"... a él sí le dije una vez que le agradecía mucho el haberme mostrado que no todas las personas eran buenas... recuerdo su reacción mucho más seria del tono con el que yo le hablaba, que era casi con cariño".
No tengo ni idea por qué no lo odio, debería odiarlo. Hoy caminé un rato desde Las Palmas hasta mi oficina pensando en eso... pensando que tal vez sólo me sienta libre sola, condenada a mí misma, dándome ánimos de esa manera evasiva que me gusta tanto diciéndome que siquiera soy entretenida.
LM: ¿Tengo un mensaje en mi celular donde dice que usted me necesite para que le ayude con la compra de un carro?
AM: No. Usted no se acuerda de mí.
LM: ¿Ana María Mesa...? Hmmm... no.
AM: Yo trabajé con usted hace casi 20 años.
LM: Ah, Ana María, hola, ¿cómo estás?
AM: Bien, gracias...
LM: Ahhh, Ana María Mesa de Eafit... ¡Hola muñeca!
Sigo sin poder odiarlo.
3 comentarios:
Que bueno que no lo odies. El odio es un sentimiento muy fuerte que padece quien lo siente, no quien lo recibe. No mereces odiar a nadie.
No dejes que ese sentimiento penetre en un alma que escribe tan hermoso.
Un abrazo desde Barranquilla e invitación cordial a mi Galería de letras para que nos tomemos un buen café.
"Puedo odiarte más...pero no puedo amarte menos"...La oí hoy en una película y me gustó. No tiene mucho que ver con tu entrada pero la dejo como en forma de saludo (?).
Espero que estés bien, Ana.
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