martes, 9 de enero de 2018

Memoria

Quién sabe cómo elige el cerebro recordar ciertas cosas muy pequeñas, detalles que parecen muy bobos, con mucha precisión. Hay un punto de la carretera vieja entre Manizales y Chinchiná en el que siempre recuerdo una canción de José Luis Perales que alguna vez sonaba en el carro de mi papá, un Fiat Mirafiori blanco, justo cuando pasábamos por ahí. Nada importante, pero mi cerebro eligió ese momento para recordarlo con precisión. El olor del carro, una mezcla de paño, calor y cigarrillo lo acompaña.

Y otros recuerdos los construye el cerebro por asociación. No estoy segura de si Mateo, mi primo que acaba de cumplir 10 meses de haberse muerto, me habló de eso a mí o a mi hermana y ella luego a mí y yo después le pregunté a él, no sé, pero cada que miro el edificio de ventanales azules del Parque Médico recuerdo que a él le gustaba. A mí me parecía feo, muy raro para Manizales, aquí no solemos hacer cosas así, como tan estrafalarias. Además esos vidrios azules tienen una connotación de estética narco que yo rechazaba porque sí. Pero Mateo le dijo a mi hermana o a mí o a ella y luego yo le pregunté, no sé, que qué putería, que la punta del edificio es en forma de diamante, que eso es difícil de construir y que como diseño esto y lo otro... Mateo no se ponía con exposiciones, no debió haber dicho mucho, no dijo mucho. Pero entender es valorar y comprendí que ahí había algo que yo no conocía y que estaba juzgando desde el prejuicio. Ahora me gusta el edificio, y me gusta más porque me lo recuerda a él.

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