miércoles, 20 de mayo de 2015

León

Siempre que voy al parqueadero de La Patria en el centro de Manizales recuerdo a mi abuelito León. La carrera 20 entre las calles de la Gobernación y la 21 me lo recuerdan mucho. Creo que es sobre todo porque los locales comerciales que hay ahí no han cambiado su decoración desde que él estaba vivo. Las vitrinas, las cerámicas gastadas de los pisos, las puertas originales de cuando todos esos almacenes eran casas, los olores, la manera de exhibir los productos, la escasa iluminación e incluso los dependientes me transportan a la década de los 80 cuando él tenía 60 años y yo 8. No estoy segura de haber hecho alguna vez ese recorrido con el abuelito. Ir en su Renault al centro y caminar desde el parqueadero hasta la Papelería Veyco que quedaba en la carrera 21 con calle 21 y que era donde tenía su oficina. Si es que alguna vez caminamos juntos esas cuadras que separan esos dos sitios. Y si así fue, no sé si me compró mango con sal y limón en el puesto de frutas de la esquina de abajo. Y tampoco recuerdo si pasamos por El Exclusivo, el almacén de ropa fina y elegante de su colega Javier Valencia, también comerciante. O si entramos y él compró estando conmigo alguna corbata para su inagotable colección de corbatas. No sé si me llevaba de la mano, pero puedo recordar que era una mano chiquita y maciza. Como él. Bajito, macizo, calvo, con apenas una hilera de pelos blancos sirviendo de puente entre dos orejas por la parte de atrás de la cabeza. León Villegas Toro. Sin duda iba impecablemente vestido, saludaba amable a todas las personas que lo conocían y yo sentía que él era importante. Y que yo era importante para el abuelito. Ojalá no remodelen nunca esas dos cuadras para seguir saludándolo adentro de ese recuerdo que no sé si tengo con él. 

6 comentarios:

milserifas dijo...

<3

JuanDavidVelez dijo...

Una de Victor Gaviria al respecto. Es acerca de los recuerdos, la identidad, infraestructura, calidad de vida, transporte más rápido y barato, competitivad.

"HE OIDO LA NOTICIA de que la carretera
hacia el pueblo de mi padre, Liborina, será
asfaltada en el próximo año:
fue para mí como si se me borraran de golpe
todas las letras y todas las palabras
que mi padre me dicta
a través del polvo blanco que levantan los autos
al pasar,
como si nunca más mi padre me volviera a escribir
sus cartas del pasado,
en las páginas que sólo yo entiendo,
en donde dan altas voces de alegría y secreto
las clavellinas y los pastos del verano,
en donde yo duermo y muero muchos días antes
de morir…"

Anónimo dijo...

Hola, Ana María. Solo para comentarte que muy bueno acordarse del abuelo. Otra cosa: ¿por qué dices "dependiente" y no, digamos, "empleado" o "señores y señoras que atienden"? Es que ese "dependiente" me suena como muy de traducción de que hizo un español de un cuento de Kafka que uno lee hoy en día y dice como "qué cosa más rara, ¿qué es un gendarme"? Bueno, pero hasta ahí dejo la crítica constructivas. Te digo que muy bueno acordarse del abuelito así sean cosas falsas. ¿Qué profesión tenía tu abuelo? Me quedé con esa duda.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Fredy <3 back at you.

Juan, una nota eso de Victor Gaviria. Es eso, me remodelan esas dos cuadras y me quedo sin que mi abuelito me charle. Esta charla es más sobre economía, comercio, turismo, agronomía, textiles pero en últimas sobre la competitividad.

Sebas, mirá que los de Libélula Libros tenían un blog que se llamaba Tres Dependientes, no sé si alguna vez lo viste. El caso es que desde ahí integré la palabra a mi vocabulario, yo sé que es rara. Es más, ayer escribiendo esto casi que no la encuentro en mi cabeza, pero quería esa porque me parece precisa. Los empleados son muchos, yo soy empleada, pero no dependiente. Señoras y señores que atienden es muy largo y no me gusta el lenguaje incluyente. Esos son mis motivos. Yo te insto a que incluyas dependiente en tu hablar cotidiano. Es bella esa palabra.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tu respuesta. Voy a incluir "dependiente" en la lista de palabras a revisar de mi política editorial para la próxima junta académica, pero no te prometo nada. Me quedaste debiendo la respuesta de la profesión de León, el abuelo, que en una parte de tu relato que dice que es colega de un comerciante no me queda claro si esa era su profesión (ingeniero industrial o administrador de empresas) o qué. "Uno no es lo que estudia", yo estoy de acuerdo con eso, pero sí me causa curiosidad la profesión porque en una primera lectura no muy rigurosa quedé con la idea de que era abogado. Claro que comerciante es cualquiera, hay un médico que conozco que ha operado 27.000 ojos (o pares de ojos, no sé cómo lleva las cuentas y tampoco me acuerdo cómo fue que me dijo exactamente cuando me dijo).

Ana María Mesa Villegas dijo...

Con Javier, el dueño de El Exclusivo, eran colegas de comerciantes. Creo que mi abuelito era profesional del comercio. Hizo hasta quinto de primaria. Y luego, creo que porque su papá se murió joven y era alcohólico y problemático, mi abuelo, que era el hijo mayor, se volvió comerciante y como el papá de sus hermanos. Empezó con un local en la galería de Manizales y luego tuvo La Veyco que era una papelería muy bacana. Uno de los talentos que tenía mi abuelo por ser un profesional del comercio es que podía decir cuánto pesaba una cosa con levantarla y cuanto medía algo con mirarlo. Profesional del comercio era mi abuelo.