jueves, 25 de febrero de 2016

Cruces

Hoy una mujer en una moto se volteó decidida a mirarme y me pidió permiso para meterse a mi derecha. Después de que le dije que bien pudiera me hizo la seña con el dedo pulgar hacia arriba para indicarme que soy una bacanería y que gracias por dejarla meter.

Detrás de ella se metieron otros 17 motociclistas que seguramente también opinan que soy una bacanería pero no tuvieron tiempo sino para aprovechar el espacio que yo había cedido y no para hacerme la seña internacional de que soy una bacanería.

Desde hace años en los cruces siempre busco con insistencia la mirada de los otros conductores, hasta que me miran y yo les devuelvo una sonrisa inocente como si no los hubiera interrumpido, como si no los hubiera sacado de sus pensamientos para pedirles por favor que me dejen meter por delante suyo con una cara que les impida decirme que no.

Hoy me vi montada en una moto. Siempre tiene más mérito hacer esa jugada con casco, con gafas, en una moto y a pesar de tanta máscara que sean evidentes la dulzura, el encanto y la bacanería.

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