martes, 26 de noviembre de 2024

"A mí no me gustan las mujeres con canas"

 A veces he oído cosas como "a mí no me gustan las mujeres con canas". A los señores poco les importa que yo esté ahí al lado de ellos, toda llena de canas. Lo dirán justamente para que lo escuche. Como una manera de decirme que no les gusto. O como una manera de indicarme que estoy por fuera del deber ser. Está bien. A mí ellos, en particular ellos, y no por nada en particular (como ser calvos o gordos), no me gustan, es mutuo, puedo morir tranquila.

Sin embargo, esos comentarios me parecen cada vez más raros. No solamente porque, obvio, a medida que uno aprende sobre feminismo aprende a detectar con mayor facilidad las formas que adoptan los mandatos del patriarcado, sino porque en el marco de la lógica, me parecen llamativos. 

Voy a empezar haciendo una pregunta que detesto: definamos gustar. 

¿Es gustar un verbo que derivaría en acción?: me gusta, es decir, ¿quisiera que yo también le gustara a ella e invitarla a salir y lo que surja?

¿Es gustar simplemente un verbo apreciativo?: me gusta, es decir, ¿me gusta mirarla?, ¿me gusta admirarla?, ¿me gusta verla?, ¿me gusta que exista ahí, sin canas?, ¿para que yo la vea?, ¿para que yo la admire?, ¿para mí goce y disfrute?

Dado que muchas veces escucho ese tipo de expresiones por parte de señores casados, que dicen esas cosas delante de sus esposas, tengo la fuerte sospecha de que las dicen para la segunda de las posibilidades. Ese "derecho" adquirido por los señores para calificarnos: linda, fea, gorda, flaca, con canas, sin canas, muy nalgona, nada de nalga, muy tetona, como una plancha... etc. La existencia de las mujeres para el goce y disfrute de los señores. A veces me los imagino que van por ahí con una caja de sellos mentales calificando mujeres a lo que marca, como una caricatura de Quino.

Pero todo esto lo digo por otra cosa... ¿A ustedes cómo les gusta la gente?

Y no me refiero a la respuesta obvia que puede derivarse del comienzo de este texto: con canas, sin canas, gorda, flaca, inteligente, chistosa, alta, bajita... etc. Me refiero al proceso por el cual una persona llega a gustarles. Cómo les empieza a gustar o cómo les gusta alguien. Cómo alguien que existe por ahí, sin que ustedes se hayan percatado, de pronto parece que se enciende por dentro y para ustedes brilla y ya no pueden dejar de notarla. 

Analizo mis gustos y pocas cosas en común tienen las pesonas que me gustan. Y yo sí, cuando hablo de gustar, lo defino como que quisiera que yo también le gustara, invitarlo a salir y lo que surja. 

Claro, a veces también veo hombres, y mujeres, que me parecen bellos y los admiro, pero puede ser que me gusten o no. Y claro, las mujeres también decimos a veces cosas como "a mí no me gusta tal cosa". Yo por ejemplo siempre digo que "no me gustan los hombres tacaños". A veces cuando digo cosas con el mismo sentido de los señores a los que no les gustan las canas, lo digo para disculpar un gusto que va al contrario: me gustan barrigones, me gustan calvos. 

Si hablo de lo físico me han gustado flacos y gordos, altos y bajitos, calvos y peludos, barrigones y sin barriga, cejones y de ceja delgadita, boquianchos y boquiflacos. Inteligentes sí me han parecido todos, chistosos me han parecido todos, amables casi todos, con la triste excepción de un malparido. 

Por supuesto que entiendo este asunto con la belleza hegemónica en donde las mujeres estamos obligadas a vernos de cierta manera y ya está, y por supuesto que esta es otra problematización de ese mandato. Pero quiero cuestionarnos desde otro lugar: estoy segura de que cuando a un hombre le gusta una mujer, si en verdad le gustan las mujeres, no se fija tanto en si tiene canas o no. Le gusta y punto. 

Hace falta reconciliarnos con nuestro gusto vs. la imposición de lo que creemos que debe gustarnos. La liberación, la libertad para asumir que lo que nos gusta a nosotros es posible que no le guste a nadie más, y que eso está bien. Entender que la persona que tenemos al lado, porque nos gusta, es un reflejo nuestro, pero no en el mismo sentido del reflejo que devuelve el espejo, sino de lo que tenemos dentro. De los valores que valoramos (sí, con la redundancia). De las cosas que nos parecen atractivas, y que muy poco tienen que ver con la forma, a menos que estemos tan aconductados que seamos incapaces de ver más allá de eso. 

Este es un post en defensa de mis canas. Venceremos. 

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