Sonó el timbre y renegó por la intromisión; dejó la botella sin marca encima de la mesa y se apresuró a abrir la puerta seguro de que atendería ese último asunto - un vendedor de cualquier cosa, un cristiano que quería presentarle a Jesús, lo que fuera - y retomaría el impulso.
Ya había superado el temor, estaba decidido, todo considerado, los asuntos arreglados para no dejarle problemas a nadie. Y sin motivo particular. Era suficiente. Eso también quedaba claro para que nadie se echara culpas y no buscaran motivos.
Irrumpió sin más, explicando el dolor que traía. Su mujer lo había dejado y estaba desesperado. Quería desahogarse con su amigo, poner la música apropiada para hablar de una mala mujer y tomarse todos los tragos. No daba tiempo para interpelaciones, hablaba, manoteaba, explicaba, preguntaba y se contestaba. Pidió la música que no le fue dada, no lo notaba... pidió los tragos y creyó verlos. Tomó la botella. Fondo blanco.
"Se suicida hombre por decepción amorosa. Fue a morir a casa de su amigo quien lamenta profundamente su deceso: "me queda debiendo", renegó llorando inexplicablemente."
2 comentarios:
Qué bonito leer los autores a través de sus ficciones. A veces dicen más que los textos autobiográficos.
Lo que pasa es que esa lectura es más complicada, pero usted está como bien informado. :P
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