viernes, 17 de junio de 2011

Telepatía

Llegamos al semáforo que estaba en verde para los carros y en rojo para los peatones, pero ella y sus 60 kilos se sentían más.  Se lanzó.  La miré aterrada porque pensé que la iban a atropellar ahí al lado mío y no quería estar expuesta al espectáculo de un cuerpo humano hecho añicos.  Los carros frenaron a tiempo y ella pasó la calle muy dignamente mientras los conductores la miraban con ganas de no haber tenido tan buenos reflejos.  En ese momento noté que alguien más era testigo de lo que estaba pasando.  Al otro lado de la calle una señora de unos 45 años, alta, bonita, superior, la miraba con cara de reproche contenido.  Mientras yo la miraba asustada, esta señora pensaba: que la pisen, por boba.  También me notó y sin decirnos una palabra nos comunicamos.  No movió ni un milímetro la cabeza, solo los ojos y, sumándole al cuadro una sonrisa perversa, me miró, y con los ojos y esa sonrisa me dijo: ¿qué tal esta, no te provoca que la pise un carro?.  Me encantó.  Un encuentro diminuto, una conversación perfecta.  A mí ya no me importó el destino de la otra que, si sigue así, pronto la va a embestir algo.  Me sacó una sonrisa que pudo haber sido una carcajada sino fuera porque esto sucedía todo en nuestras cabezas y las carcajadas quedaban tan fuera de lugar, tan externas ellas.  La descubrí deseando la muerte de su prójimo y ella no sintió pena, no, ella se ratificó: sí, que la pisen, por boba, ¿no te parece?.  Y pues no, no me parecía, pero yo no me iba a tirar ese momento tan especial, esa comunión mental con un comentario sensato, así que cuando el semáforo pasó a verde y nos cruzamos le dije con una sonrisa: te apoyo, sí, que la pise un carro.

3 comentarios:

alvaron dijo...

Sentimientos similares vienen a mi mente cuando algún "sobrado", imprudente diría yo, empieza a rebasar las filas de coches detenidos por fuera de la carretera o por la izquierda, entonces yo pienso que bueno sería que se choquen y desapezcan de esta tierra para siempre!. Cuando van con niños rezo por ellos y me da lástima por la vida haberles dado unos padres tan brutos!

Ana María Mesa Villegas dijo...

Jajajajajaja A mí me encantan esos sentimientos de furia momentánea que nos producen los desconocidos. A veces uno se siente el profesor de todo el universo.

Ratushka dijo...

¡Telpatía! Me encanta y claro que existe...cuando la experimento con conocidos me hace sentir que la relación es fuerte, que hemos alcanzado un bonito punto de confianza y entendimiento mutuo....cuando la experimento con desconocidos es emocionante y me deja pensando un buen rato.
Un saludo, querida....la entrada antes de ésta me gustó mucho también y me sentí muy identificada.