jueves, 25 de febrero de 2010

Volver... si ok! pero a dónde!

...Uno vuelve siempre 
a los viejos sitios 
donde amó la vida, 
y entonces comprende 
cómo están de ausentes 
las cosas queridas...

Hacía tiempo había dejado la pequeña ciudad y había decidido irse a vivir a la capital, en donde su oficio de fotógrafo sería mejor remunerado.  Sin embargo, no había perdido los nexos.  No había podido encontrar en la "gran urbe", gente con la que se sintiera realmente cómodo, arraigado... gente de la de para siempre, de toda la vida.

Volvía con regularidad a su ciudad natal.  A dar dos o tres puntadas aquí y allá, para que no lo olvidaran a él, así como él no olvidaba a nadie.

Ese día bajaba con ramo de margaritas amarillas y chocolata fina hacia su casa.  Con suficiente tiempo anunció su visita... bajaba caminando, costumbre que había adquirido recientemente; qué importa que todo el mundo lo viera con su ramito de flores y su chocolata, no se sentía cursi, él iba de visita, a dar una puntada, para que ella no escapara a su promesa.

Llegó a la puerta del edificio, con la cara sonriente.  Reconoció al portero:

- Hola Luis!
- Hola Santiago (el portero también lo reconoció a él) y le abrió la puerta
- Voy para donde Catalina

Se lo dijo solo para informarle, él era de la casa, no necesitaba que lo anunciaran.  El portero intentó decirle algo, pero él ya subía las escalas en zancadas de dos en dos.  No podría decirse que estaba ansioso o demasiado feliz, era simplemente la manera como él hacía las cosas.  A las carreras.

Llegó al 502 sin estar ni medio agitado y timbró.  Salió a la puerta un absoluto desconocido a quien en la cara se le veía el desconcierto de escuchar el timbre sin haber oído primero el citófono.

- Catalina?
- Catalina? aquí no vive ninguna Catalina...
- Claro que sí, ella me está esperando

El portero llegó detrás para decirle que Catalina y toda su familia ya no vivían en el edificio.  Luego de las aclaraciones y la llamada al celular, Santiago pudo comprender que efectivamente, de todo lo que él esperaba que cambiara, lo único que efectivamente ya no era igual, era la dirección de Catalina.  Eso y lo que quedó en evidencia con ese hecho, porque ninguno de los dos cayó en la cuenta de preguntar "¿todavía vives en la misma parte?" ni aclarar que "oye, yo me cambié de casa".

Su condición de fotógrafo lo hacía pensar en imágenes.  Lo cursi fue devolverse caminando, todo el trayecto que había recorrido, otra vez con la chocolata y las margaritas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"...Por eso muchacho no partas ahora
soñando el regreso
el amor es simple
y las cosas simples
las devora el tiempo..."

Que bonita y si el tiempo no las devora, no seran tan simples!

A otros les pasa que en el 502 no hay alguien, esta en el Gym

Yo.

Fernanda Buitrago dijo...

ay

Ayyy

hay???

Ana María Mesa Villegas dijo...

No hay...

ayyy!