Qué trabajo el que me da hablar o escribir sobre el presente. Sea que pase mucho o que no pase nada. Tomar distancia de cualquier cosa que me está pasando me parece un ejercicio complicadísimo. Y todas las cosas que intento escribir sobre "lo que me está pasando ahora" quedan raras, enredadas, llenas de emocionalidad, sensibloides, pasadas de dulce.
Pero eso no evita pues que pasen cosas y que quiera escribir sobre ellas. O que no pasen y quiera decir que "por ahora no pasa nada relevante, pero está bonito este momento". Y no se entiende, porque a cuento de qué quiero contar que no pasa nada.
Me gusta este momento de mi vida del que me da tanto trabajo hablar. Me gusta por tranquilo. Porque es raro que yo haya llegado a un momento tranquilo en el que ya no quiera justificarme aunque lo haga todo el tiempo, porque supongo —siento, ¿vio? emociones— que el tono para hacerlo cambia. También me gusta por lo que tiene de "dejemos de hablarnos mierda, Ana María", aunque me la siga diciendo, son cambios lentos, creo, pero ahí están. Dejar de evadirse. Enfrentar la tristeza, dejarla ser a ver qué sale de ahí. Dejar de esperar que la vida sea magnífica. Dejar de exigirse encajar incluso con las expectativas más aterrizadas de tanta convención social con presiones inexistentes.
Esta soy yo y es lo que hay.
No pasa nada. Y pasan muchas cosas.
Pasan cosas. Y no pasan como huracanes, dejándome la sensación de que no pasan cosas.
Como una palmera grande y vieja a la orilla del mar a la que solo se le cae una hoja cuando pasa un ciclón. Una palmera soberbia que se atreve a decir eso con el ciclón ahí.
¿Vio? No se entiende nada.
4 comentarios:
Sí se entiende. Y me gusta como está escrito. Y a mí en general siempre se me dificulta escribir/hablar de verdad, es decir del presente; entonces todas mis simpatías... (Espero que se haya entendido).
Se entiende. Qué cosa tan difícil esa. Gracias por pasar y comentar. : )
Las cosas pasan, pero ver los cambios graduales es difícil si uno está todo el tiempo. Como cuando uno no ve lo mucho que ha madurado (ejem.. ¿envejecido?) hasta que no se encuentra con fotos viejas; pero igual uno siente todo el tiempo.
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