Es bueno saber que puedo ser esa que juré que nunca sería...
Saber que todavía me sorprendo a mi misma; saber que puedo sorprender a los demás, para decepcionarlos o para llenarlos de orgullo, no importa. Saber que no he terminado de ser...
Todavía no sé bien quién soy...
Podrían decir que es falta de carácter o de personalidad... tal vez... no sabría decir ahora, ya que ando hablando de todo lo que no sé si soy, si algo de eso me falta o me sobra.
Si conocerme hasta el punto de saber, que aun no he terminado de sorprenderme, refleje el que no he seguido el consejo ese, tan antiguo e importánte de "conócete a ti mismo". O si será, que conociéndome e decidido ir más allá, mirar adentro, y reconocer que soy capaz, y puedo, y sé ser, lo que en la entrada de mi misma, en la superficie de lo que soy, descubrí un día, apenas llegando, que sería.
Mis certezas son superficiales; todo lo que puedo ser, mis zozobras, mis incoherencias, y todo lo que no me define, está más adentro... pero ahí está y a veces, es.
4 comentarios:
Mirror, mirror, on the wall... Me encanta la imagen de Narciso que escogiste. Un abrazo.
Ese consejo de conócete a ti mismo tiene una historia tremenda. (este va a ser un comentario medio ñoño, pero noliase).
"conócete a ti mismo", esa inscripción que estaba arriba, grandota, en el Oráculo de Delfos fue el pilar sobre el que se erigió el ala mística del pensamiento griego... si es que no se puede decir que el pensamiento siempre es místico. El trillado "sólo sé que nada sé", es evidentemente una derivación socrática del adagio que tú citaste.
Y sin embargo, ese "conócete a ti mismo" es muy anterior a los griegos que fueron unos buenos (unos muy buenos) emuladores de la filosofía oriental y en especial de los árabes y de los persas.
Para los persas, conocerse a uno mismo era reducir a dios a la fe en dios; es decir, asumir sin vacilación que dios no existe y que lo que existe es la fe en dios.
Ese concepto, aunque aquí está mediocremente planteado, tuvo una consecuencia trascendental que volcó el pensamiento y el devenir histórico hacia el humanismo y posteriormente hacia una especie de humanismo divino.
Es fácil... El hombre siempre necesita un dios (o varios). Al asumir que los dioses son creación suya y que lo único que los sustenta es la fe en ellos, el hombre se hace consciente de su naturaleza polipartita. Se hace consciente de abarcar todas las virtudes y los defectos de los dioses en un solo cuerpo y en una sola mente.
"Conócete a ti mismo" parece un consejo para partir a la guerra. Un hombre que de algún modo se tome por su propio dios,que se constituya en su propio talismán, aumenta ese siquismo que se requiere para agrandarse en valor y hacerse peligroso.
Todos, si se conocieran a sí mismos, llegarían a la conclusión de ser muchos... valientes, débiles, místicos, escépticos, felices, tristes, lúbricos y frígidos.
Bueno... o hay alguien que se esté riendo todo el tiempo?
Bueno, Narciso... siiii, un poquito...
Juanito: love it! Iba a ponerle de título al post algo parecido, como un juego, con ese solo sé que nada sé, pero no logré nada que me gustara y que no fuera lo mismo... :S
Hasta los que creen conocerse muy bien, sin hacerlo, dan miedo...
Ani: tu bien sabes que yo ya soy mayorcito y cuando tenia tu edad viví también mi crisis de identidad y me determinaban cosas exteriores, reglas y normas que nos impone la sociedad… pero recuerda que conociste la época en la que me encantaba escuchar ese vallenato en el que Escalona le dice a la vieja Sara que deje de joder a los muchachos… que ellos ya "se están quitando el cabestro"… quitarse el cabestro, es lo que te hace salir de esa crisis de identidad que acompaña a la juventud…. pero es que de esa enfermedad que se llama juventud, nos curamos pronto y coincide con arruguitas, como si nos hubiésemos madurado a punta de periódicos… al llegar allí, me miré a tu espejito o a alguno similar y me dije: clarooooooooooo!!!: yo, soy yo y voy a vivir mi yo, con yo… que cuento de imposiciones de afuera!!! y sabes que pasó en el espejo? me picó el ojo y la mano me mostraba el dedo gordo mirando al techo
Publicar un comentario