Cualquiera que me conozca bien pensará que era una relación perfecta... yo amo los animales. Todos. Me parecen divinos.
Vivía en Medellín, tenía un sprint modelo 89 y andaba a las carreras. Sobretodo si era de noche e iba por la autopista. El freno del carro era una palanca casi desconocida para mi. En esa época era más bien miedosito andar solo en el carro por la noche, así que yo hundía el pie en el acelerador, subía el volumen de la radio para sentirme mejor, bien chévere y tras! una vez pisé un perrito.
Iba para el cumpleaños de una amiga y allá llegué llorando y pensando que lo había matado, así que hice que la mamá de mi amiga se devolviera conmigo. Encontramos a Firulais (así lo pusimos) cerquita de donde lo había atropellado... me tiré el cumpleaños de Juliana... se volvió reunión para buscar veterinario y atender a Firulais.
Llegó Plablo Andrés Agudelo. Operó a Firulais y se cuadró conmigo.
Firulais se voló de la casa de mi amiga unos días después. Creo haberlo visto canequiando por una de las lomas del poblado con un grupo de recicladores... él ahí con su cicatriz. Bueno y sano lo devolvimos a la vida que seguramente prefería, la calle.
En cambio, la relación con el veterinario sí sobrevivió un poco más... lo que no sobrevivió fue el cariño hacia esa profesión... eso moduló...
Pablo Andrés era estudiante y, en los 7 meses que duró ese noviazgo, a mi me tocó estudiarme el capítulo completo de los diferentes soplos del corazón que podían sufrir los perros o cualquier otro animal doméstico... Entonces llegaba el viernes, Pablo me recogía en el centro, donde yo estaba haciendo mi práctica de 9 semestre y me tocaba mamarme, calladita porque si no interrumpía y en medio de unos trancones monumentales, un casete que él tenía con un estudio de percusión sobre los corazones de varios animalitos:
(voz en off) un soplo...
pm pfffffff
pm pfffffff
pm pfffffff
(voz en off) otro soplo
pffffffffff pm
pffffffffff pm
pffffffffff pm
(voz en off) este otro
pffffffffff pffffffff
pffffffffff pffffffff
pffffffffff pffffffff
este seguramente estaba fregado...
Las estupideces que uno hace cuando cree que está enamorado...
Un día obré de ayudante en una operación de orejas a un perrito cachorro. Yo le alegaba a Pablo por esas mutilaciones y él me contestaba que "así es la raza", a lo que yo decía que la raza ya viene como es, con las orejas y la cola largas, que no me creyera tan pendeja... Evidentemente él me creía más pendeja al ponerme de ayudante, y yo contundentemente estaba empendejada porque participaba...
Pablo no tenía pesa en el lugar en el que iba a realizar la cirugía, entonces el cálculo de la anestesia fue a ojo y yo resulté encargada de ver si al pobre perro le dolía o no para que el "Doctor" le pusiera más dosis de "dormidol". El perrito medio chillaba, yo gritaba y Pablo intervenía con "dormidol"... lloré toda la cirugía, la sangre tiene un olor, la cauterización otro, la luz era bajita, las condiciones de asepsia escasas...
No era de extrañarse pues que esa relación no prosperara... demasiado para mi, que siento que pierdo un pedazo grande de mi dignidad cada que una jeringa me rompe el pellejito, que me desmayo cada que me sacan sangre... yo tenía que querer mucho a Pablo y ya ni me acuerdo...
Pero hoy es su día... me acuerdo que tuve novio veterinario...