Ok, tómame de tu mano y guíame hacia la salida, demos todos los pasos juntos. Que nos sirva el trazado de la cerámica del piso para que midan la misma distancia tus zancadas y las mías. No me digas que estás bien si no voy igual contigo. No camines más rápido porque puede suceder que nuestros brazos se estiren tanto que tengas que soltarme y debas dejarme sola antes de atravesar la meta difusa que uno no ve cuando cruza sino cuando ya está afuera. Frena. Detente un minuto y espera. Que yo no quiero que hagamos el teatro del absurdo de decirnos que nada duele a ver si así nos damos fuerza para salir sin preguntarnos si ya queremos salir o si queda a qué quedarnos... y no me contestes esa pregunta que sé cuál es la respuesta y sí, la respuesta me alienta, pero la oigo muy claro en mi cabeza, no hagas eco que no es eco porque no suena de vuelta sino cuando estoy callada, cuando no me digo nada, cuando pienso en otras cosas, cuando me igualo a tu ritmo y por fin voy caminando a tu lado hacia afuera y debe ser que lo notas... Llegas a decir que no pasa nada y de la nada se me resbalan dos lágrimas sin afán que me frenan... no me interrumpas cuando voy caminando, que entonces tendré que parar a llorar; no me acoses, cálmate y espera. ¿Puedes por favor devolverte hasta donde estoy?, disminuye la ventaja que me llevas. Salgamos juntos y luego sí, déjame ir... Por qué tienen que ser el amor y el desamor una puta competencia.
3 comentarios:
Todos funcionamos a distintas velocidades, tanto en la llegada como en la partida. Es parte del riesgo. Don't look back, just keep on walking.
Sí, este post es un berrinche.
Estoy de acuerdo con Cosmo.... pero claro, a uno lo jode mucho cuando siente que es al que mas le cuesta salir, el que sigue en el mismo punto mientras el otro parece disfrutar ya de otros caminos.... todo es tan engañoso, los duelos, el amor y el desamor, el tiempo.... Afortunadamente, todo pasa Ana, ya verás.
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