martes, 6 de noviembre de 2012

La Sociedad

Un collage de temas que es una opinión que tengo sobre La Sociedad.

1.
Hace unos años cantaba en un coro femenino.  Nueve mujeres.  No hay necesidad de ponerle mucha imaginación a eso para acertar y decir que era complicado conciliar nueve temperamentos femeninos.  Tuvimos muchos problemas de toda índole: musicales, por la ropa que usaríamos para cada concierto, por los planes que haríamos, por los ensayos que tendríamos, por lo que comeríamos y también porque algunas de las integrantes querían que como agrupación transmitiéramos algún tipo de impresión homogénea en la gente que nos conocía.  El grupo se llamaba Trocatinte, nos ganamos varios apodos:
trocstars, rock y tinto y trocatontas son los que recuerdo.

La gente no nos soportaba, nadie nos aguantaba, todo el mundo decía que éramos muy pinchadas.  O eso decía una de las integrantes de Trocatinte.  El día que le preguntamos quién era exactamente "todo el mundo" nos dimos cuenta de que era ella y tres o cuatro personas más, cercanas a ella, las que tenían ese montón de opiniones que reflejaban el sentir de La Sociedad.

2.
La mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo.
Qué dirán los demás.

Pero uno se pone a mirar detenidamente y no da.  Yo no he podido saber bien quién es, quién conforma La Sociedad esa que opina sobre estupideces como la forma de ser de uno.  Probablemente soy yo.  Y sí, yo opino mucho sobre los demás.  Pero dudo mucho que mi opinión tenga fuerza.  Tal vez tendría fuerza si esa gente sobre la que sin criterio he opinado le diera importancia a lo que yo opino y viniera a reclamarme.

3.
Una vez, cuando tenía 17 años, la mamá de una amiga me vio dándome unos picos con un ex novio que para la época ya tenía novia nueva, en una fiesta en el Club Manizales.  Como toda la noche había estado con mi mejor amigo la amiga mía supuso que el tipo con el que me había visto su mamá era ese y se puso a decirle a "todo el mundo" que yo me había encarretado con Marcelo.  Como lo que estaba diciendo era parcialmente mentira y como yo tenía 17 años y a esa edad uno libra unas batallas todas pendejas, yo me fui con Marcelo para donde mi amiga y le dije que me dijera en mi cara la mentira que estaba diciendo.  A ella le importó cinco centavos aclarar que había hecho ese supuesto y que entonces yo contara con quién me estaba dando picos... y me tocó contarle a Marcelo, que no quería a Julián - el de los picos -, el pecado que estaba cometiendo... que sí era medio pecado dado que el hombrecito tenía novia y a los 17 años esas cosas son gravísimas (a esta edad de pronto también).  Tragedias romanas del siglo pasado.  El caso es que uno aprende que esos pecados se manejan distinto, dejando que la gente opine enredada, por ejemplo.

4.
Pero lo que quiero decir no es eso, ni remotamente... lo que quiero decir es que no importa si la gente acierta o no cuando opina sobre uno.  Y que tampoco debe importarle a nadie lo que uno opine sobre ellos.  Son todos juicios sin contexto porque nadie lo conoce a uno lo suficiente y uno no conoce a nadie lo suficiente y además nunca la sociedad podrá ser tanta gente junta o podrá tener una forma tan cierta como para que una cosa de esas, un chisme, una mala opinión, tenga consecuencias reales más allá de las consecuencias que tenga sobre lo que uno piensa de uno mismo.

5.
En estas cosas pienso mucho cuando evoco a La Sociedad Manizaleña que dicen que opina mucho sobre uno, que es implacable.  Y yo me pregunto mucho quiénes son y en este caso particular a veces creo que sí sé... es una gente de la que estuvieron contando cosas entretenidísimas hace poquito y yo celebro que den motivos para que hablemos bien de ellos. Ojalá me inviten a una de sus swinger parties, aunque deben opinar que a estas alturas, como todavía me falta marido, no tengo con quién jugar.

Sí tengo. Que me invite La Sociedad que yo quiero opinar con ella.
O que no me inviten, para poder criticar.

6 comentarios:

Andrés ferreira dijo...

Muy bueno.

Diana Like.no.other dijo...

Leer esta entrada es muy curioso porque he tenido varios conflictos últimamente con esa costumbre que tenemos todos de emitir juicios sobre cómo actúa la gente sin conocer el contexto. Es casi un instinto encasillar y criticar y a la larga eso no le aporta nada a nadie y sí puede meterlo a uno en problemas. No me las voy a dar de moralista, porque eso sí, parece que criticar va en los genes y es incluso divertido, pero sembrar cizaña, hablar mal siempre del resto y tratar de decir que uno actúa mejor que los demás sí me parece aburridor.
Tienes razón sobre los grupos de mujeres, yo estudié en un colegio femenino y hay que ver todo lo que me ha costado superar uno que otro trauma que me quedó.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Gracias a los dos por leer y comentar.

Tengo que aclarar, porque ya siento que fui injusta, que Trocatinte ha sido una de las experiencias más lindas por la que yo haya pasado en la vida y que de ahí me quedan muchas de mis amigas más importantes... fue duro, pero creo que precisamente por eso fue tan valioso y tan bacano. Ya... quedo más tranquila.

Susana dijo...

Me gusta que en la entrada no echás cantaleta por que la gente opine sobre los demás.
Hay gente que se toma muy en serio su moralidad y que decide no hablar mal de nadie ni opinar sin suficiente conocimiento (y ese conocimiento nunca es suficiente), pero a mí eso me parece muy aburrido y poco realista. Estoy de acuerdo con vos con que la opinión de nadie sobre uno es más importante que la opinión que uno tiene sobre uno mismo.
Eso sí, creo que uno no debe regar chismes y que para opinar sobre las cosas de los demás hay que ser medidos y reconocer la propia ignorancia.

La frase de "no solo hay que ser, sino parecer" me sacó muchas rabias y avivó muchas peleas con mi mamá, hace mucho rato, afortunadamente.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Oíste sí... esos que dicen que "nunca critican a nadie" diciendo solo eso están criticando a todo el mundo con una altura moral la macha de alta. Lo cierto es que todos lo hacemos o lo hemos hecho o lo haremos y qué se le hace pues.
Abrazo, Tati.

Diego Niño dijo...

Todo el mundo siempre serán, al parecer, tres o cuatro amargados o amargadas que odian a todos sus congéneres por encontrar la felicidad, así sea tangencialmente, que ellos nunca encontrarán. Por eso, como decía el enorme Facundo Cabral, no hay mejor venganza contra La Sociedad que ser un hombre (mujer, en tu caso) feliz…

Saludos desde la fría Bogotá