Iba llegando hasta donde el vendedor de aguacates. Miré de lejos, le quedaban dos. Cuando por fin llegué tenía solo uno. En ese momento recordé que tenía mil pesos y unas monedas así que no iba a poder llevármelo.
- ¿Cuánto cuesta?
- Tres mil pesos.
- No, no me alcanza. (No lo dije para negociar, yo pago lo que me dicen y jamas pido rebajas, por principio y por boba)
- Se lo dejo pues en dos mil quinientos para que se lo lleve que es el último.
En ese momento llegó un señor de pelos blancos, gafas oscuras, 50 años.
- Ah, me ganaste el aguacate.
- No, llévatelo que a mi no me alcanza la plata. (Los dos nos tuteamos, así, tan natural)
- ¿No? ¿Cómo así? Toma yo te completo para que te lleves tú el aguacate que tú llegaste primero.
Y sacó mil pesos de la billetera y me los extendió y juro que entre las carcajadas mías quise agradecer y creo que lo hice. Espero haberlo hecho. Sin ninguna pena, sin dudarlo, sin decir que no, que qué vergüenza contigo, extendí mi mano y le recibí el billete de mil como si este aparecido fuera mi mejor amigo. Cuando la gente tienes gestos así creo que hay que recibirlos sin dudarlo, aunque me cuesta y de ahí la risa.
Simpatiquísimo - él también tenía risa, no como la mía que era una sola carcajada, pero se reía - se fue sin decir nada más a buscar un aguacate verde al Ley porque todos sabemos que los aguacates maduros los venden en las esquinas y los verdes, que necesitan muchas horas de papel periódico adornando techos de neveras, los venden en los supermercados.
13 comentarios:
Nuevo apartamento, nueva vida, nuevo amigo y además un aguacate medio regalado..., buen comienzo!
Pues si hubiera quedado con un medio dato del señor, será ir dentro de ocho días a comprar otro ; ) Jajajaja
¡Ah! Esos maravillosos momentos inexplicables. Ayer yo me estaba probando unas camisetas en un Falabella y justo en el momento en que me quité la camisa empezó a sonar Careless Whisper de Wham y también me agarró un ataque de risa increíble. No tuve con quien compartir el momento pero me acuerdo y sonrío. Eso de los mil pesos de un desconocido bienintencionado jamás sucede en Bogotá. Privilegios de la ciudad que nos vio nacer, diría yo.
Jajajaja perfecta banda sonora para una desvestida...
No sé Cosmo, ¿seguro no pasa allá? Yo me rehuso a creer que no haya gente cándida y desprevenida solo porque están en una ciudad grande, será más escaso, pero también debe suceder.
Por otro lado, esta ciudad abunda de ejemplos: a Jose esta semana una viejita le soltó el carro porque ella no sabía arrancarlo en falda (se quedó sin batería, le dejó el radio prendido)... él dio la vuelta a la manzana y volvió adonde la desconocida, que en algún punto debió pensar "juemadre me dejé robar".
Me pasò una vez que hablé mal en la taquilla del metro y la que atendìa me dio un integrado de Robledo en vez de darme uno del Poblado. Yo no tenìa sino la plata que valía el integrado.
Cuando me monté al bus, le dí mi tiquete integrado al conductor y ¡oh, sorpresa!, el tiquete no me servía pa ese bus y ya había pasado el torniquete.
Muerta de pena, le dije al conductor que no tenía plata para pagarle el pasaje, que si me esperaba mientras iba a cambiarlo a la estación. Un pelao que estaba sentado en las bancas de adelante me dijo: "no se preocupe mona, yo la invito". Pagó y se sentó otra vez. La banca al lado de él estaba ocupada, le di las gracias muy roja y fui a sentarme atrás. Desde eso, espero la oportunidad de devolver el favor.
Todos deberíamos andar por ahí dispuestos a sorprendernos bonito...
¿Cierto? porque sorpresas hay de todo tipo.
Una vez en Joy, me dirigí a Mónica, una de Arauca. Ella no era malagente pero hacía su trabajo con seriedad. Le dije que si me lo dejaba en 30.000. Que tenía 30.900 y los 900 eran para colaborar para el taxi.
Como dije, ella hacía su trabajo con seriedad y se plantó en los $40.000 haciendo mala cara, dándome a entender que lo que yo estaba haciendo era negociar una tarifa oficial como la del peaje o el predial.
En todo caso no me rebajaron y terminé gastándome los 30.000 en medio pollo que pedí el domingo en mi casa. Es el plato favorito de mi hermana. Hice una buena obra.
No sé cómo será la cosa en Bogotá. Quién sabe si allá rebajen.
Me parece que esas sí son tarifas indiscutibles, Juanito.
Hola Ana es primera vez que comento en tu blog me gustó mucho encontrarlo.
Lo que te pasó con el aguacate fue muy bonito hay personas que te hacen sonreír de gratis y eso es bueno porque de continuo caminamos preocupados por la delincuencia de las calles o las malas personas con el "cuídate de los extraños" y todo eso y sucesos como el que viviste hacen respirar a fondo y comprobar que aun hay aire limpio y que se puede confiar.
Es tan bonito que lo subí a mi blog:
http://fronterad.com/?q=node/2814
Ana María Mesa, en Manizales, ha subido a su blog un nuevo post donde habla de «gente que lo pone a uno [sic] de buen humor». Cuenta el caso de un caballero totalmente desconocido que la vio en el mercado con apuros de peculio contante y sonante, y le regaló 1.000 pesos para que se comprase un aguacate. Es una historia muy divertida. A mí, la persona que me pone del mejor humor, aparte de mis nietos, es mi viejo amigo Osvaldo Bayer. Me encanta yyyamarlo al telefón que contesta para oírlo saludar a mis casi 72 años desde la altura de sus 84: «¿Qué decís, pibe?» A veces lo yyyamo sólo para oírselo decir. Oyyyéndolo, me siento caniyyyita.
Me dieron ganas de aguacate subsidiado
Patito, gracias por venir y comentar... se parece lo que dices al comercial de coca cola, quedan motivos para creer, aunque uno sea tan cínico a veces.
Ricardo, gracias!!!! seguro han subido las visitas a mi blog con semejante referencia. Me propondré, pero muy poquito, empezar a decir "una".
Juan, así se debió llamar este post.
Muy buenoooooooooooo!!!!rgie 30
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