepto el que no haya nada qué reprocharle.  La altura moral de alguien sin errores puede hacerle difícil la vida a una persona tan humana como Jaime y a su vez alguien tan humano como Jaime es un reto muy importante para alguien que no comete ningún error.

De alguna manera y, a pesar de la buena relación que han logrado equilibrar, tienen que cobrarse.  Hace dos noches volvieron a medirse las fuerzas.

Desde su cuarto Jaime le pidió a Patricia que le bajara el volumen al televisor.  Patricia dice haberlo hecho, aún sin entender para qué si cuando ella lo llama a almorzar o para pedirle un favor él nunca la oye.  Jaime dice que ella no le bajó el volumen al televisor y que por eso volvió a insistir con un poco más de fuerza en la voz.  Patricia dice que volvió a bajarle el volumen al aparato y que se dio cuenta de que Jaime más que molestarle el sonido del televisor estaba molesto con ella por alguna cosa particular.  A esa hora, ocho de la noche, Patricia ya anticipaba que tendrían problemas.

El golpe de la puerta a las nueve y media de la noche debe haber asustado a los vecinos.  Jaime no cerró la suya sino que fue hasta el cuarto de Patricia para azotar con toda su fuerza la de ella no sin antes pedirle nuevamente "¡QUE LE BAJE EL VOLUMEN A ESE APARATO!", solicitud que ya no tenía ninguna lógica, como tampoco la tenía toda la acción en general.

Patricia no se inmutó.  No se levantó de la cama, no pidió que no le cerraran la puerta ni que se la volvieran a abrir, no dijo nada.  Tal vez por casualidad y solo durante un instante lo miró sin ninguna emoción.  Siguió viendo televisión con la seguridad de que dos minutos más tarde Jaime estaría roncando en el cuarto del lado y que al día siguiente ninguno de los dos hablaría del asunto.

Todo habría transcurrido de esa manera si no fuera porque a las once de la noche Patricia quiso ir al baño y no pudo salir de su cuarto.

- Jaime... ¡Jaime!... ¡JAIME!

Jaime estaba dormido, Jaime roncaba duro, Jaime tiene hipoacusia.  Jaime no oía los llamados de Patricia.

- ¡JAIMEEEEE!

Nada.  Lo llamó al celular.  Tuvo que llamarlo siete veces antes de que contestara.  Tuvo que esperar a que en medio del sueño Jaime entendiera de qué se trataba: que lo llamaba Patricia, que no, que no estaba por fuera de la casa, que lo llamaba del cuarto de al lado, ¿que por qué lo llamaba? porque la puerta no abre, la puerta se dañó, usted dañó la puerta, claro, ¡con ese golpe!, qué esperaba, tengo que hacer chichí, venga y me ayuda a abrir.  Tuvo que tolerar que Jaime se hiciera esperar; la mitad de las preguntas que Jaime le hizo tenían el propósito de hacerse desear.  Patricia necesitaba entrar al baño y no tenía ganas de jugar.  Jaime ya no estaba bravo por el volumen del televisor y tenía mucho mejor humor.

Después de intentar abrir la puerta entre los dos durante 15 minutos concluyeron que iban a necesitar un cerrajero.  El teléfono inalámbrico del hogar había quedado del lado de Patricia y el directorio telefónico del lado de Jaime.  Necesitaban trabajar en equipo:

- Dígame el teléfono de un cerrajero
- ¿De cuál?
- De cualquiera
- ¿A esta hora si vendrán?
- Pues primero hay que llamar. Busque ahí Cotrini
- ¿Cómo?
- COTRINI
- ¿Corini?
- ¡COTRINI!
- ¿Ese es un cerrajero?
- ¡Busque el teléfono!

Llamaron a todas partes y a esa hora ningún cerrajero quiso trabajar.

- Aguántese hasta mañana
- No, cómo se le ocurre, tengo que ir al baño
- Aguántese
- No puedo
- ¿Ahí no tiene una coca dónde hacer chichí?
- ¡...! ¡Voy a llamar al CAI!
- No llame a la policía
- Voy a llamar al CAI, tengo que hacer chichí

La policía resolvió el asunto en 10 minutos con una botella de coca cola de 600 ml. a la que le quitaron la parte inferior con unas tijeras que Jaime les facilitó y cuyo plástico fue lo suficientemente firme y flexible al mismo tiempo para introducirse por el espacio que debía hacerlo y destrabar el mecanismo de la puerta.

Hoy a la hora del almuerzo Patricia me contó la historia.  Jaime nos acompañaba:

- Usted viera cómo quedó la puerta del lado mío y cómo quedó del lado de su papá.
- Ay, Patri, no tenía ningún interés en dejarte salir, yo no quería que tú te me volaras.
- Hmmmm...

Co-que-tos.

16 comentarios:

Federicocovillegas dijo...

"Patricia es una esposa 10 en conducta. No habría nada qué reprocharle excepto el que no haya nada qué reprocharle"
Exquisito.

Ana María Mesa Villegas dijo...

:D Gracias por venir y comentar Federico Villegas.

Adriana Villegas Botero dijo...

Parece una escena de una película.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Patricia y Jaime son de película.

Julia dijo...

Este tema de Patricia y Jaime de para un libro....no he parado de la risa, pero no estoy convencida de que tenga el mismo efecto en ese par.

Julia dijo...

Este tema de Patricia y Jaime de para un libro....no he parado de la risa, pero no estoy convencida de que tenga el mismo efecto en ese par.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Yo llamé a Patricia para que leyera hace un momento. Vamos a ver...

Unknown dijo...

Anita, me reí mucho. Y sospecho que nos reiremos de ese cuento por mucho tiempo.

Ale L dijo...

Jajaja ani que risa. Patricia y Jaime son una pareja unica. Y tu... Ni decir, lo maximo... Insisto... Para cuando el libro?? Me encanta leerte. Chaooo. Ale L.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Tan lindos Marce y Ale, ya la representaremos también. Gracias por leer y comentar, me encanta.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Patricia dice que parece que hubiera estado ahí.

alvaron dijo...

En todas las familias hay una Patricia y un Jaime, al igual que muchos maridos que roncan! Prima, esta buenísima esta historia!

Ana María Mesa Villegas dijo...

Gracias, primo. Sí, en todas partes se cuecen habas y en todas partes las mismas habas.

S E B A S T I A N G O M E Z dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
S E B A S T I A N G O M E Z dijo...

Te quedó muy buena la entrada, buenísima.
Felicitaciones

Lore Gómez dijo...

Jua! increible! Tocará decirle a Patricia que implemente en su ritual de dormir una coca para orinar por si las moscas y tocará decirle a Jaime que se duerma con un tarro de cocacola al lado para que pueda salvar a Patricia... que risa!